Sabias que…

El Libro Grande cumple 50 años como «padrino» más eficaz de A.A.

Cuando el primer ejemplar de Alcohólicos Anónimos salió de la imprenta, en abril de 1939, nadie pudo proveer que, de toda la literatura no novelesca, llegaría a ser uno de los más grandes «Éxitos de librería» que se hubiera publicado. Sabemos que se han distribuido o vendido ocho millones de ejemplares desde aquella fecha; lo que no podemos calcular es el número de alcohólicos enfermos que, debido a la amplitud y fuerza espiritual del libro, hayan logrado su sobriedad.

En 1939, después de una discusión acalorada, se fijó su precio en $3.50, algo elevado en aquel entonces, y solamente diez centavos menos de lo que cuesta hoy en día. Para compensar, Bill W., el cofundador de A.A., y sus amigos seleccionaron el papel más grueso que pudieran encontrar. Según Bill lo recordó más tarde:

«El volumen original era tan abultado que se le puso el nombre ’Libro Grande’. La idea, por supuesto, era convencer al comprador alcohólico que el libro realmente valía lo que costaba.»
La secretaria no alcohólica de Bill, la fallecida Ruth Hock, lo recordaría distintamente. Como ella lo entendía, el razonamiento fue «que todos los que iban a leer el libro estarían al principio temblorosos y nerviosos, y no quisieron utilizar caracteres muy pequeños ni papel muy fino. Creían que un alcohólico podría desenvolverse mejor con paginas gruesas.»

Bill empezó a trabajar en el Libro Grande en la primavera de 1938, sin tener concebido ningún bosquejo de la obra. Ruth, quien puso el manuscrito a máquina, contó que Bill solía llegar a la oficina de la Fundación Alcohólica (ahora la Oficina de Servicios Generales de A.A. World Services, Inc.) Llevando sus papeles amarillos de borrador con notas para cada capitulo. Estas, ella dijo, «eran el fruto de mucha reflexión, después de horas de discusión, en pro y en contra, con todo aquel que pudiera interesarse.» Bill se quedaba de pie detrás de Ruth dictando el material mientras ella lo escribía a maquina. El trabajo fue a paso lento, ella explicó, porque Bill lo suspendía cada vez que llegaba un visitante a la oficina deseoso de hablar.

Mientras tanto, se encontraban con graves obstáculos. Aunque Bill recibía «nada sino el más caluroso respaldo» de los miembros de Akron, los neoyorquinos le estaban dando lo que él describía como «un verdadero vapuleo.» Es posible quo la gente de Akron concordara más con las ideas espirituales de Bill, mientras que los de Nueva York fueran agnósticos, escépticos, o ambas cosas. Además, los akronenses tenían confianza en el Dr. Bob, el otro cofundador, hombre al que toda la comunidad tenia en la más alta estima; su apoyo para el propuesto libro sirvió casi como una garantía de que los miembros de Akron lo respaldarían.

Después de mucha discusión, y mucha incitación por parte de Bill, la conciencia de grupo prevaleció en ambas ciudades donde A.A. empezó, y el camino parecía estar libre, si no hubiera sido por una pega algo pegadiza: la falta de dinero.

Pocos de los alcohólicos en recuperación tenían dinero para invertir; no obstante, por fin se lograron vender acciones muchas de ellas a plazos en la apresuradamente establecida Works Publishing, Inc. (ahora conocida por el nombre de A.A. World Services, Inc.) -así denominada, Bill dijo, «porque este volumen seria solamente la primera de muchas ’obras’ parecidas.»

Algunos de los pioneros dicen que el nombre de la Foto (Para conmemorar el 50 aniversario del Libro Grande, esta tarta de cumpleaños adornada con replicas de las sobrecubiertas de la primera y presente ediciones, fue servida en la Conferencia de Servicios Generales en abril.)
Compañía tuvo su origen en uno de los lemas favoritos de los miembros, «It works» [Obra; es decir, surte efecto]. Otros dicen que el nombre se deriva de la citación del evangelio predilecta de los akronenses (Santiago I, 4): «La fe sin obras es letra muerta.»

Se emprendió la publicación del Libro Grande con poco dinero; no obstante, se logró publicarlo. También de importancia es el hecho de que el libro dio su nombre a un pequeño movimiento de esfuerzo personal que hasta aquel momento se había conocido únicamente como la Fundación Alcohólica, con solamente 100 miembros. Hoy día, Alcohólicos Anónimos tiene aproximadamente 1.800.000 miembros en 134 países. Además, su programa de recuperación sirve de pauta para Al-Anon, Narcóticos Anónimos, Jugadores Anónimos, y otros venturosos programas de esfuerzo personal.

El Libro Grande en sí mismo ha abierto la puerta hacia una vida de cómoda sobriedad para miles de alcohólicos enfermos que, de otra manera, podrían no haber encontrado ayuda. Ha ofrecido evidencia contundente a parientes y amigos de que los bebedores empedernidos pueden recuperarse, y les ha hecho posible enfocar el problema de nuevas e interesantes formas a médicos, sicólogos, miembros del clero y otros profesionales que tratan con alcohólicos.

La primera edición del Libro Grande estaba dividida en dos secciones principales. La primera parte establecía, con palabras de esperanza e inspiración, los principios que estaban manteniendo sobrios a los A.A.

La segunda parte se componía de las historias de recuperación, escritas por los pioneros de Akron y de Nueva York. La única sección que no fue escrita por un A.A. era la declaración introductoria redactada anónimamente por un medico de Nueva York quien, más tarde, fue identificado como el Dr. William D. Silkworth, uno de los primeros amigos de A.A. de la medicina.

