“No te compares con nadie en este mundo. Si lo haces, te estás insultando a ti mismo”.
Las comparaciones nunca fueron buenas. Trabaja por ti mismo, sin preocuparte lo que hicieron los demás.
Las comparaciones suelen ser negativas en la mayoría de los casos, pero también resultan positivas.
Juan Carlos es un joven guayaquileño, de 20 años, que guarda resentimiento hacia su padre, porque siempre lo comparó con su hermano mayor que posee más habilidades en los números (matemáticas y física).
“Mi inclinación era el deporte y las artes, pero mi padre no me comprendía y me veía como un vago y negligente. Constantemente me recalcaba que mi hermano era más inteligente y estudioso que yo. Eso me hizo sentir, durante todo el periodo del colegio, menospreciado, a tal punto de no querer saber de ellos”.
En realidad, dice la psicóloga clínica Daniela Cattán, la mayoría de las personas acostumbra a comparar a los demás y son especialmente los padres los primeros que se encargan de ello. También lo hacen otros familiares, profesores e incluso compañeros de aula.
Pero, lamentablemente, en muchas ocasiones, agrega, lo hacen para señalar algo que no se hace bien. Les dicen, por ejemplo: ¿por qué no estudias todos los días como Juan? Por eso, él tiene mejores notas que tú; o eres como una niña, no debes llorar.
Cuando se compara a una persona con otra, explica el psicólogo clínico Samuel Merlano, es porque hay regularmente dos intenciones y ambas son negativas por el hecho de no aceptar a los individuos que aman o quieren tal como son, sino por compararlos con las cualidades de una tercera persona.
Datos
Es necesario, normal e inevitable
tener referentes
La primera intención, dice, es llamada aparentemente “positiva”. En este caso, el individuo compara a su ser querido con otro para que al sentirse comparado reaccione y cambie las cosas señaladas.
La segunda es la “maliciosa”. Aquí, las personas que buscan comparar a sus familiares no tienen un objetivo de mejora, sino más bien de hacerles sentir mal, de bajarles la autoestima y de destruir. Quienes buscan comparar no tienen equilibrio emocional ni psicológico, sufren de trastornos psicológicos y tienen amarguras en el alma.
Sensibles a las críticas
Es importante comprender, explica Merlano, que los niños por su inmadurez no expresan en su lenguaje oral el malestar que sienten al ser comparados con otros pares, pero en el lenguaje no verbal se comunican bien y lo manifiestan con desánimo, enojo, rebeldía, indiferencia y apatía. En el futuro serán seres con baja autoestima, buscarán la aprobación de los demás, se mostrarán sensibles a las críticas y, sobre todo, inseguros de ser buenos en lo que hacen.
Asimismo, dice Cattán, los niños o jóvenes se resienten y van desarrollando comportamientos hostiles o se pueden tornar muy encerrados en sí mismos. “La hostilidad como la timidez o falta de destrezas o habilidades sociales pueden provenir de este resentimiento e inseguridad que se generó a partir de las comparaciones hechas por los padres”.
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También, agrega, hay que considerar que los jóvenes por estar en un proceso de cambio físico, psicológico, social y afectivo, existe en ellos inseguridad y buscan muchas veces un “modelo” y van comparándose con otros. “Las principales comparaciones que hacen los adolescentes entre ellos es en lo físico, luego la aceptación de sus pares.
El riesgo que corren al compararse, dice Cattán, está en no valorarse, pero también hay quienes pueden reconocer que siempre habrá otros jóvenes que tendrán diferentes competencias o habilidades que no tienen ellos. Pero eso no necesariamente los pone en desventaja, siempre y cuando el joven conozca sus talentos, sus valores, facultades y destrezas.
Comparaciones a la pareja
Las comparaciones que se le hace a la pareja con un tercero, explica Merlano, crean heridas profundas a través de los años, ya que toda comparación en el fondo está diciendo ¡no te acepto como eres y me gustaría que seas como tal o cual persona! Es normal que en toda relación de pareja se deben mejorar actitudes, comportamientos o maneras de mostrar la afectividad, pero lo más sano es hablarle asertivamente al ser que ama y decirle que le gustaría que mejorara tal aspecto en su conducta para que la relación sea mejor.
