Escuchar
A medida que aprendemos a escuchar a nuestro Poder Superior, también aprendemos a escucharnos con mayor atención tanto como a los demás. Para escuchar es esencial estar dispuestos a pasar un rato a solas, en silencio. A menudo nos asusta el silencio y el hecho de estar un momento en soledad, por lo que nos escapamos a través de distracciones o sumergiéndonos en el trabajo.
La plegaria no consiste tanto en decir y pedir como en escuchar. En este sentido, se puede practicar la plegaria continuamente durante el día. Al seguir el Paso Tres, estamos entregando nuestra voluntad y volviéndonos receptivos a la voluntad de nuestro Poder Superior. Nos concentramos menos en nuestras preocupaciones egoístas y más en Dios, tal como lo concebimos. Esa comprensión de Dios va creciendo a medida que aprendemos a escuchar.
Al escuchar, nos hacemos conscientes de necesidades, sentimientos y respuestas dentro de nosotros mismos que previamente ignorábamos. Al conocernos mejor a nosotros mismos, somos más directos y honestos con los demás y nos interesamos más en ellos. La comunicación que desarrollamos con nuestro Poder Superior se da a un nivel tan profundo como para permitirnos relacionarnos de una manera más significativa con todos los que nos rodean.
Hoy escucharé Tu voz

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