Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.
25 MARZO
«UN CORAZÓN LLENO DE GRATITUD»
Me esfuerzo por aferrarme a la verdad de que un corazón lleno y agradecido no puede abrigar grandes presunciones. Rebosante de gratitud, el corazón tiene que latir con un amor que fluye hacia todo lo que nos rodea, la emoción más elevada que jamás podamos experimentar.
— COMO LO VE BILL, p. 37
Yo creo que nosotros en Alcohólicos Anónimos somos afortunados por el hecho de que constantemente se nos recuerda la necesidad de estar agradecidos y de cuán importante es la gratitud para nuestra sobriedad.
Yo estoy verdaderamente agradecido por la sobriedad que Dios me ha dado por medio del programa de A.A. y me agrada poder devolver lo que libremente se me dio.
Estoy agradecido no solamente por la sobriedad, sino por la calidad de vida que me ha traído mi sobriedad.
Dios ha tenido la bondad de darme días sobrios y una vida dotada de paz y satisfacción, así como la capacidad de dar y recibir amor, y la oportunidad de servir a otros — en nuestra Asociación, en mi familia y en mi comunidad. Por todo esto, yo tengo “un corazón lleno de gratitud”.
Del libro Reflexiones diarias
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Debo aceptar que muchas veces con la esposa, los hijos, los padres no he sido agradecido y que en otras mi falta de reconocimiento hace tiene como efecto que no haya agradecimiento entre los miembros de mi familia o que mi actitud les transmite el olvido de estar agradecidos con Dios, con los miembros de mi familia, en fin con los semejantes.
El valor que para mí tiene la gratitud implica reconocerle a otro la ayuda que me presta, el hecho de que esté pendiente de mí y que ahí está cuando requiero de alguna sugerencia o apoyo. Al ser agradecido no tengo que ver la forma de devolver o “pagar” el auxilio, sugerencia o apoyo que me han dado, lo importante es tener presente en mi mente y en mi espíritu y darle amor a mi semejante, al otro, y sobre todo no olvidar el bien recibido, porque lo importante es la buena actitud con que me prestan un servicio y mi conducta mental y emocional de mantener constante el beneficio que me es otorgado.
La gratitud es un principio, una cualidad, un valor y/o una virtud que me permite tener una mejor conducta de vida, una mejor manera de pensar y sobre todo de sentir respecto a los demás, y es algo que siempre tengo presente cuando llega alguien nuevo, puesto que por agradecimiento al mensaje que yo he recibido, ahora es mi turno de transmitirlo no sólo acudiendo a trabajar con los demás sino en mi diario vivir.
El agradecimiento me guía y me permite funcionar mejor no sólo dentro de la Fraternidad sino en mi grupo social, familiar y de pareja. Debo aceptar que muchas veces con la esposa, los hijos, los padres no he sido agradecido y que en otras mi falta de reconocimiento hace tiene como efecto que no haya agradecimiento entre los miembros de mi familia o que mi actitud les transmite el olvido de estar agradecidos con Dios, con los miembros de mi familia, en fin con los semejantes, por tanto agradecer es una actitud que busco ejercitar por estas veinticuatro horas.
Gracias a la práctica de los Doce Pasos he aprendido a admitir que necesito a los demás, he aprendido a solicitar ayuda y sugerencias, de esta manera contrarresto mi ego y aprendo, poco a poco, a ser generoso, humilde y sobre todo agradecido, porque reconozco los actos que los demás han tenido, inclusive sus buenas intenciones. He tenido que aprender a decir con sinceridad expresiones de agradecimiento porque constantemente recibo, sobre todo de mis compañeros, cosas buenas, amor, protección cuidados, talento, experiencia de vida (sabiduría).
