Simplicidad
Alguien ha dicho que Dios es sencillo, que somos nosotros los complicados. Entre más simplificamos nuestras vidas, más efectivos nos volvemos.
Un plan de alimentación sencillo nos libera de la preocupación de la comida. En él, decidimos qué comeremos en nuestros tres alimentos cotidianos, luego lo reportamos a un padrino y, por último ya podemos olvidarnos de la comida. Ahora sí, somos libres para concentrarnos en las labores y actividades del día. En contraste, ¡qué desordenadas y embrolladas eran nuestras vidas cuando nos dábamos atracones!
El poner nuestra voluntad y nuestra vida al cuidado de nuestro Poder Superior nos libera de la preocupación acerca de nosotros mismos. En vez de tratar de discernir métodos complicados para salirnos con la nuestra, somos libres de vivir cada día tal y como Dios nos lo manda, confiados en Su voluntad.
A medida que crecemos dentro de este programa, que crezcamos en simplicidad