Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

3 OCTUBRE

«SERENIDAD DESPUÉS DE LA TORMENTA»

Alguien que sabía de lo que hablaba comentó una vez que el dolor era la piedra de toque de todo progreso espiritual. Los A.A. estamos completamente de acuerdo con él…

— DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 92

Cuando me encuentro en la montaña rusa de la confusión emocional, recuerdo que el crecimiento es frecuentemente doloroso. Mi evolución en el programa de A.A. me ha enseñado que debo experimentar el cambio que, por doloroso que sea, acabará guiándome del egoísmo a la abnegación. Si he de tener serenidad, tengo que PASAR por la confusión emocional y sus consiguientes resacas, y estar agradecido por el continuo progreso espiritual.

Del libro Reflexiones diarias
Copyright © 1991 por Alcoholics Anonymous World Services, Inc. Todos los derechos reservados.

Si he de tener serenidad, tengo que PASAR por la confusión emocional y sus consiguientes resacas, y estar agradecido por el continuo progreso… Después de la Tormenta siempre llega la Calma… y la Libertad.

He vivido tormentas de ira, miedo, de duda y de tristeza. Unas que han surgido intempestivamente y otras que por mis propios actos o de los demás son previsibles y muy anunciadas. Muchas veces estos eventos en los cuáles la adversidad se presenta me quedó paralizado, viene una reacción de fastidio, de disgusto, de hastío, de aborrecimiento, de repugnancia incluso de cansancio de pasar por lo mismo o por situaciones que debían haber sido trascendidas. Por dura que sea la sacudida, hoy sé que no hay tempestades eternas, que todas son temporales y que todas son pasajeras. He aprendido que ningún ser humano puede sustituirse a mí y que pueda absorber mis penas, mis miedos, mis enojos, sé que solamente puedo recurrir a Dios para pedirle fortaleza, para que me indique cuál es Su Voluntad y tratar de armonizarla con la mía, y pedirle que Él se haga cargo para que mis emociones encuentren el equilibrio pronto.

Esta agitación, ahora me sirve para poner cosas en orden que había dejado, que había retardado o que no quería enfrentar porque la vida y las circunstancias me han alcanzado y cuando yo no decido la vida decide por mí. Así, busco la manera de que esta tormenta sea provechosa para mí, aprender de la experiencia, para mirar dentro de mí con calma y poder mirar las circunstancias y a las personas de otro modo, buscar ser genuinamente tolerante comprendiendo al otro, poniéndome en su lugar, prestándole por un momento la razón y tratar de ver con su propia percepción.

El Décimo Paso me ido dando la sugerencia y la guía para encontrarle lo positivo a estas tormentas y disturbios emocionales al darle un sentido a la adversidad, porque de la misma manera en que el dolor físico me sirve para señalarme que algo no anda bien en mi cuerpo; de la misma manera el sufrimiento tiene la utilidad de indicarme que algo no está bien en mi espíritu. Una vez más encuentro la sabiduría que deriva de la experiencia que la literatura consigna: “Un sabio dijo que “el dolor es la piedra de toque del progreso espiritual”.

Los A.As., estamos completamente de acuerdo en esto, porque sabemos que la pesadumbre que acarreó la bebida tenían que venir antes de la sobriedad, y los disturbios emocionales, antes de la serenidad.” Entonces comprendo porque en recuperación me dicen: “¡la buena noticia es que vas a sentir y la mala es que vas a seguir sintiendo!”, porque para encontrarle sentido positivo al sufrimiento es fundamental tener conciencia, percibir de manera consciente lo que me afecta y para ello la necesidad de detectar, admitir y corregir.

Sin mi nuevo estado de conciencia no existe un sufrimiento útil, porque el sufrimiento que tenía en la actividad generalmente me generaba culpa y no me ayudaba a modificar mi vida. Gracias a estar en recuperación voy teniendo la mente abierta y la buena voluntad de reflexionar sobre mi propia condición y aceptar si soy débil, si soy dependiente, si me falta fe y soy vulnerable, y determinar mi sensación de sufrimiento, de molestia y que esto me ayude a salir adelante corrigiendo aquello que no se encuentra bien en mí, en lugar de auto-conmiserarme. Ya no se trata de sobrevivir en medio de la adversidad que exige un esfuerzo dramático del que es muy difícil “liberarse” y que en mi caso generalmente para hacerlo me evadía y me “liberaba” con el consumo y me quedaba siempre en el intento de querer controlarlo lo que al final me causaba un mayor sufrimiento.

Hoy sé que el sufrimiento es inevitable, que es consecuencia de mis propios actos e incluso puede tener consecuencias dolorosas en mi esposa, mis hijos, mis padres y quienes me rodean. El sufrimiento, la adversidad, el desconsuelo, la amargura, la angustia, la consternación son inseparables al progreso de mi vida y la satisfacción de mis logros generalmente suele estar unida a la forma en que trasciendo mis dificultades, mis contrariedades, mis apuros, mis conflictos, en fin mis embrollos emocionales que además me permiten resolver los obstáculos materiales.

Con el Décimo Paso y con muchos ejemplos de la historia donde las personas se levantan del fango de la miseria humana para encumbrarse espiritualmente he aprendido que el sufrimiento es la piedra angular del crecimiento emocional, mental y espiritual, que de hecho si no hubieran problemas no podría darme cuenta de mi avance, de mi estancamiento o de mi retroceso, de hecho no pondría en acción los valores morales positivos para buscar ser auténticamente un hombre. Si el sufrimiento me vence entonces no tiene ningún provecho, si por el contrario me sirve de acicate en lugar de un mal se convierte en un bien para mi vida.

El asunto práctico es que cuando en mi vida me humillan, me lastiman, me ofenden, cuando me perjudican los demás, así como cuando como consecuencia de mis fallas y errores tengo carencias, quedo aislado, me llega la tristeza e incluso se presenta la frustración, mi reacciones son de querer luchar por la vida, contra la vida y contra todos, así como sentirme víctima, conmiserarme, deprimirme y sentir pena por mí mismo. En la actividad y aún en la recuperación he podido hacer la prueba de que esto no me sirve para nada porque solamente alimenta resentimientos y temores que acabaran conmigo y no me serán de ninguna utilidad.

Gracias a Dios, al tener oportunidad de vivir conforme el Programa de recuperación encuentro los Pasos necesarios para cambiar mi forma de pensar y sentir de manera que la reacción inicial se transforme porque tengo fe en mi Poder Superior y sé que Él me cuida, que no me manda nada que no pueda resistir, que está conmigo si yo no lo aparto de mi vida y que me regala la certeza de que todo estará bien aquí y en el más allá.

Felices 24 horas de serenidad después de la tormenta.

error: Content is protected !!