Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

14 JULIO

«UN INGREDIENTE NUTRITIVO»

Si antes la humildad había significado para nosotros la abyecta humillación, ahora empieza a significar el ingrediente nutritivo que nos puede deparar la serenidad.

— DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 71

¿Con cuánta frecuencia me concentro en mis problemas y frustraciones? Cuando estoy pasando un “buen día”, estos mismos problemas disminuyen de importancia y mi preocupación por ellos mengua. ¿No sería mejor si pudiera encontrar una fórmula para dar rienda suelta a la “magia” de mis “días buenos” y aplicarla a los pesares de mis “días malos”?

¡Ya tengo la solución! En vez de tratar de huir de mis dolores y desear que se vayan mis problemas, puedo rezar para obtener la humildad. La humildad curará el dolor. La humildad me sacará de mí mismo. La humildad, esa fortaleza concedida para mí por ese “poder superior a mí mismo” es mía sólo con pedirla. La humildad devolverá el equilibrio a mi vida. La humildad me hace posible aceptar alegremente mi condición humana.

Del libro Reflexiones diarias
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Los errores forman parte del proceso de aprender a vivir de una nueva forma, el único que no debo ni puedo permitirme es consumir, pues solamente de esa forma tengo la aptitud para poder entender y practicar las sugerencias que me llevan a poner en acción los principios.
La humildad es tener un conocimiento correcto de mí mismo, de mis fortalezas, mis debilidades, mis errores, mis cualidades, de mis defectos, de mis virtudes, en fin de mis limitaciones así como de mi relación con Dios y mis semejantes. En ese sentido mi tendencia a la falsa modestia, a la autoconmiseración, la inseguridad, al temor y a mi auto-devaluación me llevan a estarme descalificando constantemente y a no querer reconocer ningún avance.

En mi caso, esto es una demostración de mi soberbia porque no tengo la humildad de aceptar los avances, cualquiera que sean, en mi recuperación y caigo en el error de transmitir un mensaje desesperanzador de que sí se puede cambiar positivamente.

Los Doce Pasos, en especial el Séptimo, me reafirman la necesidad de conocer y tener un concepto adecuado de lo que es la humildad y estar en posibilidad de practicar actos humildes para tender a ese valor absoluto de perfección que es llegar a la humildad, y darle un sentido diferente a reconocer mis errores para tener serenidad porque sé que lo que ya hice, lo que la realicé, lo que ya cometí, lo que ya omití está en el pasado y no lo puedo cambiar, y en el caso de que tenga algún tipo de solución o reparación entonces debo con autenticidad poner el valor para cambiarlo, y que en poder discernir la diferencia se encuentra la sabiduría.

Mi falta de humildad me han llevado, y trato de evitarlo, a sentirme culpable, a afectarme demasiado hasta el punto incluso de impedirme intentar las sugerencias espirituales del programa,  a intentar con mente abierta lo que me regala la experiencia de mis compañeros por temor a equivocarme, lo que hace evidente mi necesidad de aprender a manejar mis errores y a cambiar, con toda humildad, mi propia percepción respecto a los mismos.

Los errores forman parte del proceso de aprender a vivir de una nueva forma, el único que no debo ni puedo permitirme es consumir, pues solamente de esa forma tengo la aptitud para poder entender y practicar las sugerencias que me llevan a poner en acción los principios espirituales. De esta forma, en la medida que avanzo en  mi progreso espiritual, en mi recuperación es más probable que me acerque más a las conductas, pensamientos y sentimientos adecuados una vez que he hecho el inventario y reconocido mis errores, ya que mi inventario personal me sirve para aportarme la información necesaria para seguir la dirección correcta, y al trabajar mis defectos de carácter, en especial al ser minucioso con cada uno, dicho defecto me dice lo que debo corregir y lo que debo pedir a Dios que me elimine.

Cuando tengo miedo de cometer errores tengo problemas para aprender actitudes y juicios nuevos así como otros que debo cambiar, mas fundamentalmente caigo en más errores precisamente por el miedo a intentar tener mente abierta y procurar algo distinto.
Mis fallas, cuando las aprecio con humildad, son señales de advertencia y me pueden servir para evitar errores y fallas mayores.

Con humildad quiere decir que debo apreciar en su cabal y real medida mis actos, mis pensamientos, mis omisiones, mis sentimientos para contrastarlos con lo que implica hacer la Voluntad de Dios, pues de esta manera siempre tendré más clara la voz interior que me acerca a la intención de mi Poder Superior.

Unificar mi fuerza de voluntad para desear y hacer la Voluntad de Dios es el trabajo a que me invita el Programa una vez que he descubierto a mi Poder Superior.

Felices 24 horas de humildad con serenidad.

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