ESTABLECIENDO LIMITES SANOS
PONER LIMITES DA LIBERTAD
NO
por Hugo Finkelstein
No es no
y hay una sola manera de decirlo.
No.
Sin admiración ni interrogantes, ni puntos suspensivos.
No, se dice de una sola manera.
Es corto, rápido, monocorde, sólido y escueto.
No.
Se dice de una sola vez.
No.
Con la misma entonación.
No.
Como un disco rayado.
No.
Un no que necesita de una larga caminata o
una reflexión en el jardín, no es NO.
Un no que necesita explicaciones y justificaciones
no es No.
No, tiene la brevedad de un segundo.
Es un no para el otro porque ya fue para uno mismo.
No es no, aquí y muy lejos de aquí.
No, no deja puertas abiertas ni entrampa con esperanzas,
ni puede dejar de ser No, aunque el otro y el mundo se pongan patas arriba.
No, es el último acto de dignidad.
No, es el fin de un libro, sin más capítulos ni segundas partes. No, no se dice por carta, ni se dice con silencios, ni en voz baja, ni gritando, ni con la cabeza gacha, ni mirando hacia otro lado, ni con símbolos devueltos; ni con pena y menos aún con satisfacción.
No es no, porque es No.
Cuando el no es no, se mira a los ojos y el no se descolgará naturalmente de los labios.
La voz del No, no es trémula, ni vacilante, ni agresiva y no deja duda alguna.
Ese No, no es una negación del pasado,
es una corrección del futuro.
Y sólo quien sabe decir No,
Puede decir Si.
APRENDER A PONER LIMITES
APRENDER A DECIR NO
APRENDER A NO ROMPER MI PAZ INTERIOR NI A DESQUICIARME
Resumen: Si sientes que te cuesta poner límites y hacerte respetar como le sucede a muchos de mis clientes, no dejes de leer este artículo en el que te explico el precio que estás pagando por no hacerlo, los beneficios que ganarás si lo haces y cómo lograrlo.
Aprender a poner límites a algunas personas de nuestro entorno ya sea laboral o personal es muy importante. Del mismo modo que las paredes de tu casa determinan el ámbito donde tú vives, un límite define el espacio emocional que te corresponde como ser humano diferenciando lo que eres y quieres de lo que no eres y no quieres.
Cada vez que debas “decir no” o hacerte respetar y no lo haces, estás comprometiendo tu integridad. Es como si no existiesen los límites inmobiliarios de tu casa y cualquiera pudiera entrar y salir cuando se les diese la gana.
El lograr armonía en nuestra vida depende tu capacidad de darte cuenta hasta dónde puedes ceder ante los demás. Si consideras que no estás poniendo freno a conductas fuera de lugar y hasta destructivas de otros, entonces estás comprometiendo tu autonomía y dignidad como persona. Tú tienes el derecho de no aceptar ciertas demandas de otros, y nadie puede arrebate este derecho.
¿Para qué crees que no estás poniendo límites cuando es necesario?
Si te fijas en la pregunta, en lugar de preguntar “por qué” pregunto “para qué”. El “para qué” te conecta con el beneficio o el sentido que le das a hacer o actuar de determinada manera. Sostengo que una conducta que estés adoptando, siempre tiene un beneficio detrás que es el que te lleva a hacerlo así. En el caso de no poner límites te pregunto:
¿Cuál es el beneficio que estás obteniendo de no establecer esos límites cuando es necesario?
Algunos beneficios pueden ser:
- Evitar enfrentarte a un posible rechazo y desaprobación.
- Evitar hacerte cargo de una situación por miedo a no poder afrontar o controlar lo que viene después.
- Mantenerte en la zona “cómoda” porque, a pesar de que la pasas mal por no poner límites, esto se ha hecho “parte” de tu vida; una costumbre de la cual se te hace muy incómodo salir.
- Otros: rellena aquí con tus propios beneficios.