La gratitud es una parte esencial del Programa y forma parte de todos mis aspectos de recuperación, puesto que moldea y da forma a mi nueva manera de vivir, puesto que he aceptado que he sido creado por mi Dios personal (tal como yo lo concibo), y por tanto parte indispensable y esencial de mi oración es dar las gracias, porque al practicar el Tercer Paso veo a mi Poder Superior como quien generosamente me proporciona todas las cosas buenas y en consecuencia actúo de manera correcta porque de esta forma fortalezco el vínculo común de Su Voluntad con la mía; así como pongo mi vida a su cuidado. Por estoy y soy agradecido con mis compañeros, con mi esposa, con mis hijos, con mis hermanos, incluso con quienes me disturban porque son mis maestros de tolerancia, y ante todo dar gracias a Dios en todas las circunstancias de mi vida.
Mi gratitud, es algo que he ido formando con el cambio de pensamientos y actitudes, para que surja de mi espíritu en aprecio a lo que otro hace o ha hecho por mí.
Agradecer, ha sido algo que se me ha dado más fácilmente; sin embargo, mi soberbia (disfrazada de inseguridad, de falsa modestia, de timidez) me ha impedido aprender, con la misma facilidad y rapidez, a recibir el agradecimiento de los demás puesto que me cuesta mucho trabajo que me den las gracias. Muchas veces en cuánto escucho que alguien va a comenzar a agradecerme intento interrumpirlo, le digo “no hay porque”, “no es nada”, “nada que agradecer”, esto me da la muestra de que no tengo la suficiente autoestima cómo para tener la entereza de reconocer que es muy válido que alguien sienta agradecimiento por algo que yo hago (cómo yo lo siento por otros); me confronta con el hecho de que me sigo engañando porque si bien sé que las buenas ideas y los actos vienen inspirados por Dios eso no quiere decir que yo no haya puesto acción de mi parte. Es una forma sutil de negarme a recibir aprecio quizá porque no tengo restablecido completamente el amor por mí.
Cuando esto sucede, me pregunto por qué me cuesta tanto trabajo aceptar que alguien me dé las gracias, que alguien se sienta agradecido conmigo y lo que pienso es que mi inmadurez emocional se impone porque no me deja valorar en su justo medio la gratitud.
Agradecer y saber recibir agradecimiento, en mi caso, es una cuestión de aceptación, de reconocimiento, de humildad, de generosidad porque me permito saber que otros me ayudan y me permito conocer que puedo ser un conducto de Dios para que otros resuelvan alguna situación.
En el servicio, he aprendido que cuando lo realizo puede ser que beneficie a la Comunidad, a mi grupo, a mis compañeros; y fundamentalmente me beneficia a mí, me pone bien, me ayuda en mi crecimiento espiritual, entonces el primer agradecido soy yo, por tanto no debería avergonzarme ni hacerme sentir mal que me lo agradezca alguien más.
Como inmaduro, inestable emocional, en fin como enfermo de adicción es común que esta parte de mi vida no la haya entendido bien, y que al practicar los Doce Pasos vaya aprendiendo la amplitud del concepto de la gratitud.
En mi espíritu no puede haber cabida a malos sentimientos y emociones si se guía por el amor y la tolerancia con gratitud por tener la posibilidad de dar y de recibir amor, así como de ser tolerante y ser tolerado.
Debo dar las gracias a Dios por haberme permitido llegar a esta Fraternidad, por estar vivo, sano, completo y en un camino espiritual, habiéndome librado del infierno que yo mismo me había creado. Así mismo, debo agradecer a mi esposa, mis hijos, mis padres, hermanos, amigos, terapeutas, consultores, padrino y compañeros haberme llevado al camino de la recuperación, el haberme soportado en la actividad, haber puesto su mejor voluntad aún y cuando no conozcan o no entiendan mi enfermedad, en fin la gratitud que debe sentirse cuando se sabe que son parte importante para que yo haya salvado no sólo mi vida sino mi espíritu.
Hoy doy las gracias, incluso, por mi propia experiencia vivida puesto que la puedo poner al servicio de enfermos de adicción y/o de sus emociones negativas, que aún estén sufriendo, que aún estén consumiendo porque puedo transmitirles mi testimonio; un testimonio de vida lleno de fortaleza y esperanza, que muestra mi gratitud eterna, por veinticuatro horas, al Programa de recuperación.
Felices 24 horas con un corazón lleno de gratitud.