La sección tal vez mas citada del Libro Grande es el primer párrafo del quinto capitulo, titulado «Cómo Trabaja», que comienza con las palabras «Rara vez hemos visto fracasar a una persona que haya seguido concienzudamente nuestro camino.» En el mismo Capitulo, Bill también amplió los seis pasos sugeridos del programa de palabra, convirtiéndolo en los Doce Pasos como lo conocemos ahora. El razonaba así: «quizás debiéramos dividir nuestros seis trozos de verdad en pedazos más pequeños. De esa forma seria más fácil apretar las clavijas a nuestro lector lejano y, al mismo tiempo, podríamos ampliar y profundizar las implicaciones espirituales de nuestra presentación entera,» Bill redactó los Pasos echado en la cama, según dijo su esposa, Lois, más tarde, no porque estaba enfermo, sino porque a él le parecía que éste era «el sitio más propicio para pensar.»

Emocionado por el logro, Bill leyó los Pasos a dos amigos de A.A., uno que llevaba tres meses escasos sobrio. Sus criticas inmediatas de que «hay demasiado de esto de Dios» y «es demasiado severo» condujeron a cambios sustanciales. Por ejemplo, la primera redacción del Séptimo Paso decía: «Humildemente, Le suplicamos de rodillas que nos liberase de nuestros defectos-sin ocultar nada.» En el manuscrito publicado apareció ablandado: «Humildemente le pedimos que nos liberase de nuestros defectos.»

Bill, cuando empezó a redactar el Libro Grande, llevaba menos de cuatro años sobrio, lo cual parece un milagro. Pero no lo hacía a solas.

Alcohólicos Anónimos es de veras un milagro múltiple, porque cada capitulo escrito por Bill fue «revisado» por los A.A. de Akron y de Nueva York – todos los cuales llevaban menos tiempo sobrios que Bill. Fue un esfuerzo con junto que reflejaba la experiencia de la joven Comunidad en su totalidad.

Las primeras reseñas del anónimamente redactado Libro Grande fueron muy variadas. La que apareció en el New York Times lo calificó de «un libro extraordinario», observando que la tesis principal «tiene una base sicológica más sana que la de cualquier otra discusión del tema que jamás hubiera encontrado.» Sin embargo, la Revista de las Enfermedades Nerviosas Mentales dijo que era «una confesión divagadora al estilo evangélico de las experiencias. . . de varios alcohólicos que se han recuperado provisionalmente, bajo la in fluencia, principalmente, del espíritu de una ’reunión de-amigotes’. Del significado profundo del alcoholismo, no aparece apenas una palabra.» Y la prestigiosa Revista de la Asociación Médica Norteamericana lo consideró «una mezcla curiosa de propaganda organizadora y exhortación religiosa… bajo ningún concepto un libro científico.»

Al principio, se vendieron pocos ejemplares, y el movimiento, todavía en ciernes, se veía cargado con casi 5.000 libros no vendidos y grandes deudas accesorias. Los préstamos de algunos favorables amigos no alcohólicos apenas mantenían a flote a la nueva empresa editora. Luego, en marzo de 1941, después de publicarse el artículo de Jack Alexander en el Saturday Evening Post, la venta subió como un cohete y se pidió una segunda tirada el misino mes.

Se tardo 35 años en vender un millón de ejemplares del Libro Grande; ahora, A.A. distribuye un millón de ejemplares cada año, solo de la edición en inglés. Según la cuenta más reciente, se ha publicado el Libro Grande traducido a 13 idiomas, además del español, incluyendo: afrikaans, alemán, coreano, finlandés, flamenco, francés, holandés, islandés, italiano, japonés, noruego, portugués y sueco. Se están preparando traducciones al ruso, al polaco y al checoslovaco.

En 1986 se publicó una edición en rustica. Esta versión Integra es de un tamaño más pequeño que el de la versión en cartón, pesa menos y, el precio de $3.20, es más barato.
A los recién llegados puede que el estilo del Libro Grande les parezca algo anticuado, a veces afectado, florido, e incluso severo. Pero la fuerza de sus palabras ha sido probada, y los primeros once capítulos quedan en casi la misma forma que tenían al completarse en 1939.

A lo largo de los años, la conciencia de A.A., actuando por medio de la Conferencia de Servicios Generales, ha aprobado añadiduras y supresiones en las historias de recuperación personal, para reflejar los cambios en la composición de la Comunidad. Pero ha resistido sugerencias para modernizar el estilo o para hacer otras «mejoras».

En la presentación quo hizo ante la Conferencia de Servicios Generales en abril, Norm A., director del A.A. Grapevine, describía una reunión del subcomité nombrado por el Comité de Literatura para considerar «cómo conmemorar el 50º aniversario de nuestro querido Libro Grande.» Los miembros parece que estaban imaginando tiradas conmemorativas, sobrecubiertas y señales de adorno y otros recuerdos parecidos, según Norm lo pintaba, cuando, «de repente una persona dijo, ’Estamos proponiendo recuerdos e iconos precisamente lo que queremos evitar. ¡Celebremos el mensaje, no el libro!’ «.

Una observación que va directamente al grano. No obstante, si no tuviéramos el libro, puede que no hubiera ningún mensaje para llevar hoy día. Así que decimos: Feliz cumpleaños, Libro Grande. Estamos agradecidos por tenerte a ti, y por tu mensaje vivificador.

Box459 aug-sept 1989

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