Comiendo por mamá
Cuando éramos pequeños, hacíamos feliz a mamá cuado nos comíamos lo que ella nos daba. Como nuestras emociones estaban muy enlazadas con las de ella, cuando ella estaba contenta, nosotros estábamos felices también. Quizá desarrollamos la equivocada noción de que entre más comiéramos, más feliz estaría mamá y, por lo tanto, más contentos nos sentiríamos nosotros.
Puede ser que esta ilusión persista hasta nuestra vida adulta. En algún nivel, nosotros quizá aún no nos hayamos dado cuenta de que ninguna cantidad de comida que comamos hará a mamá permanentemente feliz, del mismo modo que no nos hará felices a nosotros. Muchas veces quizá comimos para darle gusto a mamá, en vez de hacerlo porque realmente quisiéramos la comida. En el inconsciente, puede ser que aún pensemos que podemos complacerla consumiendo más comida de la que necesitemos.
A menudo, trabajar el programa de CCA nos da luz acerca de otras cosas que estamos haciendo para poder darle gusto a otra persona. Como cada individuo es responsable de su propia felicidad, no hay nada que podamos hacer para asegurar la felicidad de otra persona. Darnos cuenta de esto en lo profundo de nuestro ser es una poderosa herramienta para mantener la abstinencia.
Que me dé cuenta de lo fútil que es comer para darle gusto a otra persona