La abstinencia es libertad
Al principio, cuando apenas empezamos a practicar la abstinencia, ésta puede parecernos una restricción, una limitación o una negación. No nos gusta la palabra, no nos gusta dejar nuestra comida favorita, no nos gusta medir, pesar y escribir menús. A veces decidimos abstenernos a regañadientes, considerando la abstinencia como un castigo por nuestras pasadas indulgencias y como una amarga medicina para nuestra enfermedad.
Recordemos que a lo que estamos renunciando es a la grasa, al letargo y al antojo incontrolado de más y más comida. No abstenerse es seguir siendo esclavos de la compulsión de comer en exceso. Antes de entrar a CCA, no éramos libres. Éramos prisioneros de nuestra compulsión.
La abstinencia no es negación. Es la positiva libertad de la obsesión por la comida y de los efectos debilitadores del comer en exceso. Por medio de la abstinencia nos liberamos para vivir vidas activas, interesantes, satisfactorias. Somos capaces de trabajar y de amar, y de servir y disfrutar de forma nunca antes conocida.
Cuando elegimos la abstinencia, elegimos libertad.
Gracias, Señor, por la libertad.
 

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