Comer en exceso es un infierno

Cuando caemos en la trampa de comer en forma compulsiva, nos sentimos a merced de una fuerza malévola y diabólica, ante la cual somos impotentes. La mente nos indica que debemos dejar de comer, pero nuestro cuerpo se ve imposibilitado para hacerlo. Un atracón puede comenzar en forma plácida –una probadita por aquí y otro por allá- pero luego se convierte en una tortura.

Como sabemos el daño que nos estamos haciendo a nosotros, nos sentimos culpables mientras nos damos el atracón. Nos odiamos a nosotros mismos porque no podemos detenernos. Entre más comemos, más incómodos nos sentimos, tanto física como mentalmente. La ropa nos aprieta y nos sentimos llenos e hinchados. Nuestra mente empieza a recorrer viejos caminos irracionales y negativos. Cualquiera que se cruce en nuestro camino puede ser objeto de nuestra ira. Perdemos el control, nos separamos de nuestro Poder Superior y nos sentimos en un infierno.

Que no se nos olvide cada día que el primer bocado compulsivo abre las puertas del infierno.

Señor, líbrame del infierno de comer en exceso.

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