Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.
25 JULIO
«AQUELLOS QUE TODAVÍA SUFREN»
En nuestro caso, si descuidamos a los que todavía sufren, nuestras vidas y nuestro sano juicio se ven grave e incesantemente amenazados.
— DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 147
Yo conozco el tormento de beber obsesivamente para calmar mis nervios y mis temores. También conozco el dolor de la sobriedad forzada. Hoy yo no olvido a la persona desconocida que sufre quietamente, retirada y escondida en el desesperado alivio de beber. Le pido a mi Poder Superior que me dé su orientación y el valor para estar dispuesto a ser Su instrumento y llevar dentro de mí compasión y acciones generosas. Que el grupo continúe dándome el valor para hacer con otros lo que no puedo hacer solo.
Del libro Reflexiones diarias
Copyright © 1991 por Alcoholics Anonymous World Services, Inc. Todos los derechos reservados.
DIA DEL APOSTOL SANTIAGO
Raras veces podemos conservar el precioso don de la sobriedad a menos que lo pasemos a otros.
En el Libro Grande, en el Capítulo II, “Hay Una Solución”, me describe muy bien porque funciona el hecho de que un alcohólico y/o adicto cuando habla con otro igual puede recibir el mensaje de que si existe un recurso, un arreglo, una respuesta y una salida a la enfermedad del alcoholismo y/o adicción, a diferencia de que lo realice un médico, un psicólogo, un psiquiatra incluso un guía espiritual: “el antiguo bebedor [adicto] que ha encontrado nuestra solución y que conoce bien los hechos en lo que concierne a su alcoholismo [adicción], generalmente puede llegar a ser el confidente de otro alcohólico [adicto] en pocas horas. Pero, en tanto que no exista esta comprensión mutua, no hay nada, o casi nada, que pueda lograrse.”
Por eso la eficacia y la necesidad de asistir al grupo y de practicar el servicio y la unidad para una recuperación de buena calidad, puesto que el hecho de transmitir el mensaje al enfermo de adicción que aún está sufriendo respecto de que sí se puede tener una solución, de hecho en mi propia experiencia he ido aprendiendo el misticismo que rodea el hecho de hacer un Paso Doce al recordar simplemente que A.A nació de la plática que sostuvieron Bill W. y el Dr. Bob la cual tenía como finalidad que Bill no bebiera y para ello requería de hablar con otro alcohólico y éste recibir el mensaje.
Esto fue tan trascendente que cuando el Dr. Bob estuvo bien se lanzaron al hospital a buscar a otro alcohólico a quien transmitirle el mensaje; y el inicio de esta Comunidad de la recuperación se sostuvo en ese incesante trabajo de transmitir que hay una solución al alcohólico que estaba en la actividad reforzado por la catarsis del compartimiento del historial de los alcohólicos que asistían a las primeras reuniones.
La experiencia demostró el regalo inconmensurable de trabajar con otro alcohólico y/o adicto, y que en la Quinta Tradición se expresa muy elocuentemente: “La gran paradoja de A.A. es que sabemos que raras veces podemos conservar el precioso don de la sobriedad a menos que lo pasemos a otros. A un grupo de médicos que haya encontrado una cura para el cáncer, puede que les remordiera la conciencia si fracasaran en su misión por intereses egoístas.
No obstante, tal fracaso no pondría en peligro su propia supervivencia. En nuestro caso, si descuidamos a los que todavía sufren, nuestras vidas y nuestro sano juicio se ven grave e incesantemente amenazados. Dado que nos encontramos sujetos a estos impulsos del instinto de conservación, de la responsabilidad y del amor, no es de extrañar que nuestra Sociedad haya llegado a la conclusión de que tiene una sola y alta misión – la de llevar el mensaje de A.A. a aquellos que no saben que hay una salida.”
Al principio no entendía bien ni valoraba la inmensa verdad de que solamente puedo mantenerme sobrio (abstemio y con equilibrio emocional) si transmito el mensaje, si cumplo el objetivo primordial de ayudar a otro a recuperarse del alcoholismo, a que alcance el estado de sobriedad, no me había percatado que esto implica mi imperiosa necesidad de atacar mi egoísmo, de salirme de mí para aprender a ser generoso, altruista y a dar sin ningún otro interés que el hecho de que otro enfermo de adicción como yo encuentre la salida a su sufrimiento y comience a darle arreglo.
La generosidad que pongo en acción, el altruismo de mi compartimiento, el ímpetu de regresar lo que se me ha regalado, el dar con largueza la esperanza, la prodigalidad de la experiencia y devolver la abundancia de la fortaleza tienen como resultado inmediato el que yo sea el primer beneficiado, el que yo sea el primero en recibir el servicio del Paso Doce puesto que estoy actuando a favor de que se mantenga la Comunidad de la recuperación, que siga nutriéndose mi grupo, que sigan existiendo enfermos de adicción que se vean liberados de su obsesión y comiencen a tener una vida buena en la que si bien es cierto el dolor está incluido puedan aprender, como yo, que el sufrimiento es opcional y puede suspenderse, un día a la vez.
El Undécimo Paso a mí me ha inducido a no solamente quedarme en lo absorto de la oración y en lo ensimismado de la meditación sino a darme cuenta que el hecho de pedir ser un instrumento y ser un conducto de Dios tiene como principio espiritual rector el olvidarme de mí mismo (aniquilar mi ego) y procurar el beneficio espiritual de los demás, empezando por el enfermo de adicción que aún sufre, siguiendo por mis compañeros y continuando con mi familia y quienes me rodean; y así “Habiendo obtenido un despertar espiritual como resultado de estos pasos, tratamos de llevar este mensaje a los alcohólicos y de practicar estos principios en todos los aspectos de nuestra vida.”
Felices 24 horas sin descuidar a aquellos que todavía sufren.