Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.
19 MAYO
«DAR SIN ESPERAR NADA»
Pero se da perfecta cuenta de que su felicidad es un subproducto — este dividendo de dar sin exigir nada a cambio.
— COMO LO VE BILL, p. 69
Al principio de ingresar en el programa, la idea de dar sin condiciones era difícil de comprender. Cuando otros querían ayudarme, tenía sospechas. Pensaba, “¿Qué quieren ellos a cambio?”
Pero pronto llegué a conocer la alegría de ayudar a otro alcohólico y a comprender por qué ellos estaban ahí para mí al principio. Cambiaron mis actitudes y quise ayudar a otros. Algunas veces me ponía inquieto porque yo quería que ellos supieran de las alegrías de la sobriedad, que la vida puede ser preciosa. Cuando mi vida está llena del Dios amoroso de mi entendimiento y doy amor a mis compañeros alcohólicos, me siento poseedor de una riqueza tan especial que es difícil de explicar.
Del libro Reflexiones diarias
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Me costaba trabajo entender que mis compañeros tuvieran esa buena disposición de ayudarme a cambio de nada, observar su apoyo y ayuda incondicional.
En el libro El Lenguaje del Corazón encontramos la siguiente cita: “Observa a cualquier A.A. con seis meses de sobriedad mientras trabaja con un nuevo caso de Paso Doce. Si el candidato le dice “Vete al diablo,” no hace más que sonreír y ponerse a trabajar con otro. No se siente frustrado o rechazado. Y si el próximo caso responde con amor y atención para con otros alcohólicos, sin darle nada a él, el padrino, no obstante, está contento. Todavía no se siente frustrado, sino que se alegra porque su antiguo candidato está sobrio y feliz. Y si resulta que el siguiente caso se convierte en su más intimo amigo (o en su amor), entonces el padrino siente el mayor regocijo. Pero se da perfecta cuenta de que su felicidad es un subproducto-este dividendo de dar sin exigir nada a cambio. que se recoge en Tal Como la Ve Bill número 69; y en el Lenguaje del Corazón continua el siguiente párrafo: ” Para el padrino, el factor más estabilizador ha sido sentir amor y ofrecerlo a ese borracho desconocido con quien se tropezó. Esto era el trabajo de San Francisco, eficaz y práctico, sin dependencia y sin exigencias.”
Es una cita que me gusta mucho porque me recuerda que mi principal objetivo, al hacer la Voluntad de Dios, es mantenerme sobrio y ayudar a otro a alcanzar ese estado y a mantenerlo, por eso el Libro Grande es enfático al decirme que “La experiencia práctica demuestra que no hay nada que asegure tanto la inmunidad a la bebida como el trabajo intensivo con otros alcohólicos [adicto]. Funciona cuando fallan otras actividades.”
Al ir haciendo un hábito en mi vida ir regularmente a las juntas, tomar tribuna para hacer catarsis, usar la tribuna y las juntas de estudio para transmitir mi historial y pasar el mensaje; al escuchar atentamente y recibir experiencia, fortaleza y esperanza; en fin poner mi mente abierta y estar alerta para recibir guía espiritual y darme cuenta que el Poder Superior hace Su Presencia en cada reunión, en cada apadrinamiento, me confirman lo importante que es el Grupo para la recuperación y lo indispensable de hablar con otro enfermo de adicción, como yo, para avanzar espiritualmente y sostenerme abstemio.
Me costaba trabajo entender que mis compañeros tuvieran esa buena disposición de ayudarme a cambio de nada, observar su apoyo y ayuda incondicional, mas con el paso de las veinticuatro horas pude percatarme del verdadero altruismo y caridad, del auténtico interés en Dios y en los semejantes, de forma en que han ido despertando en mí esa misma manera de actuar para irla convirtiendo en una forma de ser.
Cuando yo comencé a ocuparme sinceramente de mis compañeros, de los recién llegados, de los veteranos, así como estuve interesado en llevar el mensaje cuando se requiriera; entonces pude vivir esa necesidad gratificante de tender mi mano cuando otro la extienda pidiendo ayuda porque de esta forma paradójicamente encuentro mi propio bienestar y regreso ese don y gracia de Dios que el Programa me ha regalado para ir aprendiendo a vivir sin consumir, equilibrar mis emociones y estar en posibilidad de ir mejorando mi existencia.
Dentro del Programa realmente he podido llevar a la práctica los fundamentales principios espirituales: Amar a Dios antes que nada y a nadie; y amar al prójimo como a mí mismo.
Al fin pude entender una enseñanza trascendental de San Agustín: “Ama y haz lo que quieras.”
Felices 24 horas de dar sin esperar nada.