Disfrute
Una de las prohibiciones que muchos de nosotros aprendimos en la niñez es la tácita regla “No te diviertas ni disfrutes de la vida”. Esta regla crea mártires, gente que no se permite aceptar los placeres de la vida cotidiana.
Muchos de nosotros asociábamos el sufrimiento con alguna especie de santidad. Ahora, lo asociamos con la codependencia. Podemos ir viviendo el día haciéndonos sentir ansiosos, culpables, desgraciados y privados. O podemos permitirnos vivir ese mismo día sintiéndonos bien. En la recuperación, eventualmente aprendemos que la elección es nuestra.
Hay mucho de qué disfrutar cada día, y está bien sentirse bien. Podemos permitirnos disfrutar nuestras tareas. Podemos aprender a relajarnos sin sentimientos de culpa. Podemos aprender incluso a divertirnos.
Trabaja para aprender a divertirte. Aplícate con dedicación a aprender a disfrutar. Trabaja tan duro para aprender a divertirte como lo hiciste para sentirte desgraciado.
Nuestro trabajo se verá recompensado. Lo divertido se volverá divertido. La vida se convertirá en algo que vale la pena vivir. Y cada día encontraremos muchos placeres que disfrutar.
“Hoy me permitiré disfrutar de la vida al ir viviendo el día”.

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