Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

12 MARZO

«EL PLAN DE UN DÍA»

Al despertar pensemos en las veinticuatro horas que tenemos por delante. Consideremos nuestros planes para el día. Antes de empezar, le pedimos a Dios que dirija nuestro pensamiento, pidiendo especialmente que esté libre de autoconmiseración, y de motivos falsos y egoístas.

— ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, p. 86

Todos los días le pido a Dios que encienda en mí el fuego de su amor, para que ese amor brillante y claro, ilumine mi pensamiento y me permita cumplir mejor con Su voluntad.

Durante todo el día, según dejo que las circunstancias externas me desanimen, le pido a Dios que grabe en mi mente la conciencia de que puedo volver a empezar el día cuando desee; cien veces si es necesario.

Del libro Reflexiones diarias
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Los motivos para enfrentar un día de la actividad, para sobrellevar el siguiente al consumo y el que continuará solamente estaban guiados por mis muy íntimos deseos y pensamientos egoístas y falsos.

En la actividad cuando despertaba al día siguiente de la francachela, del desorden moral, de la pérdida de la decencia, del encuentro en el mundo obscuro donde priva la inconsciencia, obviamente veía que tenía por delante horas terribles de angustia, temor, desesperación, depresión y frustración; ya que además normalmente veía todo lo que había perdido, desde lo más elemental que es dinero hasta los más profundo de mí mismo. Efectivamente, me llenaba de auto conmiseración porque culpaba a los demás, a sus injusticias, a las presiones de la vida, en fin cualquier pretexto era bueno para justificar mi consumo, incluso aquellos hechos que habían salido bien y que con la actividad desplegada en el consumo había yo destruido.

Entonces claro que le pedía a Dios que me librara de todas las consecuencias, que no hubiera pasado nada grave, que nadie me reclamara nada, que no hubiera lastimado a nadie física ni emocionalmente, que ojalá no se hubieran dado cuenta, y una serie de solicitudes total y absolutamente egoístas, en resumen no querer enfrentar nada. Muchas ocasiones fue así, y ni con esas oportunidades pude recapacitar ni ponerme en sintonía para hacer lo correcto, para cumplir con la Voluntad de Dios, puesto que solamente daba las gracias de que se solucionaran mis problemas. En cuanto se volviera a presentar la oportunidad o mejor dicho en cuanto volviera a tomar su lugar mi inconsciencia, el salteador rapaz haría su aparición y mi impotencia me llevaría a una nueva batalla perdida y al sufrimiento de la ingobernabilidad de mi vida.

Los motivos para enfrentar un día de la actividad, para sobrellevar el siguiente al consumo y el que continuará solamente estaban guiados por mis muy íntimos deseos y pensamientos egoístas y falsos, porque me engañaba al pesar que no era para tanto, que me había preocupado de más, que si no había habido graves consecuencias es que solamente se trataba de “ponerse alegre” como cualquiera, o “que necesitaba relajarme por las presiones”, o “que era un desahogo porque me habían hecho enojar o me habían lastimado”, y así una serie de excusas que puedo ver muy bien reflejadas en El Libro Dorado de las Excusas.

Ahora he aprendido en la recuperación que tengo que accionar de manera distinta, resultado de un cambio de juicios con base en estudiar, practicar y vivir los Doce Pasos, por veinticuatro horas, empezando por agradecer cada noche y cada amanecer no haber consumido, pidiendo a Dios que Él se haga cargo de mi problema de adicción y solicitándole me deje conocer Su Voluntad para actuar lo mejor posible en las horas venideras.

Hay ocasiones, en que me levanto con las preocupaciones que los conflictos naturales de la vida, donde empiezo a enmarañarme con la frustración de no poder pagar, de no tener recursos económicos, de no poder resolver asuntos de trabajo, de no tener el poder de convencimiento con mi esposa, mis hijos, mi familia, de no gozar de una buena relación con hermanos, de no tener amistades sinceras, de que alguien que quiero esté enfermo, de que yo tenga algún problema de salud, y así sucesivamente. Entonces claro que no me es fácil vislumbrar las veinticuatro horas que me esperan y es casi instantáneo que mis impulsos me guíen a pasarla mal. Cuando esto es así, tomo un momento para estar impávido y en ese instante ocuparme en tener tranquilidad, hacer la Oración de la Serenidad y pedirle a Dios guía para hacer frente a las situaciones del día, solicitando que no me deje establecerme en el pasado porque ya no es posible hacer nada con él, que no me permita distraerme en el futuro porque entonces no actúo en el presente, que es el único tiempo que tengo.

No es sencillo dejar de hacer peticiones, que van en el sentido egoísta de solicitar que no me suceda nada, que me conceda lo que “considero que es bueno para mí, lo que es justo que reciba”; cuando esto me sucede, vuelvo a buscar un momento de paz para rectificar, empezando por agradecer todo lo que me da y lo que me ha dado, así como agregar a mis peticiones “si es Tu Voluntad”. Para estos casos me ha sido muy útil recordar la Oración del Huerto de los Olivos: “Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la Tuya”.

Así que he aprendido que para practicar el Programa, para orar, para solicitar que elimine mis defectos de carácter, para ponerme en disposición de hacer la Voluntad de Dios, puedo hacerlo en cualquier momento, incluso en el instante en que sienta que me urge pedir serenidad para poder tener claridad en el actuar y poner la mente abierta para estar receptivo y darme cuenta de lo que Dios quiere para mí.

Cuando comencé en el Programa, recuerdo que me dijeron que hiciera la Oración de la Serenidad y pidiera sobriedad por dieciocho segundos, que era el tiempo que normalmente que dura la pregunta del mesero de qué quiero tomar y dar mi respuesta; en esto fue lo primero que apliqué pensar en los momentos por delante; cuando aprendía a guardar un momento de respiración antes de dejarme llevar por la ira fue en lo primero que practiqué el hecho de volver a empezar el Programa; en fin he aprendido y he ido viviendo por pequeños periodos, planificando las veinticuatro horas de oportunidades que me da Dios y sobre todo hacerlo siempre con la solicitud de fortaleza para cumplir la Voluntad del Poder Superior.

La mejor manera de que mis compañeros y quienes me rodean sepan que amo a Dios, que es mi Padre, es que lo que Dios manda, yo lo haga.

Felices 24 horas de un plan bueno.

COMENTARIO 2015

Siempre he querido que se haga mi voluntad, a eso algunos le llaman ser caprichosa, no es ser mala, sino es lo facil, lo instintivo, no me ponen normas, la culpa no es mia, no es culpa,es responsabilidad. De pequeña no me supieron poner normals. Es dificil poner normas cuando tienes necesidad de agradar, de que te aprueben. Tienes que cubrir primero esa necesidad. Eso no se consigue en un dia. Como poder hacer eso? en eso estamos. A la unica persona que tengo que agradar es a mi misma.

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