Nos atrevemos
¿Qué es lo que hay dentro de nuestra cabeza que sigue atreviéndose a tratar de probarnos una vez más que no somos comedores compulsivos? ¿Qué clase de estupidez nos hace pensar que esta vez podremos salirnos con la nuestra y comernos ese bocado compulsivo? En un momento de ciega bravuconería, podemos perder meses o años del control que con tanto trabajo hemos logrado.
Nuestro ego es nuestro peor enemigo. Nos olvidamos de que quien es comedor compulsivo, siempre sigue siéndolo. Nos decimos a nosotros mismos que como lo hemos hecho tan bien durante tanto tiempo, seguramente podremos manejar una o dos pequeñas desviaciones. Nos rebelamos contra el programa y nos colocamos por encima de él. Nos olvidamos de que tenemos una enfermedad, y decidimos hacer lo que nos viene en gana, olvidándonos del hecho de que el comer ese primer bocado compulsivo estaremos destruyendo nuestra cordura y nuestra serenidad.
Debemos evitar a toda costa este tipo de atrevimientos. El mejor antídoto es la humildad, que nos recuerda la realidad de nuestra enfermedad. No somos como todos los demás. Nosotros somos comedores compulsivos y no nos atrevemos a echar por la borda nuestro programa.
Sálvame del tipo de atrevimientos que me destruyen