Como experiencia, recuerdo que hace tiempo tuve la oportunidad de trabajar con una persona que no se dirigía de una manera amable para pedirme las cosas, tenía un tono agresivo que no me hacía sentir bien y me desmotivaba bastante en el desarrollo de mi tarea. Sentía que tenía que poner límites y pasé un tiempo largo sin hacerlo por temores de todo tipo; hasta que un día comprendí la necesidad de establecer y expresar ese respeto que me correspondía como ser humano. Cuando lo hice (luego de aplicar los pasos que te recomiendo más abajo) me di cuenta que los beneficios que obtuve al hacerlo superaban el beneficio que obtenía antes, que era: “evitar conflictos”, “evitar que la situación se descontrolara”, “evitar no poder afrontar una situación”). Cuando trabajé con estas estrategias, pude resolver el problema, con tranquilidad y la relación con esa persona mejoró muchísimo. Este es un pequeño ejemplo; por supuesto existen diferentes situaciones y de distinta complejidad.
Muchas veces no ponemos límites porque no sabemos bien qué queremos que ocurra; qué resultados positivos podríamos obtener si lo hiciéramos. Lo único que tenemos claro son los problemas que padecemos por no hacerlo y el malestar que nos acarrea. Algo en nuestro interior se va resintiendo cada vez más sin tener consciencia de cómo esto afecta nuestro presente y nuestra capacidad de construir un futuro que realmente nos haga felices.
Tú como ser humano tienes derecho a elegir y cada vez que dejas de lado esta posibilidad estás pagando precios muy altos como el entregar tu autoestima y tu poder personal a otros para que hagan lo que quieran con ellos. Es cierto que no puedes cambiar, ni controlar lo que los demás hagan, tampoco obligarlos, pero sí puedes ponerte el traje de protagonista aplicando las siguientes sugerencias:
Identifica la situación en la que crees que necesitas poner límites y decide qué es bueno para ti y que no es bueno.
Esto es una decisión personal. ¿Cuál es ese límite que sientes que debes establecer? Piensa en las personas implicadas con quienes debas hablar. Ten en cuenta que una de esas personas a quienes necesitas poner límites eres tú mismo. En caso de que estemos hablando del grupo de personas con las que te relacionas, estas pueden ser de tu entorno familiar, amigos y de tu trabajo. Escribir todo lo que sientas sobre la situación te servirá muchísimo para aclarar tu mente para disponerte a buscar soluciones.
Piensa cuáles serían las consecuencias negativas de poner límites.
Una vez identificada la situación, piensa qué pasaría si lo hicieras. De esta manera te ubicas en los distintos “futuros” posibles para evaluar si en verdad el resultado sería tan negativo o no. En muchos casos, el hecho de poner límites se paga con precios muy altos, esto comprendo que es muy personal. Mide el precio que pagarías si lo haces y evalúa si estás dispuesto a enfrentarlo.
Piensa cuáles serían los beneficios de poner esos límites.
Al establecer límites estás buscando resultados positivos en tu vida. Entonces, identifica cuáles serían las consecuencias positivas de hacerlo, qué lograrías, qué nuevas posibilidades se abrirían para ti. Identificar todo lo bueno que se generaría te dará más fuerza para llevarlo a cabo y no titubear ni tener miedo.
Determina acciones para establecer esos límites si consideras que sí pagarías el precio.
Decide qué permitirás que ocurra y qué no estando tú presente y asegúrate de que se cumpla. Diseña la manera en la que vas a manejarlo: identifica quién es la persona con la que hablarás, a qué ámbito pertenece, cómo correspondería dirigirte, cómo podrías expresarte, qué y cómo le dirás al otro lo que esperas de él, cómo podrías mantenerte firme y consecuente, qué pasaría/harías ante un resultado que no te guste. Esto es necesario para que en tu mente vayas diagramando diferentes posibilidades de solución. No olvides que tu objetivo más importante es establecer límites, hacerte respetar y no es necesario que sea desde la violencia ni la agresión. Para que esto no ocurra, tienes que buscar generar acuerdos efectivos en un contexto de conversación tranquilo, explicativo, donde la misma pueda darse sin emociones negativas, sin venganzas inútiles y sin insultos ya que el resultado sería catastrófico.
Determina acciones si consideras que no pagarías el precio.
