¿Quién sabe más?
¡Los otros no saben lo que más nos conviene!¡Nosotros no sabemos lo que les conviene más a los demás!
Nuestra labor consiste en determinar lo que más nos conviene a nosotros mismos.
“Yo sé lo que tú necesitas”… “Yo sé lo que tú debes hacer”. “Escucha, en esto es en lo que creo que tú deberías estar trabajando ahora”.
Estas afirmaciones son audaces, creencias que nos alejan de la forma en que operamos en el plano espiritual de la vida. A cada uno de nosotros se nos ha dado la habilidad de discernir y de detectar su propio sendero, sobre una base cotidiana. Esto no siempre es fácil. Quizá tengamos que luchar para llegar a ese lugar quieto, calmado.
Dar consejos, tomar decisiones por los demás, hacer un mapa de su estrategia, no es labor nuestra. Tampoco es labor suya dirigirnos. Aunque tengamos un contrato claro con alguien para que nos ayude. –como en la relación con un padrino- no podemos confiar en que los demás siempre saben lo que más nos conviene.
Tenemos la responsabilidad de pedir guía y dirección. Pero es responsabilidad nuestra clasificar y catalogar la información, y luego escucharnos a nosotros mismos acerca de lo que mas nos conviene. Nadie puede saberlo mas que nosotros mismos.
Un gran regalo que podemos dar a los demás es ser capaces de confiar en ellos, en que ellos tienen su propia fuente de guía y sabiduría, en que ellos tienen la capacidad de discernir lo que mas les conviene y el derecho a encontrar ese sendero cometiendo errores y aprendiendo.
Confiar en que nosotros mismos somos capaces de descubrir a través de ese mismo proceso imperfecto de esfuerzo, -ensayo y error- es un gran regalo que podemos darnos a nosotros mismos.
“Hoy recordare que a cada uno de nosotros se nos ha dado el don de ser capaces de descubrir lo que mas nos conviene. Dios mio, ayúdame a confiar en ese don”.

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