“Cuando las personas escuchan de su pareja sus necesidades o peticiones de una manera sincera y con amor, por lo general existen grandes cambios, sin recurrir a las comparaciones que crean distanciamiento, resentimientos y niveles bajos en la afectividad”.
Por último, dice, una comparación hace daño al igual que una herida física. Si hay más comparaciones, habrá más daño emocional y psicológico. Por eso, si una persona expresó inconscientemente una comparación de un ser amado con una tercera persona, debe reconocer su error y pedirle perdón al ser querido por haberle comparado y, sobre todo, manifestarle su compromiso de no volverlo a hacer.
IDENTIFICAR NUESTRO ÁLTER EGO
Resulta imposible no encontrar en otros cualidades que nos identifiquen o que sintamos que podrían complementar nuestra personalidad. El término latino álter ego hace referencia a esta modalidad y el Diccionario de la Real Academia de la Lengua lo define como “persona real o ficticia en quien se reconoce, identifica o ve un trasunto de otra”. En Psicología y en Literatura se lo emplea con distinto uso.
El Dr. Iván Sandoval señala que es necesario, normal e inevitable tener referentes desde la infancia para construir y sostener nuestras identificaciones. “Aquello que la psicología popular llama ‘identidad’ y el psicoanálisis llama el ‘yo’ es la suma de todas nuestras identificaciones”. Explica que este término de la psicología popular, que se refiere a la idea de un yo que posee rasgos opuestos o diferentes a los del yo oficial que es el que reconocemos como propio, a veces puede estar encarnado por otra persona, o también puede ser aquello que aparece en el mismo sujeto de modo inesperado, causándonos incomodidad y sorpresa a nosotros o a otros.
El escritor Leonardo Valencia comenta que en Literatura el álter ego es “un desdoblamiento del escritor, un recurso para proyectar algún tipo de característica personal o conflicto que se resuelve de manera ficcional por el mero hecho de ser volcados a la escritura. Un ejemplo de álter ego podría ser el de Vargas Llosa en su novela La tía Julia y el escribidor. El personaje que escribe radioteatros, Pedro Camacho, el escribidor, proyecta y exagera los temas sobre el oficio literario en la América Latina de los años cincuenta. En esa novela otro álter ego sería Varguitas, inspirado en el mismo Vargas Llosa cuando era joven”.
En la actualidad, cuando lo mediático se impone de manera abrumadora y lo pasajero es la norma, ¿cómo buscar esos necesarios referentes lejos de las estridencias? Valencia recomienda ver, en literatura por ejemplo, las obras de siglos pasados. “Hay que conocer por qué sobrevivieron la literatura latina y griega, qué ocurrió en la novela de los siglos XVI y XVII, y sobre todo leer libros de otras tradiciones. Es decir, tenemos que leer con un espectro de tiempo mayor al de la actualidad inmediata y eso da perspectivas para reconocer o descartar las estridencias”.
El Dr. Sandoval hace énfasis en que es necesario que los referentes identificatorios puedan aportar valores, tales como la responsabilidad, la ética, el respeto, la tolerancia, la honestidad, la coherencia… “Es importante señalar que en este proceso es fundamental no solo lo que se transmite con el ejemplo en el comportamiento, sino lo que se transmite mediante el discurso: a los niños hay que hablarles y decirles cosas acerca de los valores, de lo que uno piensa y de lo que uno cree, porque mediante nuestro discurso estamos transmitiendo valores para la identificación”. Y usted, ¿se anima a identificar su álter ego?
1) Presta atención
¿Sabes cuántas veces al día estás comparándote con otra persona? Empieza por ahí.
Compararse con los demás es tan fácil y frecuente que a veces no nos damos cuenta de que lo estamos haciendo.
Presta atención a esos momentos en los que “te cazas” midiendo tus cualidades o circunstancias con las de otra persona. A continuación viene lo bueno…
2) Observa cómo te hace sentir la comparación
La comparación es un juego en el que casi siempre pierdes. Me explico:
Por guapo, delgado, listo y millonario que seas, siempre encontrarás a alguien que te supere en algún aspecto. Pierdes.
