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REFLEXIONES DIARIAS AA 31 JULIO

    Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

    31 JULIO

    «UNA ORACIÓN PARA TODAS LAS ESTACIONES»

    Dios concédenos la serenidad para aceptar las cosas que no podemos cambiar, valor para cambiar las cosas que podemos, y sabiduría para reconocer la diferencia.

    — DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 122

    El poder de esta oración es abrumador porque su sencilla belleza corre paralela a la Comunidad de A.A. Hay ocasiones en que yo me quedo atascado mientras la recito, pero si examino la parte que me crea dificultades, encuentro la solución a mi problema. La primera vez que me sucedió esto me dio miedo, pero ahora la uso como una valiosa herramienta. Yo gano serenidad cuando acepto la vida como es. Cuando me pongo en acción, gano el valor y doy gracias a Dios por la capacidad para distinguir entre aquellas situaciones que puedo tratar de resolver y las que debo entregar a Dios. Todo lo que tengo ahora es un regalo de Dios: mi vida, el poder ser útil, mi contentamiento y este programa. La serenidad me hace posible seguir adelante.

    Alcohólicos Anónimos es el camino más fácil y cómodo.

    Del libro Reflexiones diarias
    Copyright © 1991 por Alcoholics Anonymous World Services, Inc. Todos los derechos reservados.

    El sentido de vivir el hoy y vivir en el presente: “Créeme, no es de sabios decir: “Viviré”. Mañana es ya demasiado tarde: vive ya.

    La Oración de la Serenidad no era algo desconocido por mí cuando conocí por primera vez el Programa de recuperación, de hecho yo me la sabía con la única variación de que en lugar de la palabra “Dios” decía “Señor”, que me había aprendido de un “Ideario”, donde esta frase se le atribuía al emperador Marco Aurelio, con el tiempo he visto una infinidad de elucubraciones de quien pudo haberla escrito y finalmente me he quedado con lo que se ha investigado dentro de A.A. de que fue Reinhold Niebuhr; y en mi búsqueda de localizar esta frase como autoría de Marco Aurelio asumí una que va en el sentido de vivir el hoy y vivir en el presente: “Créeme, no es de sabios decir: “Viviré”. Mañana es ya demasiado tarde: vive ya.”

    Al empezar a saber del Programa me hicieron hincapié de la importancia de la Oración de la Serenidad para no consumir, para no pedir esa primera copa, para solicitar pasar un momento difícil, para solicitar vehementemente que reinará la tranquilidad y la armonía en mi ser en lugar del caos al que estaba acostumbrado; recuerdo que aprendí a decirla por los dieciocho segundos en que se tardaba el mesero en preguntarme “¿qué va a tomar?” y yo responder mientras en mi mente todavía se revolvía la obsesión, intentando tener autocontrol. Con el tiempo aprendí que precisamente decir la oración implicaba mi humildad de reconocer que yo no puedo y que quien se hace cargo de mi enfermedad de la adicción y por tanto de mi obsesión es mi Poder Superior.

    En la actividad estaba acostumbrado a vivir con la ansiedad y la angustia derivado de las consecuencias de mis actos en la intoxicación y en busca del consumo de sustancias; de los resultados de mis relaciones enfermizas; de las implicaciones de la búsqueda de satisfactores materiales; de los efectos de la fantasía de mi mente; y de las secuelas del anhelo de venganza.

    “Moderado” es algo que podía estar muy de vez en cuando o solamente cuanto ficticiamente adormecía mis emociones, cuando recurría a la falsedad del tranquilizante del consumo, a la evasión de mi mente, a la perdición de mi tiempo en el dormir, en el escape de la imaginación destructiva, mi huida en la grandiosidad de mis ideas y en el subterfugio de mis emociones eufóricas.

    Por eso la práctica de los Doce Pasos, empezando con esta repetición incesante de solicitud de serenidad, me ha ayudado a estar apacible, tranquilo, sin ruido interior, sin movimiento ansioso, sin agitación, sosegado y sin nervios y cuando recibo esta gracia de Dios no sé reconocerla, pues ha habido ocasiones que estando despejado y quieto mi negatividad me ha llevado de decir “todo está tan tranquilo que seguro algo va a pasar”, porque no he estado acostumbrado en la gran mayoría de mi vida a vivir y a aprender a disfrutar de lo apacible.

    En mi caso personal, no es una casualidad que una de las tres oraciones más repetidas diariamente en el mundo sea la que sintetice mi necesidad suplicar la gracia de ubicarme en el día de hoy, por estas únicas veinticuatro horas y de esa manera tenga la humildad de dejarle mi carga de la obsesión adictiva y de mi ingobernabilidad a Dios, como yo lo concibo, porque si algo tengo plena y absolutamente probado en mi existencia es que yo no pude, ni puedo controlar mi consumo ni manejar mi ingobernabilidad solo. Bill W. se refirió a esto al agradecer a un compañero A.A. por la placa en que estaba escrita la oración y dijo: “En la creación de A.A., la Oración de la Serenidad ha sido un bloque de construcción muy valioso, realmente una piedra angular”.

    El final de Tercer Paso tiene esta maravillosa oración, que me lleva a tener la humildad de inducirme a discernir mi verdadera posición en el mundo y me gusta mucho que remate la misma con la idea fundamental derivada de encontrar un Poder Superior: “¡Hágase Tu Voluntad, no la mía.”

    La Oración de la Serenidad completa dice: “Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar y la sabiduría para conocer la diferencia; viviendo un día a la vez, disfrutando un momento a la vez; aceptando las adversidades como un camino hacia la paz, pidiendo, como lo hizo Dios, en este mundo pecador tal y como es, y no como me gustaría que fuera; creyendo que Tú harás que todas las cosas estén bien si yo me entrego a Tu voluntad; de modo que pueda ser razonablemente feliz en esta vida e increíblemente feliz Contigo en la siguiente. Amén.” (Reinhold Niebuhr).

    La Oración de la Serenidad en su forma sintética, haya surgido como haya sido, me comparte que nace de la experiencia fundamental del ser humano y de la sabiduría que se adquiere cuando uno tiene que resurgir del sufrimiento, de la derrota de la indignidad, de la miseria y de la basura humana. Para mí, junto con el Padre Nuestro y la Oración de San Francisco no hay otras ideas, léxico y mensajes tan prácticos espiritualmente, que tantos miembros de la Comunidad de la recuperación han tatuado en su mente y en su espíritu en el Camino Feliz de la auténtica sobriedad que me dirige a un nuevo estado de conciencia y por ende a una nueva manera de vivir.

    Felices 24 horas de Serenidad.

    Un dato curioso, respecto a que es una piedra angular y respecto de las “diosidencias” que he aprendido en la recuperación, un tramo de la calle 120 de Manhattan, que bordea el edificio donde se encuentra la Oficina de Servicios Generales de A.A., entre las calles de Riverside y Broadway, se conoce por el nombre de Reinhold Niebuhr. Place.

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