La vida fluye y, al igual que el agua, se vuelve rancia cuando se estanca.
 

 
OBSTACULO. MIEDO, RESISTENCIA AL CAMBIO
 
 
 
 

 

 
BE WATER MY FRIEND
 

 
flexibilidad
Adaptarse ,de alguna manera ,es aceptar 100% la situación actual. Adaptarse no es tarea simple, implica dejar algo de lo que uno es , o a lo que se está acostumbrado para ser alguien distinto.
“Vacía tu mente, libérate de las formas. Como el agua. Pon agua en una botella y será la botella. Ponla en una tetera y será la tetera. El agua puede fluir o puede golpear. Sé agua, amigo.” BRUCE LEE
Esta es una buena reflexión para iniciar el post sobre el que quiero escribir hoy.
La imagen que asocia el correr de nuestra existencia con la de un río fluyendo, ha sido muy usada por muchos maestros, inclusive Buda, pues es perfecta para demostrar que existe un ritmo en la naturaleza, que es constante, relajado y sin prisa.
Aprender a fluir con el río de la vida de modo tranquilo y confiado es una lección esencial, para quien busca la paz interior. Es sorprendente cuando vivimos experiencias donde nos damos cuenta que la entrega y la confianza son las herramientas más eficaces de las que disponemos para atraer hacia nosotros lo que precisamos.
Tenemos una gran maestra de la que aprender a fluir con la vida y es que basta con observar la naturaleza. Es fácil darse cuenta como el viento no intenta soplar, simplemente sopla, la lluvia no intenta caer, simplemente cae, los ríos no intentan correr, simplemente corren, esa es su naturaleza intrínseca, y ellos se entregan con facilidad y confianza a permitir que su naturaleza se manifieste.
¿Qué nos sucede a los seres humanos? Nosotros también somos parte de la naturaleza y sin embargo no nos entregamos con facilidad y confianza a permitir que nuestra naturaleza se manifieste. Al final todo ocurre como tiene que ser, cuanto antes nos demos cuenta de ello y fluyamos con lo que nos trae la vida, menos cansancio y sufrimiento sentiremos.
Podemos conectarnos al fluir de la naturaleza, y emplear la energía de manera creativa para hacer realidad nuestras metas. Lograr estos es sencillo, sólo tenemos que tener en cuenta tres particularidades:
 
