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REFLEXIONES DIARIAS AA 11 AGOSTO

    Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

    11 AGOSTO

    SACAR EL “VIDRIO MOLIDO”

    “El inventario moral es un análisis objetivo de los daños que sufrimos durante la vida y un esfuerzo sincero para considerarlos desde una perspectiva honesta. Esto tiene el resultado de sacar de nuestro interior el vidrio molido, aquella sustancia emocional que todavía nos corta y nos cohíbe”.

    — COMO LO VE BILL, p. 140

    Mi lista del Octavo Paso me arrastraba a un torbellino de resentimientos. Después de cuatro años de sobriedad estaba bloqueado por la negación conectada con una relación abusiva. La disputa entre el temor y el orgullo se ablandaba según las palabras del Paso pasaban de la cabeza al corazón. Por primera vez en muchos años abrí mi caja de pinturas y derramé una rabia honesta, una explosión de rojos, negros y amarillos. Lágrimas de alegría y de alivio rodaron por mis mejillas cuando contemplé el dibujo. En mi enfermedad yo había renunciado a mi arte, un castigo autoinflingido mucho mayor que cualquier otro venido de afuera. En mi recuperación me di cuenta de que el dolor de mis defectos es la misma substancia que usa Dios para limpiar mi carácter y hacerme libre.

    Del libro Reflexiones diarias
    Copyright © 1991 por Alcoholics Anonymous World Services, Inc. Todos los derechos reservados.

    En el Libro Tal Cómo la Ve Bill, al referirse a los temas de culpabilidad, honestidad, insuficiencia, del valor del inventario y Orgullo se hace el envío a la cápsula 140, “Los Defectos y las Reparaciones”, que en su texto completo dice: “Más que la mayoría de las personas, el alcohólico lleva una vida doble. Tiene mucho de actor. Ante el mundo exterior, representa su papel de actor. Este es el único que le gusta que vean sus semejantes. Quiere gozar de cierta reputación pero sabe en lo más íntimo de su ser que no se la merece.” (ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, pág. 68) [Capítulo VI, “En Acción”]


    “La culpabilidad es de hecho el reverso de la medalla del orgullo. La culpabilidad lleva a la autodestrucción, el orgullo a la destrucción de otros.” (GRAPEVINE, Junio de 1961)


    “El inventario moral es un análisis objetivo de los daños que sufrimos durante la vida y un esfuerzo sincero para considerarlos desde una perspectiva honesta. Esto tiene el resultado de sacar de nuestro interior el vidrio molido, aquella sustancia emocional que todavía nos corta y nos cohíbe”. (CARTA, 1957)

    En mi interior se finca el verdadero daño que me he causado, ha sido tanto y con un pago de sufrimiento muy alto que rebasó mi desequilibrio emocional y mental interno para mostrarse hacia fuera afectando a los demás, pareciera que como no podía cargar con tanto daño lo repartiera y una vez que he realizado mis disparates intento cubrirlos mediante la manipulación que ejercía con la mentira, el engaño, la ira, la autoconmiseración, la soberbia, en fin con la búsqueda incesante de salvar e imponer mi egoísmo.

    Consumía para tener la seguridad ficticia que me regala la sustancia y así desinhibido lograr un lugar en lo social, profesional, familiar e incluso a mi nivel individual porque no estoy a gusto conmigo mismo; utilizaba los efectos del alcohol para mostrarme como no soy, incluso en una pretensión estúpida de mostrar lo que pretendía ser, y acababa siendo la peor versión de mí mismo.

    Mi soberbia mostrada en mi faceta iracunda, prepotente, derrochadora e insensible a todos los demás me violentaba con los demás para afectarlos materialmente, aún más grave para infringirles sufrimiento y afligirlos en lo profundísimo de su ser, incluso rompiendo su confianza, su corazón y su alma, para que una vez realizado el daño apareciera en todo su esplendor la culpa que me conduce a la autoconmiseración para lacerarme y autodestruirme, creándose un círculo vicioso porque estas emociones descoyuntadas sumadas a las consecuencias de mi desviado modo de pensar, a mi desbocada manera de actuar, me incitan a mi descontrolada manera de consumir ante la cual no tengo defensa porque soy impotente y esto agrava aún más mi ingobernabilidad.

    Los daños que he sufrido brotan al hacer mi inventario moral para descubrir los resentimientos y los miedos que he padecido y que en una primera instancia consideré que eran responsabilidad de los demás, de lo que ellos me han hecho, de lo que me hacen y de lo que imagino que realizan, se trata de actos que permitieron o han sido el elemento para que surjan en mí un sinnúmero de rencores y de temores, por lo que el ejercicio de por vida del Cuarto y Quinto Paso me permite ponerlos en la perspectiva correcta sobre todo. Así mismo surgen los daños que he experimentado con mis acciones perjudiciales, atroces, perniciosas, nocivas y malignas y que han hecho padecer a los demás situaciones nefastas, funestas, siniestras y amargas, así como creando en su ser el surgimiento de lo peor de cada uno, así como que los invada lo más sombrío, amargo, desconsolado, abatido, desoldado y triste.

    Cuando observo de esta manera mis acciones la primer reacción fue sentirme abatido y con una rabia inmensa contra mí mismo, entonces surgió de mi padrino, al compartirme su experiencia, el hecho de que si Dios me perdona, ¿quién soy yo para no perdonarme?, lo mismo apliqué cuando buscaba justificar lo torcido de mi vivir por los actos con los que me ofendieron los demás, pues ¿quién soy yo para no perdonar a los demás? Si soy un hombre lleno de defectos y entonces me viene bien traer a cuenta lo que dice el Octavo Paso: “Resulta contradictorio que una persona como nosotros, que está llena de defectos censure los de los demás. … Si estamos a punto de pedir perdón para nosotros, ¿Por qué no empezar perdonando a cada uno de ellos y a todos los demás?.”

    El perdón va íntimamente ligado a mi disposición y a mi posterior acción de reparar, porque no se trata únicamente de recibir el perdón de quienes he afectado sino de reparar, aunque en ocasiones materialmente no sea posible resarcir; y perdonarme me ayuda poder ver la situación de manera distinta que me permita tener un sincero deseo de reparar fundamentalmente y de manera primordial con mi cambio en mi forma de vivir para estar en paz y convivir de manera fraternal con todos mis semejantes.

    Felices 24 horas eliminando la sustancia emocional que me corta y me cohibe.

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