Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.
11 MARZO
«DIRECCIÓN BUENA Y ORDENADA»
Empezamos a hacer el debido uso de nuestra voluntad cuando tratamos de someterla a la voluntad de Dios. Para todos nosotros, ésta fue una maravillosa revelación. Todas nuestras dificultades se habían originado en el mal uso de la fuerza de voluntad. Habíamos tratado de bombardear nuestros problemas con ella, en lugar de intentar hacerla coincidir con los designios que Dios tenía para nosotros.
— DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 3
No tengo que hacer más que mirar hacia mi vida pasada para ver a dónde me ha conducido mi obstinación. Simplemente no sé qué es lo mejor para mí y creo que mi Poder Superior lo sabe.
Dios no me ha fallado nunca, pero muy a menudo me he fallado a mí mismo. Valerme de mi obstinación en cualquier situación tiene normalmente el mismo resultado que tratar de forzar la pieza del rompecabezas que no corresponde — el agotamiento y la frustración.
El Tercer Paso abre la puerta al resto del programa. Cuando pido a Dios que me guíe, yo sé que, sea cual sea el resultado, será el mejor posible, que las cosas son exactamente como deben ser, incluso si no son lo que yo deseo o espero. Dios hace por mí lo que yo no puedo hacer por mí mismo, si Le dejo que lo haga.
Del libro Reflexiones diarias
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De niño aprendí una oración, que ahora le doy un nuevo significado: “!Señor, dame lo que necesito para salvarme, aún cuando me duela!”
Nuevamente me recuerdo que sí tengo fuerza de voluntad, que sí tengo la capacidad de elegir, que sí tengo la facultad de hacer lo correcto, que sí puedo servir, en síntesis que sí soy útil, y para poder usufructuar estas fortalezas debo dirigirlas a que embonen con al Voluntad de Dios, pues cuando mi fuerza de voluntad la utilizo para “hacer lo que quiero”, “obtener lo que deseo”, “auto controlarme” y “ganar auto confianza” regreso al camino de la obsesión de creer que puedo solo con mi vida, con mis emociones e indefectiblemente me iré alejando de la espiritualidad y por tanto es altamente probable que vuelva a consumir y regresar al infierno del círculo vicioso del temor, abatimiento, frustración y depresión constantes.
No es fácil, porque cuando alguna circunstancia hace de pronto su aparición y me toma por sorpresa es factible que mis emociones sufran un bamboleo importante; y cuando van directamente relacionadas con una persona o institución es fácil que hagan su aparición mis defectos de carácter, que el enojo se apodere de mí, y que vengan mis ideas de desquite, como una muestra de mis pensamientos de grandiosidad y permito que “mis demonios internos” se vayan apoderando de mí. Mucho tiempo me la llevaba solo cuando esto sucedía, ni siquiera se me ocurría tener la humildad de orar para pedir calma, paciencia, fortaleza y dirección; ahora además de hacer oración lo más pronto que puedo me comunico con algún compañero y le comparto lo que pasa; me ayuda a hacer catarsis y con ello bajar los niveles de angustia, de enojo, de tristeza y evitar la desesperación.
Cada una de estas experiencias desagradables traen consigo la demostración de que sólo no puedo, puesto que no me es posible controlar estas situaciones, circunstancias, instituciones y/o personas involucradas; y que encuentro refugio y comprensión de Dios, la cual hace su aparición a través de mis compañeros que me recuerdan que hay cosas que puedo prevenir, cosas que puedo resolver y otras que definitivamente no puedo cambiar. Además debo recordar que la mayoría de las personas con las que trato también están enfermas y que muchas de ellas no tienen un ejercicio ni práctica de la espiritualidad como para entender que estamos en la misma sintonía, sino por el contrario se encuentran instalados en su propio egoísmo y por tanto es fácil que se identifiquen con el mío y entonces entrar en un choque de egos e imposición de instintos.
No cabe duda que mi cuidador, Dios, es el único que puede regresarme a la serenidad, regalarme la paciencia y hacer a un lado mi ira, siempre y cuando haga un uso adecuado de mi elección, mi capacidad de decisión, en sí de mi fuerza de voluntad para hacer la oración y la meditación que sea necesaria y así conocer solamente Su Voluntad y estar dispuesto a cumplirla.
De niño aprendí una oración, que ahora le doy un nuevo significado: “!Señor, dame lo que necesito para salvarme, aún cuando me duela!”
Sólo por hoy, con fe, sintiendo la caridad del amor de Dios y con esperanza digo: “¡Señor, dame lo que sea Tu Voluntad para vivir en sobriedad, aunque no lo comprenda!”
Estar dispuesto a esta unicidad con la Voluntad de mi Poder Superior es cruzar la puerta para gozar del equilibrio emocional y el progreso espiritual que da la sobriedad.
Felices 24 horas de dirección buena y ordenada
COMENTARIO 2015
Quiero ser util, hacer cosas utiles por los demas, sentir que hago cosas por los demas, que ayudo a la gente, pero para hacer esto primero debo empezar por mi, debo ayudarme a mi misma, yo soy lo primero. Primero lo primero.