1.- ACEPTACIÓN. Aceptar cada momento, cada instante, cada persona, cada situación, cada circunstancia y cada evento tal como ocurran. Aceptar la vida tal como es, no como desearíamos que fuera. Es importante comprender bien este detalle. Podemos desear que las cosas sean diferentes en el futuro, pero en este instante las tenemos que aceptar tal como son.
2. RESPONSABILIDAD. Al ser capaces de aceptar las cosas tal como son, somos también capaces de asumir responsabilidad por nuestra situación actual, y todos los eventos que se presentan en nuestra vida.
Una vez adoptemos esa actitud, encontraremos oportunidades en cada situación para crear algo nuevo y útil, y veremos a un maestro en cada persona que se cruce en nuestro camino.
3. CONFIAR RELAJADAMENTE. Una vez que aceptamos, incluidos a nosotros mismos y que nos responsabilizamos, sólo queda confiar y relajarse. Al relajarnos y permitirnos disfrutar del momento presente, este instante, aquí y ahora, experimentamos una sensación de libertad jamás antes conocida, que nos hará sentir realmente vivos.
Supongo que al llegar a este tercer punto a muchos de vosotros os parece que esto es una utopía. ¿Qué me relaje?, ¿qué confíe?… Nuestro gran error nos ha llevado a donde estamos hoy, desconectados del fluir de la vida, creemos que tenemos que controlar e intervenir para que la vida ocurra como deseamos. ¡Cuanta arrogancia por nuestra parte!
Cuando hablo de confiar relajadamente no me refiero a un no hacer, todo lo contrario, hay que manifestarse a través de la acción aunque sin el apego al resultado. Hacer lo que uno cree que tiene que hacer, que le hace sentir bien, que le alinea con sus valore, independientemente de que la acción tenga éxito o no. Esto es lo que se llama tener éxito más allá del éxito.
Oigo de nuevo voces: “¿sin apego a los resultados?, ja, ja eso díselo a mi empresa.” Y os doy la razón, esa es la gran trampa social, económica, cultural que hemos creado, el gran monstruo que nos devora, nos enferma y nos hace infelices. Esta sociedad está mal planteada de base, está creada para obtener resultados que no están alineados con nuestra naturaleza. Parecemos salmones nadando contracorriente y eso hace que nuestro día a día sea agotador.
Esa es la grandeza de la vida humana, como el agua del rio nos deslizamos por aguas en momentos tranquilas y otras turbulentas. No sabemos si el cauce que nos toca navegar es corto o largo, pero qué diferente resulta el viaje si tomamos conciencia de cada instante.
Dejo un texto de Osho donde habla sobre este fluir y confiar en la vida:
El mundo está fluyendo constantemente, él es como un río. Él fluye, pero por detrás de todo fluir, cambio y flujo, debe haber un hilo común que mantiene todo unido. El cambio no es posible sin algo que permanezca absolutamente sin cambiar. El cambio puede existir solamente junto con un elemento inmutable o las cosas se desintegrarían.
La vida es como una guirnalda: no se nota el hilo que corre a través de las flores, pero existe y las une. Si el hilo no estuviese presente, las flores caerían cada una para un lado; habría un amontonamiento de flores y no una guirnalda. Y la existencia no es un amontonamiento, es un patrón muy bien organizado.
Está habiendo cambios, pero algún elemento inmutable mantiene una ley cósmica por detrás de todo. Esa ley cósmica es llamada de sadashiva, el Dios eterno, el Dios atemporal, el Dios inmutable. Y este es el trabajo del meditador: encontrar el hilo.
Existen solamente dos tipos de personas. Uno de ellos es el que se encanta con las flores y se olvida del hilo. Éste tipo vive una vida que no puede tener un valor durable o significativo, porque todo lo que él hace se desvanecerá. Hoy él lo hará, mañana se disolverá. Será como hacer castillos de arena o lanzar barcos de papel. El segundo tipo de personas busca el hilo y devota toda su vida a aquello que siempre subsiste, ese nunca será un perdedor. es una gran aventura más allá del tiempo, del espacio; y ese más allá existe dentro de ti.”

OSHO
APRENDER A SER FLEXIBLE
¿Por qué hay personas tan obedientes consigo mismas? ¿Por qué se autoimponen deberes y obligaciones inquebrantables? ¿Por qué no son capaces de romper con ello en según qué casos?
Hay gente que empieza el día ya cansada. Nada más sonar el despertador, sus cabezas repasan todas y cada una de las obligaciones del día:

