Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

21 MAYO

«UNA LISTA DE BENDICIONES»

Un ejercicio que practico es el de tratar de hacer un inventario completo de mis bendiciones…

— COMO LO VE BILL, p. 37

¿Por qué tenía que estar agradecido? Me retiré y empecé a hacer una lista de las bendiciones por las cuales yo no había tenido que hacer nada, empezando por haber nacido con una mente y cuerpo sanos.

Hice un repaso de setenta y cuatro años de vida hasta el presente momento. La lista ocupó dos páginas y tardé dos horas en hacerla; incluí salud, familia, dinero, A.A. — toda la gama.

En mis oraciones todos los días le pido a Dios que me ayude a recordar mi lista, y a estar agradecido por ella todo el día. Cuando recuerdo mi lista de gratitud, es muy difícil llegar a la conclusión de que Dios me esté fastidiando.

Del libro Reflexiones diarias
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He aprendido que no debo considerar sólo como acontecimientos felices, las cosas de gran importancia: las más pequeñas en apariencia, son a menudo las que influyen más en mi vida.

Yo olvidaba fácilmente (a veces todavía olvido) el bien y me acuerdo más de lo que me aflige.
Tal como la Ve Bill en la cápsula 37 dice: “Un ejercicio que practico es el de tratar de hacer un inventario completo de mis bendiciones y una justa aceptación de los muchos dones que poseo – tanto los temporales como los espirituales. En esto trato de alcanzar un estado de agradecimiento alegre.

Un agradecimiento así, al ser afirmado repetidamente y considerado atentamente, puede al fin desplazar la propensión natural a felicitarme a mí mismo por cualquier progreso que me haya sido posible hacer en alguna área de mi vida. (GRAPEVINE, Marzo 1962.)”

El agradecimiento a Dios me permite reducir mi ego y evitar pensar que lo que tengo, lo que haya logrado y sobre todo mi sobriedad es producto de mi propio y único esfuerzo, que se sostiene en mi disciplina, mis habilidades, mis talentos y regrese fácilmente a mi egocentrismo, egolatría y soberbia.

El Programa me ha enseñado a tener presente a Dios en mi diario vivir, porque mi educación, mi entorno, mi propio ego sólo me hacían recordar a Dios en los momentos que yo consideraba malos, única y exclusivamente porque me eran desfavorables, nunca consideré algún instante o circunstancia que fuera mala si yo no tenía consecuencias, si no se daban cuenta, si dañaba a alguien, siempre y cuando nadie me lo reclamara, incluso ni yo mismo por estar en un estado de inconsciencia o justificándome que lo había hecho intoxicado y por tanto “yo no era responsable” (auto-engaño).

He aprendido que no debo considerar sólo como acontecimientos felices, las cosas de gran importancia: las más pequeñas en apariencia, son a menudo las que influyen más en mi vida. Yo olvidaba fácilmente (a veces todavía olvido) el bien y me acuerdo más de lo que me aflige.

Si anoto diariamente los beneficios de que soy objeto sin haberlo solicitado, me voy admirar muchas veces de haber recibido muchos que se han borrado de mi memoria, y me humillaría por mi ingratitud, he aquí le necesidad de hacer un inventario diario no solamente para detectar, admitir y corregir mis errores sino para detectar, admitir y agradecer.

Ahora, todas las noches elevando mi espíritu a Dios, me acuerdo de los favores que me ha concedido durante el día y darle gracias. Sobre todo en el momento mismo en que experimento el efecto de Su Bondad y Su Protección, practicando por un movimiento espontáneo, manifestarle mi gratitud: basta para esto dirigirle mi pensamiento mencionando el beneficio sin que haya necesidad de dejar el trabajo ni mis actividades.

Los beneficios de Dios no consisten sólo en cosas materiales; he aprendido que debo darle las gracias por las buenas ideas; por las inspiraciones felices que se me han sugerido, evitando que por mi orgullo lo considere mérito mío o que por falta de confianza piense que es producto de la casualidad, mas al tener fe tengo que dar gracias a Dios, sin más palabras que: Gracias, Dios mío, por el buen pensamiento que me has inspirado. Esto dice más que muchas palabras. El impulso espontáneo que me hace atribuir a Dios el bien que recibo, da testimonio de una costumbre de reconocimiento y humildad que me concilia la simpatía de mis compañeros.

Yo doy gracias a Dios por todo lo que me da, por todo lo que me ha dado, porque me ha permitido sentir y vivir que soy merecedor, por gracia divina, de toda la serenidad, la paz, la felicidad, la salud y la abundancia; soy agradecido porque observo que he recibido la verdadera abundancia que es la espiritual a través de la tranquilidad, la armonía y la sobriedad.

Felices 24 horas con una lista de bendiciones.

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