Erase una vez bajo una montaña, a las orillas de un río una india que lloraba sus penas.
Se acercaron a ella un búho, una serpiente y una loba.
¿Qué tienes? Preguntó la loba.
La joven respondió estoy perdida, no sé qué debo hacer, ni pensar, ni que sentir.
¿Con respecto a qué? Preguntó el Búho.
Mi vida, la tengo entre mis manos y no sé dónde dirigirla
¡Pues vívela, sin pensar ni sentir! ¡Vive el momento! Respondió la serpiente.
Mientras la bella doncella mantenía la vida entre las manos, observándola.
Los tres animales comenzaron una disputa acalorada por querer gobernar en la decisión de la joven.
La loba les decía al resto:- Ella debe sentir cada paso que da, sin necesidad de razonar u opinar nada, tampoco hacer nada al respecto, sólo con percibir logrará ir por el mundo, avasallando con todo si es necesario, así se abrirá camino.
El búho por su parte le contesta: ¿Quieres acaso que termine arrepintiéndose toda la vida de todo lo que pudo haber hecho de la forma correcta, respetando la libertad del otro? Mi querida doncella, debes planificar, observar cada paso que darás, ver si es prudente avanzar, sino es el momento más vale esperar.
El reptil contesta ustedes están equivocadas ¡Eso no es vida para nadie! Goza, vive y haz lo que siempre deseaste sin pensar, ni sentir, sólo vive ese presente que no se repetirá jamás.
La pobre india agobiada grita fuertemente: ¡Ya basta! Cállense quiero escuchar que es lo que la vida tiene que decirme. Fue entonces cuando respiró profundamente y casi por instinto retuvo la respiración para luego entregar el viento a la naturaleza.
En la medida que lo iba haciendo, el reptil se entrelazaba por ella desde los pies a la cabeza el búho se instaló en la cabeza de la joven y la loba se arrodilló a sus pies, como cual animal domesticado.
Así los tres animales se fueron fusionando en la respiración de la doncella. Y cuando abrió los ojos, se percató que no había nadie y cuando observó la vida entre sus manos se dio cuenta que los tres animales estaban dentro de ella.
Suspiro miró al cielo, agradeció a la Madre Tierra porque había entendido su mensaje. Llevó sus manos con la vida hacia su corazón y a través de la respiración, ella iba recorriendo cada parte del cuerpo de la joven.
En ese preciso instante de la nada sobrevuela una paloma blanca de hermoso plumaje para perderse en el azul del cielo. El aprendizaje ya estaba sellado.