Sus vida se convierten cada día en una prueba de obstáculos a superar. Al acostarse, resoplan un poco como el que por fin llega a la meta, aunque les invade la duda de si lo hicieron todo bien.Quisieran ser de otra manera, pero sus mentes rígidas no se lo permite.
Muchas de estas personas han crecido con un sentido obediente de la existencia. Al contrario de los rebeldes, han aprendido a ACARREAR con las expectativas de los demás que tan buenos dividendos afectivos les dieron en la infancia. Ahora, de mayores, todas estas personas no saben cómo salir de esa condenada visión de la existencia en la que no pueden, o no se atreven, a transgredir sus propias obligaciones.
Nacidas en el crisol de una cultura judeocristiana, muy dada a la exhortación del sacrificio, se convierten en cumplidores y, para colmo, perfeccionistas. Nada les sabe tan mal como defraudar a los demás, tenerles que decir que no pueden, desobedecer a la autoridad, equivocarse en un examen o ser pilladas en un renuncio cuando son el ejemplo perfecto de la virtud y el control.
ESFUERZO Y OBEDIENCIA
Convertirse en un buen niño o una niña buena tiene su precio al cabo del tiempo. Sin apenas darse cuenta, esas personas que demostraron en su infancia disponer de una impecable capacidad de adaptarse a todo se encuentran atrapadas en una curiosa paradoja: convierten la virtud en defecto, es decir, su mayor esfuerzo diario consiste en seguir obedeciendo a las expectativas de los demás, a las normas sociales, a las obligaciones QUE ELLAS MISMAS SE IMPONEN, aunque no haga falta alguna. Siguen adaptándose, solo que ahora el verbo ha cambiado. Ahora “acarrean” con todo. ¡Menudo esfuerzo!
Donde más acarrean los sufridos “buenistas” es ante los deseos, expectativas y normas de aquellos con los que se encuentran vinculados afectivamente. Por un supuesto amor a la pareja, a los hijos o a los amigos, asumen todos los esfuerzos que a los otros les cuestan o, en según qué casos, no les apetecen. Ese mal entendido amor carga con las pesadeces de los demás por mucho que se quejen de ello. Sienten que su destino no es otro que hacerse cargo del sufrimiento ajeno.
Encerradas en el círculo del deber autoimpuesto, se hacen cargo de sus propios lamentos porque, según dicen, “lo que ellas no hagan no lo harán los demás”. Me temo que también piensan que“nadie lo hará como ellas”. Esa creencia, precisamente, es la que sostiene una falsa manera de entender las relaciones. De los actos generosos y altruistas en los que no se espera nada a cambio, esas personas lo viven al revés: porque se esfuerzan en ser generosas y abnegadas, ESPERAN SER AMADAS. Demasiadas expectativas, demasiados sobreesfuerzos para acabar, al final, agotadas e infelices. ¡Malditos hombres buenos! Que diría Nietzsche.
UNA MORAL INFLEXIBLE
Muchas personas no se permiten ser flexibles con ellas mismas, en cambio lo son mucho más con los demás, aunque les pese. Es decir, les consienten lo que no se permiten a sí mismas, lo que revierte en su propia incapacidad de poner límites. Suelen ser hiperresponsables, obedientes a las órdenes jerárquicas, disciplinadas y de una moral inflexible. Aunque aceptan que cada uno haga lo que quiera hacer, ellas no se lo permiten, NO PUEDEN SER “MALAS” CON LOS DEMÁS y, para colmo, se culpan de ello. Si un día se pasan un pelín de la raya, se avergüenzan tanto que la autoinculpación los corroe por dentro.
Muchas personas “obedientes” suelen sufrir de “rigidez mental”, es decir, les cuestan horrores los cambios, no les gustan demasiado las sorpresas y prefieren una vida ordenada e incluso repetitiva, antes que verse envueltas en la peligrosa ruleta del azar.
Cada vez que llamo a una amiga mía que es de este tipo de personas, para quedar con ella, a sabiendas de que le encanta encontrarse conmigo, es incapaz de renunciar a sus programaciones previstas. La pobre se pasa la llamada recitándome la agenda de actividades que tiene previstas o las limpiezas que todavía le quedan por hacer en la casa. No se da cuenta de que la mayoría de tareas son AUTOIMPUESTAS. que no tiene que hacerlo todo, ni nadie le va a pedir explicación alguna. Pero su mente y su moral son inflexibles, no hay espacio para la improvisación.
NO ES NECESARIO COMPLICARSE
Creamos problemas allí donde no los hay. Construimos estados de duda por tener que tomar decisiones que nadie nos pide. Confundimos la insatisfacción con un problema angustioso que se debe resolver. No obstante, la insatisfacción, las heridas, la impotencia, son situaciones, estados que sentimos y que no necesitan resolverse, sino aceptarse. ¡Qué ganas de vivir con problemas!
Hubo un tiempo en el que no había mayor consagración que la de cumplir con lo debido. Hoy, faltar a nuestra fuerza transformadora, a nuestra creatividad, a vivir en lo que amamos, es renunciar al poder de nuestra voluntad. Conquistar nuestra libertad pasa por librarse también del APEGO A UNA OBEDIENCIA EXCESIVA. Nos pueden ser útiles tres posibles instrucciones: ocuparse sin exigir, amar sin imponer condiciones y avanzar hacia los objetivos sin apego por los resultados.
FUENTE: ElPais.com
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QUE HACER CUANDO LA VIDA NOS CAMBIA LOS PLANES? RESPIRAR, ENTENDER QUE TODO ES PARTE DE UN PLAN, SABER QUE HAY BENDICIONES DETRAS DE ESO, Y CONFIAR, SIEMPRE CONFIAR
CUANDO UNO ES TODO TERRENO, LO QUE SOBRAN SON CAMINOS
 
 

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