Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

10 AGOSTO

«REDOBLAR NUESTROS ESFUERZOS»

Hasta cierto grado, ya lo ha hecho al hacer su inventario moral, pero ahora ha llegado el momento de redoblar sus esfuerzos para ver a cuántas personas ha lastimado y de qué manera.

— DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 75

Según sigo creciendo en sobriedad, llego a tener más conciencia de mí mismo como una persona valiosa. En este proceso puedo ver mejor a otros como personas y con esto viene la comprensión de que éstas eran personas a quienes yo había lastimado durante mis días de bebedor. Yo no solamente mentí, mentí respecto a Tomás. No solamente engañé, engañé a Pepe. Lo que aparentaban ser solamente acciones impersonales fueron realmente afrentas personales porque eran gente —gente de valor— a quienes yo había ofendido. Necesito hacer algo respecto a la gente que he ofendido para poder disfrutar de una sobriedad pacífica.

Del libro Reflexiones diarias
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Hasta cierto grado, él ya ha hecho esto cuando hizo el inventario moral, pero ahora ha llegado el momento de redoblar sus esfuerzos para ver a cuántas personas ha hecho daño y en qué forma.

El Octavo Paso me vuelve a mostrar la gran importancia que tiene haber hecho y seguir haciendo mi minucioso inventario moral, pues de esta práctica deriva la posibilidad de avanzar en el desinflamiento de mi ego a través de hacer mi lista de personas a las que he dañado y llegar a la disposición de reparar el daño causado, y por ello expresamente sugiere: “Al hacer el inventario moral, se ha avanzado hasta cierto grado; pero ahora es el momento de redoblar los esfuerzos para poder darnos cuenta de a quien se ha lastimado, y en que forma.”

Saber cuántas personas en genérico he dañado me auxilia mas poder determinar minuciosamente a quiénes he agraviado, ofendido y perjudicado, así como determinar con que actos y de que manera lo he hecho es algo que me permite comenzar a vislumbrar la fuerza y el alcance de mis defectos de carácter materializados en actos concretos y que normalmente fueron potencializados en la intoxicación y peor aún en la inconciencia de mi ingobernabilidad, puesto que si bien para el común de las personas e incluso para mí mismo, los actos intoxicado tienen alguna explicación, no por ello están justificados, cuando me ataca el vaivén emocional, se descoyuntan y desenfrenan mis desvíos de personalidad no es fácilmente comprensible y me ha costado trabajo, incluso detectar y admitir para estar en la posibilidad de corregir; y si a mí me cuesta un esfuerzo a los demás que no conocen el fondo real de mi enfermedad les es bastante incomprensible mi mal proceder.

Individualizar, ponerle nombre, apellido y rostro a cada persona que he afectado es un trabajo que requiere su minuciosidad para que mi lista esté completa, para que no me quede en el abstracto de compartir de manera genérica los daños que causé, lo mal que me porté, lo infiel que viví, lo violento que arraigué, lo desagradecido de mi actuar, lo prepotente de mi pequeñez, lo vengativo que ejercí, la mentira que ejecuté, lo ladrón que cometí, lo asesino que guardé, en fin lo perverso, torcido y nefasto de mi ser, puesto que si ya me confronta de manera general mencionar las “linduras” de mi ego el ejercicio de identificarlo con actos y personas concretas entraña mi firme compromiso de no guardar nada para entregarle mi carga completa a Dios y que mi Poder Superior sea quien se lleve esto.

Al recordar que lo que hago con otros lo hago con Él, me es más sencillo encontrar, a través de la oración, la disposición de reparar los daños, entendiendo que esto es parte esencial de hacer la Voluntad de Dios que, para mí, es realizar las cosas por amor a Él y a mis semejantes. No siempre es posible hacer una reparación directa y en otras ocasiones la persona o la circunstancia que quiero reparar ni siquiera es algo que se sepa o que deba saberse por lo que mi reparación puede hacerse de manera indirecta.

De esta manera oro, medito y actúo genuinamente para que mi Poder Superior me transforme, me cambie, me ilumine, me ayude, y a través de la recuperación me haga un hombre distinto y llene mi espíritu de Su amor para poder amar a todos sin distinción, para que me otorgue la gracia de cumplir siempre Su Voluntad y pueda amarlo con la integralidad de mi ser.

En mi caso personal, la auténtica disposición y en su momento la reparación de todos los daños y perjuicios que he causado, se sustenta en cumplir el modo de vida que me regalan los Doce Pasos, un día a la vez, de tal manera que la concatenación de los días vayan demostrando un verdadero cambio de personalidad, un nuevo estado de conciencia y mi despertar espiritual sea un hecho tangible en mis relaciones y en mis actos conmigo y con los demás.

Cada día es necesario vivir los Doce Pasos más que como un estilo de vida se conviertan en la esencia de mi expresión, de mi conducta, de mi actitud, de mi carácter y de mi proceder en mi existencia.

Felices 24 horas redoblando mis esfuerzos.

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