Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

21 AGOSTO

«SOLAMENTE TRATAMOS»

Mi estabilidad me llegó al tratar de dar, no de exigir que se me diera.

— LO MEJOR DE BILL, p. 43

Mientras que yo trate, con alma y corazón, de pasar a otros lo que otros me pasaron a mí, y no exija nada a cambio, la vida es buena. Antes de entrar al programa de Alcohólicos Anónimos nunca fui capaz de dar sin exigir algo a cambio. Muy poco sabía yo que, una vez que empezara a dar libremente de mí mismo, comenzaría a recibir, sin nunca esperar o exigir nada. Lo que recibo hoy es el don de la “estabilidad”, como le pasó a Bill: estabilidad en mi programa A.A. y estabilidad dentro de mí mismo; pero sobre todo, estabilidad en mi relación con mi Poder Superior, a quien yo he elegido llamar Dios.

Del libro Reflexiones diarias
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Si examinamos los disturbios emocionales que tenemos, tanto grandes como pequeños encontramos en la raíz de esto, alguna dependencia dañina y por consiguiente una exigencia también dañina.

En el libro “Lo Mejor de Bill”, en el capítulo relativo a “La Sobriedad Emocional” me comparte una sugerencia que me ha sido muy útil para mantener, sin prisa pero sin pausa, mi recuperación cuando me dice: “En los primeros seis meses de mi propia sobriedad, trabajé mucho con muchos alcohólicos. Ni uno solo tuvo éxito. Sin embargo ese trabajo me conservó sobrio. No se trataba de que ninguno de esos alcohólicos me diera nada. Mi estabilidad llegó al tratar de dar, no de exigir que yo recibiera en igual medida.

Así pienso que puede resultar con la sobriedad emocional. Si examinamos los disturbios emocionales que tenemos, tanto grandes como pequeños encontramos en la raíz de esto, alguna dependencia dañina y por consiguiente una exigencia también dañina. Librémonos entonces, con la ayuda de Dios, de esas dependencias que nos hacen cojear. Así nos hallaremos en libertad de vivir y de amar; así podremos ayudarnos a nosotros mismos y a otros con la sobriedad emocional.”

Cuando todo lo demás falla, trabajar con otro enfermo de adicción siempre funciona es algo que dice con todo el conocimiento empírico el Libro Grande en su Capítulo VII, “Trabajando Con Los Demás” al igual que en el Texto Básico de Narcóticos Anónimos y que se replica en la literatura de todos los grupos de autoayuda que se han derivado de A.A. y sus Doce Pasos. Sin embargo, al principio me parecía una exageración que Bill W. al tener su experiencia espiritual se dedicara a andar buscando otros borrachos sin ton ni son, impulsado por la nube rosa de sentirse liberado del rey alcohol que lo había hecho su esclavo en un afán de querer librar a todos los alcohólicos de la bebida, algo muy similar a lo que me pasó a mí después de que creía haber entendido el Programa y me llegó el sentimiento espiritualoide y evangelizador e incluso reprobatorio de todos aquellos que no sabían vivir bien, fueran adictos o no.

En mi caso personal, y pienso que así le pasó a Bill W., los asuntos de índole puramente humano y la naturaleza del hombre me demostraron pronto que no tengo ninguna suma potestad para cambiar a nadie y “hacer milagros”; no había entendido que si dejaba de consumir era simplemente por la gracia de Dios, puesto que cada vez que lo hice con mis geniales ideas, mi gran capacidad y mi autocontrol siempre fracasé. Entonces ¿si yo no podía salvar a ningún alcohólico y/o adicto para qué requería transmitir el mensaje como parte de mi recuperación, y como paso tan concreto como el Doceavo Paso?

Al leer el Libro Grande lo fui entendiendo, mas al poder leer y releer más seguido este pequeño libro de “Lo Mejor de Bill W.” me fue fácil subrayar y quedar impactado por lo pragmático de la respuesta: ¡se trata de que me llegue la estabilidad emocional!, precisa y justamente lo que siempre he buscado en mi vida desde la niñez, en la adolescencia, la juventud y la adultez cronológica en actividad y sobre todo cuando desesperado por no poder dejar de sufrir acudí al Programa de recuperación para poder parar de consumir y empezar a poder a tener armonía en mi vida interior para tener la oportunidad de tener concordia y conformidad en mi convivencia con los demás seres humanos y así encontrarme de una mejor manera con mi Dios.

Dar sin esperar nada a cambio y saber dar es una de las cosas que siempre me trataron de inculcar en mi casa desde pequeño, mas el ritmo de la vida que decidí tomar me hizo olvidarlo para preferir aquello de pensar primero yo, después yo y siempre yo; porque aún en aquellos casos que pensaba que había actuado a favor de otro, en realidad buscaba el reconocimiento a mi persona para ser mejor aceptado y así recibir mi recompensa.

Olvidarme de mí mismo para poder encontrarme, como dice la Oración de San Francisco, reducir mi egoísmo, mi egocentrismo, mi egolatría y mi egotismo y de ser posible permitir que Dios aniquile mi ego torcido y tergiversado, mientras yo me pongo en acción para ser generoso, altruista, considerado, optimista y de esta manera yo mismo ser el instrumento de Dios para darme el propio servicio de recibir la dádiva que contiene la espiritualidad del Programa de la recuperación y mantener la sobriedad emocional que el mismo regala al darlo sin medida y desinteresadamente a otro, porque requiero de que se unan otros enfermos de adicción para poder mantener mi recuperación puesto que la vida me demostró que yo no puedo solo con esta enfermedad emocional y adictiva tan perversa.

Diariamente en mi oración y pequeña meditación de la mañana de buena voluntad abro mi mente para intentar vivir la Oración de San Francisco que me guía a ejecutar los principios espirituales del Programa, he aprendido a decir con convicción la Oración de la Serenidad para poder esquivar, aguantar y/o trascender los momentos difíciles que la vida me presenta y esto me ha ayudado más de una vez, porque inevitablemente muchas veces mis defectos de carácter acaban por imponerse guiados por mi egoísmo mas irrefutablemente siempre que he estado a punto de cometer un gran error, de sentir que la obsesión se acerca y mucho más fuerte he sentido que la ansiedad, el abatimiento, el temor, la ira, las exigencias y la lujuria están por imponerse, hablar con un compañero, con mi padrino o acercarme a un recién llegado (trabajar con otro) me ha regalado la quietud, la tranquilidad y la paz de la sobriedad emocional.

Felices 24 horas de estabilidad.

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