Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.
12 AGOSTO
«UNA MIRADA HACIA ATRÁS»
Primero, echamos una mirada a nuestro pasado e intentamos descubrir en donde hicimos algún mal; segundo, hacemos un enérgico esfuerzo para reparar el daño que hemos causado….
— DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 75
Como un viajero en un nuevo y emocionante viaje A.A. de recuperación, yo experimenté una nueva tranquilidad de espíritu y el horizonte apareció claro y brillante en lugar de ser oscuro y turbio. Revisar mi vida para descubrir en dónde había fallado me parecía ser una tarea ardua y peligrosa. Era penoso hacer una pausa y mirar hacia atrás. ¡Tenía miedo de que fuera a tropezar! ¿No podía olvidar el pasado y solamente vivir en mi nuevo y dorado presente? Me di cuenta de que aquellos a quienes había perjudicado en el pasado se interponían entre mi persona y mi deseo de continuar en mi viaje hacia la serenidad. Tenía que pedir valor para enfrentarme a esas personas en mi vida que todavía vivían en mi conciencia, para reconocer y tratar la culpabilidad que me producía su presencia. Tuve que mirar los daños que había causado y disponerme a hacer reparaciones. Solamente entonces pude reanudar mi viaje del espíritu.
Del libro Reflexiones diarias
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Vamos a conocer una libertad y una felicidad nuevas; No nos lamentaremos del pasado ni desearemos cerrar la puerta que nos conduce a él; Comprenderemos el significado de la palabra serenidad y conoceremos la paz…
El primer párrafo del Octavo Paso sintetiza gran parte de todo lo que los Pasos anteriores implican al decir: “Primero miramos hacia atrás, y tratamos de descubrir en que nos hemos equivocado; segundo hacemos un esfuerzo firme encaminado a reparar los daños que hemos causado…”, porque partiendo de la admisión de mi impotencia e ingobernabilidad hasta el hecho de pedir a Dios que se eliminen mis defectos de carácter he estado en una constante revisión de mi historial, de mis consecuencias, realizando un minucioso inventario moral para poder conocer la naturaleza exacta de mis defectos, reconociéndolos y admitiéndolos, para poder estar enteramente dispuesto y solicitar que se eliminen mis defectos de carácter; y todo esto me lleva a un análisis muy profundo para poder descubrir en que me he equivocado, incluyendo mi pasado reciente y mi presente continuo de manera que me encamine a revisar la lista de las personas a las que he afectado y entonces tenga la disposición previa a la acción de reparar el daño que he causado.
En todo este proceso de vivir real y auténticamente los Pasos no me da miedo tomar el rumbo si realmente he descubierto y tengo a mi Poder Superior, pues si efectivamente Él está al frente y estoy bien dispuesto a hacer Su Voluntad, es muy probable que vaya teniendo la docilidad para actuar de manera distinta, de “hacerle al revés” y poner en acción lo positivo de mi ser y en operación los principios espirituales con la idea de contrarrestar los desperfectos y desvíos de mi personalidad y esperar a que Dios me los elimine, en el momento y por el lapso que Él determine.
Revisar mi pasado era algo que buscaba no tener que afrontar por la vergüenza que me ocasionaba o porque mi tendencia a minimizar consecuencias me decía que no había sido tan grave, al mismo tiempo era una manera de no querer afrontar los efectos concretos de mis malas decisiones, de mis indecisiones y de mi ingobernabilidad, puesto que lo que se refería a la impotencia y a lo que puedo recordar y deducir de mi actividad en la intoxicación por el consumo, por duro, triste, penoso y vergonzoso que fuera no me causaba el mismo grado de negación, porque para mí fue bastante más sencillo reconocer que cada vez que intenté ganarle la batalla mano a mano al alcohol siempre acabó derrotándome ya que se hizo mi dueño, se erigió en mi rey y yo dependía de él para poder sobrevivir las implicaciones de su mismo consumo pero fundamentalmente subsistir, intentar resistir y buscar enterrar los resultados de mis emociones, pensamientos y acciones negativos que imperaban en mi vida por mis defectos de carácter.
