Érase una vez… un hermoso mundo de mariposas… en donde todos volaban… con entusiasmo a la luz…
Algunas procuraban ir hacia la luz sin pausas y con total rapidez, otras preferían volar un trazo de trayecto, reposar en alguna flor cargarse nuevamente del sol y del polen para seguir su vuelo hacia la cálida estela luminosa. Más existían algunas que sin prisa alguna preferían observar cada piedra, flor, tierra, rama, árbol del camino y llevarse consigo el recuerdo de donde han debido estar para llegar a la meta deseada.
De pronto un ruido ultra-sónico venido desde el cielo acompañado de un fuerte temblor, removió toda la  zona y desorientó a las mariposas. Aquel fulgor luminiscente  ya la luz no estaba. Comenzaron a revolotear y pelearse entre ellas por enviarse señales de ese lenguaje de canto vibracional equivocado. Sin observar aun que el problema había sido un factor del ambiente
Después de un largo y bullicioso proceso de reclamos y culpas, entre ellas, debido a buscar quién tuvo la osadía de hacerles perder la dirección de su finalidad, llegó la pausa y el silencio.
Una de las mariposas que iba más  deprisa dice: -¿Qué hago ahora? Tenía todo programado: El tiempo en llegar a la luz, con esto retardo mi record  e información sobre los kilómetros, distancia y velocidad de vuelo para llegar. ¡Tendré que iniciar nuevamente! Más ahora, que no veo la estrella no sé dónde comenzar. Bajó sus antenas en señal de rendirse y comenzó a llorar.
Otras de las acompañantes que pausaba los trayectos menciona: – Observo que por aquí ya hemos pasado ya que estas flores no poseen alimento. Y con el movimiento pues se han desojado. ¡Donde repondré fuerzas y alimentaré!!! Gritó angustiosa la bella mariposa. Ante un ataque de histeria.
Las últimas, aquellas que  habían llevado en su retina cada hoja, río, flores, animales, árboles que habitaban en aquel hábitat y en su olfato cada aroma a tierra seca y mojada, belleza silvestre que demarcaba el espacio como cada lugar donde se habían  posado, cada sonido o movimiento natural les parecía único, como también  cada deleite saboreado ……replicó:
-Si me dicen que distancia habíamos recorrido y a qué velocidad, lograré ubicar cual era la dirección. Si el segundo grupo nos menciona que sabor tenía el polen que degustaron pues ubicaremos el tipo de flor.
El primer grupo comenzó a sacar sus cálculos, mientras que el segundo a ponerse de acuerdo en las cualidades y propiedades que tenía el alimento suministrado últimamente.
Mientras tanto, el tercer grupo organizaba todo lo que iba llegando como posibilidades de retomar el camino.
Ya terminado el trabajo se dieron cuenta que habían volado dos 10 kilómetros en dirección hacia la luminosa estrella y como ya era de noche. Pues sabían que el sol, al aparecer lo haría por el Este.
Ya tenían una pista. Por la distancia que habían volado más el segundo grupo que aporta con los antecedentes de alimentación. Descubrieron gracias a los aportes del tercer grupo la clase de flor, forma y figura, Fue así, como  la dibujan en la tierra utilizando los pigmentos de las plantas y flores que se encontraban alrededor,  para por la mañana buscarla.
Al amanecer el gran grupo reunido inicio la búsqueda de las pistas. No muy lejos pudieron conseguir cual había sido el punto de referencia en donde se perdieron.
Más independiente de si era el punto exacto, decidieron en cordial armonía pararse  e iniciar el camino hacia la luz. Esta vez sin culpas sin discusiones, sabiendo que cada forma, cada paso, cada proceso es importante para encontrar el camino hacia el despertar.

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