Nuestra manta protectora
Volvemos hacia la comida cuando sentimos miedo, es una tendencia que muchos de nosotros compartimos. Al igual que cuando de pequeños nuestra madre nos alimentaba infundiéndonos seguridad, así los comedores compulsivos buscamos algo de comer cuando sentimos ansiedad o miedo. Cuando la ansiedad no desaparece, comemos más.
La necesidad de seguridad es básica para todos nosotros. Desafortunadamente, la buscamos en lugares equivocados. Una fortaleza de grasa no es gran protección contra las heridas y peligros a los que somos vulnerables como seres humanos. Comer en exceso no nos mantiene a salvo de amenazas reales o imaginarias.
Necesitamos aceptar el hecho de que no existe la seguridad absoluta. Todos somos mortales y estamos expuestos al peligro y a la destrucción. Paradójicamente, nuestra seguridad consiste en poner nuestras vidas al cuidado de nuestro Poder Superior. Cuando sentimos seguridad al estar centrados en Él, tenemos el valor para asumir riesgos y dejar nuestras viejas mantas protectoras.
Confío en que Tú me cuidarás, Señor