Incluso si te centras en uno sólo de esos aspectos, también es fácil que encuentres a otra persona que gane en la comparación. Pierdes.
Suponiendo que seas tú quien gane en la comparación, tu ego se vendrá arriba temporalmente, pero te verás presionado a mantener tu “estatus”. Y lo más gracioso es que, inevitablemente, caerás del pódium tarde o temprano. Pierdes.
Sabiendo esto, a ti te toca explorar cómo te sientes tú cada vez que te comparas con alguien. ¿Te sientes bien o mal?
Porque, si te sientes bien, no tienes nada que cambiar. Sigue con lo que a ti te funciona.
Pero, en caso de que no te funcione, ya sabes que puedes cambiarlo. Y lo que sigue ayuda bastante…
3) Sé más considerado contigo
Cuando te comparas con otra persona, a menudo estás midiendo sus puntos fuertes con tus puntos débiles. ¿Es eso justo para ti?
No lo es. Y tampoco lo es para la otra persona, a quien quizás le tomes manía sin motivo.
Puede que sea alguien más exitoso que tú y sólo por eso se gane tu antipatía. Cuando, en realidad, puede tratarse de un buen tipo. Alguien que se ha esforzado para llegar a donde está y que, por alto que haya subido, también tiene sus puntos débiles.
Él/Ella tiene su historia y tú, la tuya. Él/Ella tiene sus cualidades y tú, las tuyas.
¿Todavía te parece razonable compararte sin tener todo eso en cuenta?
4) Valora lo que tienes
Por fijarte tanto en las rosas del jardín del vecino, estás perdiéndote el maravilloso jardín que tienes en casa. ¿Por qué no le prestas más atención a lo tuyo?
Tú tienes tus propias cualidades y tesoros. Mira lo bueno de todo eso. Cuídalo. Hazlo crecer.
5) Prescinde del modelo de escasez
No pienses que lo bueno escasea. Si otra persona tiene algo estupendo, ¿por qué crees que queda menos para ti?
Que una persona sea guapa, no te impide a ti ponerte guapa/o.
Que tenga éxito, no te quita el tuyo.
Que tenga la pareja ideal, no te fastidia la posibilidad de tenerla tú.
Lo bueno abunda, si lo buscas. No necesitas quitarle “lo bueno” a esa persona, porque tú tendrás LO TUYO.
6) Rodéate de gente positiva
Aléjate de los envidiosos que ponen verde a todo ser viviente y de aquéllos que compiten hasta en sueños, echando porquería sobre sus supuestos contrincantes. En general, pasa menos tiempo con gente negativa.
Si quieres vivir mejor, elige buenas influencias. Elige a gente generosa, que guste de compartir, de colaborar, de construir… Ya verás qué pronto se te pega esa actitud.
7) Admira y aprende
Mira lo bueno que tienen los demás con admiración (sin sentirte inferior). Disfruta de lo que te muestran, de lo mucho que pueden enseñarte.
A la hora de comparar, hazlo sobre tu propio progreso. Mira dónde estabas ayer y cómo has avanzado gracias a que te lo propusiste.
No tienes necesidad de compararte con nadie más. Tú eres tú, con tus cualidades, con tus gustos y deseos, con tu historia y con tu futuro. Un conjunto único e irrepetible.
Compararse continuamente no suele ser una buena fórmula para aumentar la autoestima, sino todo lo contrario. Las personas perfeccionistas tienden a compararse todo el tiempo con otras personas y a sentirse en posición de inferioridad. La comparación excesiva nunca es buena para nadie. Cuando la comparación viene del exterior, es decir, de otras personas, tal vez es más fácil hacerle frente, pedir que se dejen las comparaciones de lado o hacer caso omiso. Sin embargo, cuando las comparaciones vienen de uno mismo suele ser mucho más difícil hacerles frente, sobretodo porque en la mayoría de los casos las comparaciones suelen hacerse con respecto a personas con una gran cantidad de logros, virtudes y atributos positivos, por lo que es habitual minusvalorarse al hacer tales comparaciones. En otros casos, el perfeccionismo y la baja autoestima pueden llevarnos a tener incluso a una percepción deformada de uno mismo. Dicho de otra forma, existe un complejo proceso psicológico que puede llegar a hacernos sentir inferiores a raíz de una comparación con otra persona, aun cuando en tal comparación la diferencia que vemos no exista. Esto es muy común por ejemplo entre aquellas personas que sufren de anorexia, que tienen una imagen distorsionada de sí mismas que hace que alcompararse con otras personas o con modelos y artistas, se vean como más gordas cuando en realidad no lo son.
