Estados de ánimo
Nosotros solíamos permitir que nuestros estados de ánimo determinaran qué y cuánto comeríamos. Si nos sentíamos bien y estábamos llenos de entusiasmo, éramos capaces de concentrar nuestra energía en otra actividad que no fuera comer.
Quizá cuando estábamos de particular buen humor era posible adherirnos por unos cuantos días a alguna dieta.
Cuando nos veían estados de ánimo negativos, invariablemente recurríamos al exceso de comida para consolarnos, e intentábamos disipar los estados de ánimo negativos comiendo en exceso. Cualquier tipo de malestar físico se convertía en una señal para comer.
Luego, también, algunos de nosotros nos descubríamos comiendo cuando estábamos muy contentos, porque no teníamos otra forma de expresar nuestra alegría.
Cuando estamos comprometidos con la abstinencia, tenemos una funda de roca para nuestros hábitos alimentarios que ningún cambio de ánimo puede destruir. No importa cómo nos sintamos en un momento dado, nos abstenemos de comer en forma compulsiva. Los estados de ánimo cambian y pasan, pero la abstinencia permanece.
Afirma mi compromiso con la abstinencia.

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