La satisfacción del trabajo
Usar el talento y la capacidad que Dios nos ha dado para llevar a cabo el trabajo que Él nos asigna brinda honda satisfacción. Muchos de nosotros solíamos comer pan en cantidades que no necesitábamos. Ahora que comemos menos, descubrimos que obtenemos satisfacción de trabajar más.
El trabajo es una oportunidad de dar a los demás los dones con que se nos ha premiado. Es un compartir que requiere de esfuerzo y disciplina. Si no trabajamos al máximo de nuestra capacidad, merma nuestra satisfacción. En la medida en que damos a los demás nuestros dones, recibimos más.
Guardar la abstinencia mejora la calidad de nuestro trabajo e incrementa nuestro esfuerzo. En vez de hacer sólo lo necesario para irla pasando, se nos reta a dar lo mejor que tenemos. Abstenernos de la compulsión de comer nos puede dar el valor y la confianza necesarios para cambiar de trabajo cuando sea necesario.
Cuando tenemos inquietud emocional, volcarnos en una tarea que nos absorba física o mentalmente puede tener un efecto curativo. Más que una maldición, el trabajo puede ser una bendición, en particular cuando nos damos cuenta de que en último término estamos trabajando con y para nuestro Poder Superior.
Damos gracias por la satisfacción que brinda el trabajo.

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