Los buenos espíritus
Muchos descubrimos que para sostener la abstinencia necesitamos evitar el alcohol, así como el azúcar y las harinas refinadas. Es sorprendente la similitud que hay entre la compulsión de comer y el alcoholismo. Con frecuencia, los alcohólicos son comedores compulsivos y viceversa.
Tanto el alcohol como el azúcar provocan un bienestar artificial que, para que se mantenga, necesita cada vez más cantidad de la sustancia adictiva. Tanto la comida como la bebida pueden usarse como un escape para fugarse de las realidades desagradables de la vida, y el abuso de ambos implica defectos de caracteres similares.
Los espíritus que se encuentran en el alcohol y en el azúcar nos derrotan. No hay sustituto para la fe en un Poder Superior, y la paz y la alegría que nos da la fe. El alcohol distorsiona nuestra percepción de la realidad y con el tiempo actúa como un depresor. El Espíritu de Dios en nuestro corazón aclara nuestro entendimiento y nos proporciona entusiasmo y un júbilo profundo.
Señor, necesito Tu Espíritu.

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