Tómate un descanso mental
Cuando nos sentíamos cansados y aburridos, teníamos el hábito de comer o beber algo. La comida ha sido nuestro estimulante número uno.
Además del refrigerador hay muchos sitios a los que podemos acudir para refrescarnos. Podemos estimular la mente en vez del apetito leyendo algo que valga la pena y que nos haga pensar. Podemos escuchar música o simplemente asomarnos a la ventana más próxima. Además del estímulo intelectual, hay muchos otros festines sensoriales que podemos haber estado pasando por alto.
Durante nuestra recuperación de la compulsión de comer, cada vez nos liberamos más de la obsesión por la comida y nos interesamos más en el mundo que nos rodea. Cuando nuestro cerebro ya no esta aletargado por el azúcar refinada, encontramos nuevos pensamiento e ideas que nos proporcionan placer. La próxima vez que nos sorprendamos pensando que comer, tratemos de consumir lo placentero con los ojos, oídos o mentes en vez de hacerlo con la boca.
Que disfrute plenamente de todos los sentidos y capacidades que Tú me has dado.

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