Por este motivo, es importante tener en cuenta que las comparaciones no suelen llevar a buen fin. De la misma forma por la que no es bueno estar constantemente comparando a los demás con otras personas, tampoco es bueno que nosotros nos comparemos con otras personas si esto nos lleva siempre a sentirnos defraudados de nosotros mismos.
Lo más importante para lograr aumentar la autoestima es saber comprender que todas las personas son diferentes y también lo es la vida y las circunstancias de cada uno. Mortificarse porque alguien ha obtenido un logro más, una mejor nota, un mejor puesto de trabajo o porque tiene ciertas comodidades en la vida, nunca es bueno. Uno debe aprender a mantener su propia vida y establecer sus propios parámetros, metas y objetivos, basados en lo que uno quiere y no en lo que los demás han podido lograr.
Las comparaciones pueden llegar a tener un lado positivo cuando no son excesivas y no se toman como algo malo, sino que simplemente se toma como una herramienta motivadora para mejorar y alcanzar ciertos logros. Sin embargo, hay que tener cuidado porque la línea que divide cuando la comparación es buena y cuando no lo es, es muy fina y entrar en una dinámica de comparaciones puede llevarnos a un perfeccionismo extremo que no aumentará nuestra autoestima, ni nos harán sentirnos bien.
LAS COMPARACIONES SON ODIOSAS
Aunque todos somos diferentes, tenemos tendencia a compararnos con los demás. Es la naturaleza humana, y mientras que aprender de otros es importante a la hora de tomar decisiones críticas, puede ser un hábito perjudicial si refuerza una imagen irreal o negativa de ti mismo.
1
Reconoce que compararte con otros es un mal hábito.La sociedad a menudo proyecta una imagen de mujeres felices de piel perfecta, y facciones perfectas como ojos grandes, labios carnosos, y ropa de diseñado . Los hombres son altos de piel perfecta, abdominales marcados, y ropa de diseñador con muchas mujeres, y definen eso como la razón de su felicidad. Tienen mucho éxito vendiendo una imagen a la gente que cree que se debería ver y actuar de cierta forma en particular, cuando en realidad cada uno es diferente. Lo que se hace es categorizar a la gente y hacerte creer que no tienes derecho a ser feliz si no encajas en un estilo idealizado. Esa es la razón de que muchas personas caigan en la cirugía plástica, se escondan de la sociedad, y crezcan pensando que hay algo malo en ellos. Compararte con otros, especialmente celebridades, es una forma de tirar tu autoestima a la basura, ya que siempre habrá alguien que sea “mejor” que tu. Probablemente terminarás deseando ser diferente lo que no te conduce a nada, pierdes tiempo, y te coloca en una situación psicológicamente terrible.
2
Date cuenta que todos somos diferentes. La gente nace para ser diferente; no hay dos de nosotros iguales. Tenemos diferentes mentalidades, interpretamos diferente, tenemos diferentes experiencias, y diferentes emociones. Aún los gemelos son diferentes. Siempre se puede mejorar; nadie es perfecto, ni por fuera ni por dentro, aunque haya gente que crea lo contrario. No es bueno permitir que te afecten los comentarios de otros, y debes tener la mente abierta y ser consciente de los otros. Algo bueno es pensar cuáles son las diferencias contigo.
3
No temas ser tu mismo. No importa la estatura, color, religión, género, u orientación sexual, no temas ser tu mismo. Nadie más tiene el derecho a decidir lo que haces, cómo piensas, y en qué crees. Todos venimos al mundo de la misma manera; crecemos, sentimos, analizamos, y eventualmente morimos. Si has olvidado quien eres, encuéntrate nuevamente.