Si decides no pagar el precio de poner límites, intenta comprender por qué y para qué sigues manteniéndote en esta situación. Pon en la balanza y verifica qué otra cosa puedes hacer; quizás proponerte un tiempo límite para intentar arreglar la situación de otra manera solucionando antes otras cosas que consideres necesarias: fortaleciéndote para tener valor, encontrándote contigo mismo determinando qué quieres de tu vida, preparándote mejor para ese momento emocionalmente, económicamente, etc…
¿Estás listo para dar lugar a que este quiebre se despliegue en tu vida?.
Aplica estos pasos y libérate de esos estados de ánimo que te tienen atrapado: venganza, desacuerdos, enojos, resentimiento, frustración, celos, etc. Si estableces los límites con tranquilidad, enfoque, diseño de conversaciones y perspectiva, verás cómo las cosas comienzan a cambiar en tu vida..
MIS LIMITES PERSONALES
http://mujerciclica.com/2014/02/06/poner-limites-es-esencial-para-empoderarte/
COMO PONER LIMITES EN LAS RELACIONES Y HACERTE RESPETAR
VAMPIROS EMOCIONALES
DEJAR QUE OTROS DECIDAN POR TI
Es tu obligación marcar tus límites a los demás, nadie puede adivinarlos, ni siquiera las personas más cercanas a ti, ni las que te quieren mucho. Este es un punto muy importante, porque aquí se genera mucho drama en las relaciones: cuando tú esperas que ese límite tuyo sea obvio para los demás y crees que por ello deberían de respetarlo.
¿me se poner limites a mi misma?nooo
si una persona no es respetuosa contigo, tu debes marcar una separacion. Porque yo merezco mi respeto, merezco ser respetada, soy digna para ser respetada, aunque la otra persona no lo este haciendo. Tengo la responsabilidad de marcar mis limites, si la otra persona no quiere respetarlos, es problema suyo no mio.
A algunos les das la mano y se toman el brazo. Algunas personas se entusiasman con la generosidad ajena y exigen cada vez mas. Es un poquito a poco, cada vez te invaden mas el territorio. Muchas veces no son conscientes de que estan sobrepasando los limites de la convivencia basica. No te cortes y hazlo, porque sino puede que lo pierdas por completo y es muy dificil de recuperar despues. Los limites son imaginarios pero sus consecuencias reales. NEcesito ser independiente emocionalmente.
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mantener situaciones insostenibles
aguanta hija, aguanta ( por miedo a no enfrentarme, me guardo las cosas en lugar de poner las cosas claras sobre la mesa, me faltaba el valor) le puede el miedo
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no te dejes
sabiendo lo que valgo, ya no acepto ningun comportamiento inaceptable de parte de otros
Sufrir abusos fue algo común desde que me acuerdo. En la sociedad donde crecí, los niños no valían nada para la mayoría de los adultos y frecuentemente eran blanco de sus burlas y maltratos. Eso me hizo acostumbrarme a aceptar comportamientos inaceptables. Como si no fuera suficiente, carecía de la seguridad para ponerles un alto. El miedo me paralizaba.
Por un tiempo también permití cosas que no debían permitirse por diferentes dependencias que generé, y llegué a valorar más que mi propia dignidad. Al aprender lo valioso que soy y comprender que las cosas por las que me permitía pisotear eran insignificantes en comparación, pongo primero lo primero: mi dignidad. Al defender mi valía también estoy impidiendo fomentar el comportamiento de la persona agresora y entonces no solo yo me beneficio, sino también ella porque podría reflexionar sobre su neurosis y motivarse a buscar una solución.
Mantenerme pasivo frente a la agresión me vuelve cómplice. Frases como «poner la otra mejilla» o «el amor todo lo soporta» puede que sirvan de excusa a algunos que desean continuar por el camino del sufrimiento inútil. Para mí poner la otra mejilla no debe ser una invitación continua para que el otro le dé rienda suelta a su sadismo, sino el no pagarle con la misma moneda. Creo que el amor todo lo soporta, pero cuando se trata de actos constructivos, no destructivos. Nada justifica el maltrato.
Al aceptar que mi valor es muy alto y depende enteramente de mí, despojo a los otros de la autoridad que les he concedido para estar a merced de su insolencia.
Libertad y límites Amor y respeto de Rebeca Wild