Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

9 OCTUBRE

«UN AXIOMA ESPIRITUAL»

Considerado desde un punto de vista espiritual, es axiomático que cada vez que nos sentimos trastornados, sea cual sea la causa, hay algo que anda mal en nosotros.

— DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 88

Yo nunca entendí verdaderamente el axioma espiritual del Décimo Paso hasta que tuve la siguiente experiencia. Estaba yo sentado leyendo en mi cuarto, a altas horas de la noche, cuando de pronto oí ladrar a mis perros en el patio de atrás. Mis vecinos se disgustan con esta clase de perturbación, así es que, entre enojado y avergonzado, temiendo la desaprobación de mis vecinos, inmediatamente hice entrar a mis perros. Algunas semanas más tarde se repitió exactamente la misma situación, pero esta vez, debido a que estaba más en paz conmigo mismo, pude aceptar la situación —los perros tienen que ladrar— y calmadamente los hice entrar. Ambos incidentes me enseñaron que cuando una persona experimenta eventos casi idénticos y reacciona de dos maneras diferentes, no es el evento el que tiene la importancia principal, sino la condición espiritual de la persona. Los sentimientos vienen de adentro y no de circunstancias exteriores. Cuando mi condición espiritual es positiva, yo reacciono positivamente.

Del libro Reflexiones diarias
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Observo que no requiero de tener conflictos muy graves para darme cuenta que cuando algo me molesta es que algo no anda bien en mí, pues si los Doce Pasos me van enseñando a ser sincero, a ser generoso, a ser humilde, a ser tolerante, a tener mente abierta, a tener buena voluntad y a ser amoroso con mis semejantes, entonces me doy cuenta de que me falta mucho para poner en acción, todo el tiempo, los principios espirituales.

En el Décimo Paso hay dos líneas que invariablemente me centran y me cimbran: “Es una axioma espiritual que cada vez que nos alteramos, no importa cuál sea el motivo, hay algo que no está bien en nosotros.”

Un axioma es una proposición o enunciado tan evidente que no requiere demostración, por lo que acepto que la experiencia de millones de enfermos de adicción ha comprobado, una y otra vez, esta verdad eterna de que soy yo el único que tiene la posibilidad de mantener la serenidad de espíritu o permitir que se altere. Así mismo, el hecho de que algo me altere implica que alguna cuestión interna se actualiza y al venir el movimiento emocional hace que surja alguno o varios de mis defectos de carácter.

Aunque al principio del Programa de recuperación pensaba que este axioma no lo era y que simplemente se trataba de una tesis, por lo que podía existir una antítesis que demostrara lo contrario, al ir haciendo una práctica los inventarios diario y en determinados momentos del día he detectado que muchas veces hay cosas simples que me alteran en simples y sencillas solicitudes por parte de mi esposa y de mis hijos, ya que varias ocasiones en cuanto me piden que realice algo surge una reacción de disgusto que nace de mi pereza o de mi incomprensión, así mismo cuando expresan alguna opinión contraria a la que tengo o que deciden hacer algo con lo que no estoy de acuerdo puedo observar que surge mi prepotencia, mi egocentrismo y mi soberbia pues quisiera imponer mis ideas lo que muestra mi intolerancia.

Con estos ejemplos sencillos observo que no requiero de tener conflictos muy graves para darme cuenta que cuando algo me molesta es que algo no anda bien en mí, pues si los Doce Pasos me van enseñando a ser sincero, a ser generoso, a ser humilde, a ser tolerante, a tener mente abierta, a tener buena voluntad y a ser amoroso con mis semejantes, entonces me doy cuenta de que me falta mucho para poner en acción, todo el tiempo, los principios espirituales.

De pronto esto me desesperaba dando lugar a la frustración y tuve que reconocer que lo que estaba buscando era la aprobación de los demás y sobre todo la mía propia, queriendo ser “perfecto”, buscando ser el mejor enfermo de adicción en recuperación, intentando llegar a “la santidad”.

