Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

29 MAYO

«VERDADERA TOLERANCIA»

El único requisito para ser miembro de A.A. es querer dejar de beber.

— DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 135

Oí por primera vez la forma corta de la Tercera Tradición en el Preámbulo. Cuando llegué a A.A. no podía aceptarme a mí mismo, a mi alcoholismo ni a un Poder Superior. Si hubiera existido algún requisito físico, mental, moral o religioso para ser miembro, ya estaría hoy muerto. Bill W. dijo en una charla grabada acerca de las Tradiciones, que la Tercera Tradición es una carta de garantía para la libertad individual. Lo más impresionante para mí fue la sensación de aceptación por parte de los miembros que estaban practicando la Tercera Tradición tolerándome y aceptándome. Creo que la aceptación es amor y el amor es lo que Dios tiene dispuesto para nosotros.

Del libro Reflexiones diarias
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La Verdadera Tolerancia.

Cuando escuché que el único requisito para ser miembro de A.A. es el deseo de dejar la bebida y después leí su enunciado en el cartel que colgaba en el grupo de las Doce Tradiciones, me tranquilizó saber que no había más requisitos pues esto significaba, para mí, que con el simple hecho de tener un auténtico y sincero deseo de no volver a beber, de no volver a consumir yo ya era miembro de A.A., aunque por otro lado seguía sintiendo esa sensación de desagrado por haber caído tan bajo, por tener que acudir a A.A., pues eso era algo “muy denigrante”.

Mi absoluta ignorancia respecto a qué era y como funcionaba A.A., N.A. y/o los Grupos de Doce Pasos me hacían sentir de una manera muy absurda que mi prestigio se veía muy afectado, esto me recuerda la gran negación a las consecuencias de mi enfermedad de la adicción, puesto que mi “prestigio” estaba por los suelos cada vez que acudía a algún lugar, me veían salir,o me presentaba en mi hogar total y absolutamente intoxicado, cometiendo locuras, faltas de respeto, ofensas, y una serie de actos de gran inconsciencia e incluso con falta de moralidad.

Al ir transcurriendo las veinticuatro horas, fui conociendo de lo que se trata el Programa y me he convertido en un agradecido por tener la suerte y la dádiva de poder llegar a A.A., regresar y permanecer porque esto implica contar con la Gracia de Dios y me demuestra que Él siempre cuida de mí cuando se lo permito y tengo la humildad de pedir ayuda o simplemente de aceptarla porque mi egolatría, mi soberbia o mi auto-conmiseración a veces no permiten solicitarla.

Hoy sé que nadie puede decirme si soy o no soy miembro de A.A., nadie puede expulsarme ni pedirme ningún tipo de requisitos, tampoco puede obligarme a nada, ni pueden prohibirme nada, excepto que debo ser respetuoso porque siempre debe darse preferencia al bienestar común para que mi propia recuperación avance por buen camino.

El aceptar a cualquier persona, como yo, implica la verdadera tolerancia por los compañeros que me han antecedido, ya que aceptan de buen grado el hecho de que me considere miembro de A.A. por lo que solamente yo soy quien ha decidido formar parte de la Comunidad de la recuperación. No les interesa si he caído muy bajo o si decidí cruzar la puerta por “mis mareos de rueda de la fortuna” o porque quiero recuperar a mi familia, el trabajo o parar los problemas que tengo.

Mis compañeros me reciben con gusto y me pasan el mensaje, me acompañan y me ayudan a ir logrando que yo tenga confianza, confiese mis consecuencias e ingobernabilidad, llegue al convencimiento de un Poder Superior para dejar de consumir, tenga una conversión concibiendo a Dios, poniéndome a su cuidado y cambiando mi forma de pensar; y mantenga continuidad en la práctica de los principios espirituales y trabajando con otros alcohólicos y/o adictos.

Ahora me siento agradecido y afortunado por ser integrante de la Fraternidad de la recuperación porque esto no solamente me ha salvado la vida sino que me ha permitido salvar mi espíritu y tener la oportunidad, sólo por hoy, de tener una vida tranquila, útil y feliz que me da la gran posibilidad de auto-conocerme y sobre todo de tener y desarrollar una relación más íntima, más fuerte y con mejor calidad con mi Poder Superior de manera que pueda tener un resultado en mi vida cotidiana aplicando los principios espirituales que los Doce Pasos me enseñan y sugieren para accionarlos un día a la vez.

Cada vez que acepto a un compañero, que aprendo a convivir con él y que trasciendo cualquier diferencia que pueda considerar como un obstáculo para trabajar con él y verlo como un ser hecho a la imagen y semejanza de Dios, es una oportunidad para practicar al verdadera tolerancia y este ejercicio me sirve para poder aplicarlo en mi vida cotidiana en todos los asuntos de mi vida; he aquí lo importante que ha sido para mí ser yo mismo quien se considera miembro del mundo de la recuperación y estoy feliz de serlo.

Felices 24 horas de verdadera tolerancia.

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