Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

27 AGOSTO

«CENTRAR NUESTROS PENSAMIENTOS»

Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, se puso a prueba por primera vez la dependencia de A.A. de un Poder Superior. Los A.A. se alistaron en las fuerzas armadas y se encontraban estacionados en todas partes del mundo. ¿Podrían aguantar la disciplina, comportarse con valor en el fragor de las batallas, y soportar…?

— COMO LO VE BILL, p. 200

Centraré mis pensamientos en un Poder Superior. Lo entregaré todo a ese poder dentro de mí. Seré un soldado de ese poder, sintiendo la fuerza del ejército espiritual tal como existe hoy en mi vida. Permitiré que una ola de unión espiritual me conecte a este Poder Superior por medio de mi gratitud, obediencia y disciplina. Que yo permita que este poder me guíe con órdenes para el día. Que los pasos que dé hoy puedan fortalecer mis palabras y mis acciones, que yo sepa que el mensaje que llevo es mío para compartir, regalo generoso de ese poder superior a mí mismo.

Del libro Reflexiones diarias
Copyright © 1991 por Alcoholics Anonymous World Services, Inc. Todos los derechos reservados.

En el Libro “Tal Como la Ve Bill W.” en el párrafo 200, “Fuente de Fortaleza” dice: “Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial la dependencia de A.A. en un Poder Superior atravesó su primera gran prueba. Muchos miembros de A.A. entraron al servicio militar y fueron destinados a diferentes partes del mundo. ¿Serían capaces de aguantar la disciplina, sostenerse en el fragor de las batallas y soportar la monotonía y las angustias de la guerra? ¿Sería suficiente para su ánimo la dependencia que habían aprendido en A.A.? Pues sí.

Pasaron la prueba. Inclusive se registraron menos casos de recaídas entre los que estaban en el frente, que entre los A.A. que se habían quedado en la seguridad de sus hogares. Fueron tan capaces de sobrellevar las penas y dificultades como los demás soldados. En Alaska o en las cabezas de playa de Salerno, su dependencia en un Poder Superior les ayudó. Lejos de ser una desventaja, esta dependencia se convirtió en su mayor recurso de fortaleza.” (DOCE Y DOCE, pág. 42)

Este párrafo del Tercer Paso me recuerda que aún en los momentos de más dificultades cuando parece que todo está en contra es importante tener el valor de distinguir lo que puedo cambiar, hacer a un lado la inseguridad y el temor para entregarme realmente a la dependencia de mi Poder Superior porque Él es quien sabe que es lo mejor para mi progreso espiritual. Además me llama vigorosamente la atención porque el pasaje se refiere a mantener la sobriedad, equilibrio emocional y abstinencia, en medio de la guerra, en medio de violencia, tristeza, dolor, sufrimiento, abatimiento, desesperanza, duda, odio, injuria, ultrajes y agravios constantes junto con un desprecio por la vida o una necesidad de instinto natural de ser muy egoísta para no pensar en la vida de otros, con tal de sobrevivir, por lo que entendiendo estas circunstancias a mí se me hace evidente la necesidad de tener un Poder Superior en el cual creer y del cual depender, encomendándole la voluntad y la vida.

Pareciera que esto es una circunstancia muy lejana a lo cotidiano de mi vida mas sin embargo es totalmente aplicable porque yo enfrento cada día una guerra en contra de mis instintos naturales dislocados, agitados y descoyuntados, de mis defectos de carácter, de mis desviaciones de personalidad, contra mi propia imaginación y contra mi propia manera de ser que me metió en tantos problemas. Esta situación muchísimas veces pasa totalmente desapercibida porque al pasar de las veinticuatro horas voy pensando que eso ha quedado atrás, que el hecho de practicar mi recuperación me deja muy lejos de poder tener una vida ingobernable y mucho más lejos de mi obsesión por consumir. Esto es cierto en gran parte, pero sólo por hoy, puesto que las adversidades de la vida que se me presentan de pronto pueden hacer que sufra disturbios emocionales en los que debo echar mano con toda la buena voluntad de los principios espirituales del Programa cimentando mi respuesta, mi reacción, mi pensamiento y mi conducta en mi dependencia de Dios, para que de una manera auténtica ponga a su cuidado mi cuerpo, mi mente y mi espíritu.

Es muy claro lo que el penúltimo párrafo del Tercer Paso dice: “Cuando empezamos a amoldar nuestra voluntad a la de Dios, es cuando empezamos a usarla debidamente. Para todos nosotros ésta ha sido una revelación admirable. Nuestro mal ha sido el mal uso de la fuerza de voluntad. Con ella tratamos de demoler todos nuestros problemas, en vez de tratar de que estuvieran de acuerdo, con las intenciones de Dios para con nosotros. Conseguir que vaya aumentando nuestra capacidad para lograrlo, es el propósito de los Doce Pasos…”

En mi caso personal, el reto diario de mi recuperación se centra en que yo actúe de manera positiva para crear y mantener mi estabilidad emocional que requiere de unificar mi fuerza de voluntad con la Voluntad de mi Dios (Hacer Su Voluntad), y de esta forma dejar en sus manos que Él se apodere de mi enfermedad, lleve mi obsesión y elimine mis defectos de carácter en el momento y en el tiempo que Él decida; pues si solamente busco en la recuperación que mi Dios se haga cargo de lo malo de mi vida pero yo no acciono en el ejercicio de pensamientos, emociones y actitudes positivos, entonces no puede existir equilibrio y el no hacerlo un hábito no permite que tenga estabilidad.

Centrar mis pensamientos y mis sentimientos en mi Dios me permite estar seguro porque es la forma en que me pongo a Su Cuidado como me sugiere el Tercer Paso puedo estar seguro de que mi actuación es correcta pues comienza con el hecho de que por mi libre albedrío haga la elección y tome la decisión de Hacer la Voluntad de mi Dios, por tanto si actúo de esta manera me aseguro que voy a hacer el firme intento de ser paciente, tolerante, humilde, bondadoso, generoso, comprensivo, alentador, caritativo, misericordioso, indulgente, benefactor, armonioso y amoroso lo cual necesariamente tiene como resultados que exista un cambio profundo en mi forma de ser, en mi personalidad y por tanto me conduzca con un nuevo estado de conciencia que me permita ser solidario con mis semejantes y de esta manera estar unido a Dios, y yo he encontrado que una manera recurrente y fácil de hacerlo y de solicitar el auxilio de mi Poder Superior y de ponerme en disposición para depender de Él es decir sinceramente la Oración de la Serenidad.

Felices 24 horas de dependencia en mi Poder Superior.

error: Content is protected !!