Hay circunstancias que no puedo diferir y que sin importar las pocas o muchas veinticuatro horas de recuperación tengo que afrontar y no justificar que me faltan por trabajar muchos pasos para esquivar la necesidad de estar dispuesto a reparar e incluso hacer reparaciones, buscando la guía del padrino o de los compañeros, ya que uno de los grandes problemas que encuentro para poder vivir serenamente es ir deshaciéndome de cuestiones que me traigan remordimiento y que requieren no sólo del perdón a mí mismo sino de que pueda reparar los daños efectuados.
Es muy probable que al poner un nombre en la lista y tener la disposición para reparar pueda establecer que hay tiempo para hacerlo; sin embargo solamente tengo un día a la vez y si se presenta la ocasión tengo que tener la entereza de espíritu para hacerlo, no por el hecho de que el otro me perdone sino porque lo que me indica el enunciado del Octavo y Noveno Pasos me lleva a reparar y una reparación no parte del hecho de que yo sea perdonado, en mi experiencia he vivido que quizá se requiera del perdón del otro para tener la oportunidad de hacerle la reparación mas no siempre es indispensable como no lo es hacerlo de manera directa, sin que esto sea una justificación para evadir directamente cuando es posible, por eso lo evalúo siempre con mi padrino.
Remediar un daño, desagraviar una ofensa implica hacer los cambios necesarios para que algo que está descompuesto, roto o en mal estado deje de estarlo, por eso debo ser muy cuidadoso ya que es probable que haya ofensas que ya nadie recuerda, arreglos que ya han hecho los otros, trabajo personal que ha puesto en buen estado a los demás y cosas rotas que es obvio jamás quedarán bien pegadas ni tendrán el mismo aspecto porque siempre existirá aunque sea un micrométrica fisura.
En busca de la imperturbabilidad, la entereza, el valor y la ecuanimidad he levantado mi propio historial externo e interno con la idea de poder aligerar mi carga de sufrimiento, de ignominia, de apocamiento, de violencia, de cobardía y de pavor y tener la fortaleza, integridad y honradez de corregir, desagraviar, resarcir reparar todo lo que he afligido, perjudicado, infligido, herido e infringido. Al fin, en la medida que he ido admitiendo, reconociendo, aceptando y reparando todas las lacras de mi vida puedo irme sintiendo en armonía con mi mundo, reconociendo que no hay mejor forma de resarcir que con mi diario vivir con un nuevo estado de conciencia, con un cambio profundo de personalidad que surja de mi despertar espiritual, que me lleve a vivir con valore morales positivos y que vayan disminuyendo drásticamente mi ego.
No se trata exclusivamente de ofrecer disculpas, de solicitar disculpas, de reintegrar dinero y bienes, de aceptar la andanada de reclamos de quienes he ofendido, ni de confesarse cara a cara de lo que he engañado, mentido, difamado y perjudicado sino de que mi vida tenga un giro de ciento ochenta grados que me ubique en el extremo opuesto de mi egoísmo, de mi egocentrismo, de mi egolatría y de mi egotismo para comenzar a ser generoso, altruista, benévolo, bienhechor, caritativo, desprendido, misericordioso y noble, en fin que realice todos los actos necesarios para existir como un buen ser humano y pertenecer dignamente a la Comunidad de la recuperación.
En pocas palabras poder vivir las tres primeras Promesas del Programa: “Vamos a conocer una libertad y una felicidad nuevas;
No nos lamentaremos del pasado ni desearemos cerrar la puerta que nos conduce a él; Comprenderemos el significado de la palabra serenidad y conoceremos la paz…”
Felices 24 horas en mi viaje del espíritu.