Reparar el daño causado a los demás
Las personas más afectadas por nuestra enfermedad fueron, indudablemente, los miembros de nuestra familia. Luego, nuestros amigos más íntimos, si es que los teníamos cuando comíamos en exceso. A estas personas les afectaban directamente nuestros estados de ánimo negativos y nuestro aislamiento para comer en exceso. Tal vez también hayan resultado afectados porque les quitamos los alimentos que les pertenecían, pero que nosotros nos comimos. Algunos de nosotros robábamos dinero para comprar comida que no necesitábamos, pero que teníamos que comer. Otros robábamos comida.
A veces resulta embarazoso reparar los daños y con frecuencia difícil. Esto implica tragarse el orgullo. Quizá lo único que se necesite sea ofrecer una disculpa sencilla y sincera. Puede ser que podamos llevar a cabo actos concretos. Al igual que al reparar el daño que nosotros mismos nos causamos, la mejor manera de sanar la herida que le hemos causado a familiares y amigos es abstenernos de comer en forma compulsiva. A medida que nos abstenemos, nos ponemos a disposición de quienes nos rodean en vez de aislarnos. Nuestra propia cordura es el mejor regalo que podemos darle a los demás.
Que tenga valor para reparar el daño.

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