Recordé a un gran compañero, que llevo en el corazón,: “¿Qué parte no has entendido del Programa?”. ¡Se trata de progreso espiritual no de perfección!

El conocimiento empírico y las vivencias no sólo de quienes se encuentran en recuperación sino de aquellos que han intentado el crecimiento espiritual demuestra que se trata de un intento sincero, sin prisa pero sin pausa, de hacer lo mejor posible por estas veinticuatro horas, tanto que si no fuera un común denominador tener que pedir constantemente la eliminación de mis defectos de carácter y actuar en consecuencia poniendo en acción los valores morales positivos, no habría necesidad de hacer un inventario diario, ni el Cuarto Paso me sugeriría que hacer mi minucioso inventario moral es el comienzo de una labor para toda la vida.

De hecho, en muchas religiones se habla de que esta vida es una camino para trascender muchas fallas, resolver conflictos, desarrollar el espíritu y poder avanzar a mundos o dimensiones mejores, de más alta vibración espiritual, incluso que hasta no llegar a la presencia del Creador, Ser Supremo, del Bien, del Arquitecto del Universo, del Espíritu Oculto, en fin de Dios, como yo lo concibo, no se abandonarán por completo todos mis sentimientos de sufrimiento, dolor, envidia y en fin mi apego materialista y egoísta.

Entiendo que en la vida, común y corriente, me perturban muchas cosas como pueden ser: problemas económicos, conflictos familiares, dificultades laborales, complicaciones de salud, violencia e inseguridad en la sociedad, en la familia e individual, desavenencias con los hijos, la esposa, los padres, los hermanos, competencia por logros profesionales, en fin aquello que muy bien se denomina “lucha por la vida” y que implica que se enfrenten mis instintos naturales con los de los demás.

Sin embargo, cuando voy aprendiendo a autoexaminarme puedo percatarme cuál es la razón por la que me trastornan y me doy cuenta que si bien las contrariedades y los aprietos existen el hecho de que en lugar de poder llevarlos con serenidad los sobrellevo con ansiedad, angustia y desesperación es por la vieja costumbre de mi vida respecto a sentirme víctima de la adversidad, de la mala suerte, de los caprichos de los demás y fincar en los otros la razón de mi desazón, en lugar de observar que lo que pasa es que, en primer lugar, veo afectados mis instintos materiales, sociales, sexuales y emocionales por mis propios defectos de carácter; y en segundo lugar, porque no he puesto en acción los principios espirituales que me guíen de manera positiva a contrarrestarlos; ante todo porque no se han eliminado totalmente mis desperfectos de personalidad. En síntesis porque quiero seguir controlando en lugar de reconocer que padezco de una enfermedad que parte de mi falta de poder.

Cuando quiero que se arreglen mágicamente, por mi Poder Superior, mis problemas de índole puramente humano muchas veces me tengo que recordar, a mí mismo, que fundamentalmente pongo mi voluntad y mi vida al cuidado de mi Dios para que Él se haga cargo de mi obsesión, de mi ingobernabilidad y yo pueda poner en acción el Programa de recuperación ejercitando los principios espirituales que me guían hacia el lado positivo y hacia lo mejor para mi recuperación y mi existencia.

Saber que si un problema tiene solución ya no es problema; y que si no tiene solución es un hecho, es algo que a nivel racional me queda claro, mas en lo emocional hace que surja rebeldía porque no es lo mismo saberlo que vivirlo. Entonces, gracias a los Doce Pasos, a mi padrino, a mis compañeros y a la Comunidad de la recuperación tengo las herramientas que me ayudan a ir haciendo parte de mí la serenidad para afrontar las aflicciones y contrariedades en mi vida, porque sé que no estoy solo, que me estoy reconstruyendo y que cuento con personas maravillosas que me otorgan un genuino amor adulto.

Felices 24 horas descubriendo el axioma espiritual.

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