4
Perdona y aprende. Guardar rencores solo te aleja de lo que realmente quieres. Mejor analiza y aprende que te lastima, y evita que vuelva a suceder en el futuro.
5
Acepta que no todo es posible. Habrás escuchado el dicho, ‘nada es imposible’. La verdad no puedes volar, cambiar el clima, viajar en el tiempo, cambiar el pasado, vivir por siempre, hacer que alguien cambie a menos que lo desee, llevarte con todo el mundo, o ser alguien más. Sé tú mismo y aprecia dónde estás.
6
Aprende a manejar el cambio y acéptalo.
7
Sé feliz, sea lo que sea que hagas. Si sientes que necesitas mejorar y te has propuesto un objetivo realista, ve por él ahora. Por ejemplo, deja de maldecir si te hace sentir mejor. Aprende a meditar. Ayuda a otros. Aprende algo nuevo. Aprende a leer más rápido. Escribe poesía, trabaja para tener mejores notas, sé más amable, trata de ser más sociable, entrénate para correr más rápido, aprende a usar mejor el maquillaje, busca mejor ropa, sé un mejor colaborador de wikiHow, trabaja duro para lograr ese ascenso, aprende a manejar mejor tus tiempos, cambia tus hábitos de perfeccionista, etc. Hazlo para te sentirte bien, no porque te sientes mal contigo mismo.Anuncio
- Debes estar en primer lugar porque tienes necesidades. Si haces de todo para ayudar a los demás, lee Cómo superar el Síndrome de Mártir.
- Es mejor ser original que la copia de alguien más.
- Sé paciente y a acepta a otros. Puede requerir bastante entrenamiento, pero a la larga será beneficioso para todos.
- Algunos métodos funcionan para otros y no para ti. Pero no renuncies.
- Aprende de tu experiencia.
- Encuentra cómo sacar tu bronca, frustraciones, decepciones y preocupaciones, con algo que te haga bien, como un diario íntimo, un blog, levantar pesas, componer música, hablar o escribir acerca de lo que te pasa con alguien mas.
- Mejor hacerlo ahora que pensar en el futuro, “qué hubiese pasado si”? Es mejor ser herido y recobrarte que tener que aceptar que viviste una vida aburrida, y que solo tu fuiste responsable.
- Nunca es tarde para soñar o para lograr tu sueño.
- Hay ciertas cosas que cambian de un día para el otro; otras no. Los hábitos pueden ser extremadamente difíciles de abandonar. Compararse con otros es un mal hábito y puede llevarte un tiempo cambiarlo. No renuncies. Piensa que si nunca te rindes, no puedes fallar.
- Si alguna vez sentiste que no podías seguir y cambiaste de idea, es porque te tienes fe. Tómate de esa esperanza en todo lo que hagas.
yo tenia que ser la mejor
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No te compares con nadie. Tenemos la manía de compararnos con quien más tiene para autoconvencernos de lo lamentable que es nuestra vida. ¿Porque no cambiamos el chip y nos comparamos con quien tiene menos que nosotros y así nos empezamos a sentirnos afortunados de lo que tenemos y a disfrutar de ello? Es verdad que hay muchos que llevan mejor vida que nosotros pero nunca olvides que siempre, hay otros muchos peor que nosotros
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quien no compara su vida con la de los demas, es porque sabe que cada viaje es maravillosamente unico
compararme siempre conmigo misma, con mi propio proceso personal, no con nadie mas, una comparacion con otra persona no seria justa. Ej. Carmen lleva 3 entrevistas en la television y cada vez lo hace mejor. Y se siente orgulloso de lo bien que lo va haciendo, de lo que va aprendiendo. Pero si en este momento en lugar de hacer eso, se comparase con Jesus Vazquez q tiene muchas tablas, ya que lleva muchos años y ha aprendido mucho, pues se deprimiria, se hundiria en la miseria, y en este estado mental no conseguiria nada. Que hace? pues no se compara con el, se comparaconsigo mismo con la ultima vez que salio en la tele.
no medirse con los demas, no compararse