Los brazos eternos
Dios se mueve y, sin embargo, siempre está ahí. “Debajo de nosotros están los brazos eternos.” Nuestros antiguos sistemas de apoyo nos fallaron o resultaron inadecuados. Comíamos en exceso porque no teníamos un terreno firme en dónde apoyarnos.
Ahora vemos que como nuestras vidas le pertenecen a un Poder superior, no hay nada temporal que nos pueda apartar de Su cuidado y protección. Pase lo que pase, ahí están los brazos eternos para sostenernos. Sabiéndolo, ya no necesitamos comer en exceso. Somos capaces de soportar lo que venga, ya sea hambre física, angustia emocional o depresión espiritual.
Para experimentar el apoyo de Dios, lo único que necesitamos es admitir que somos impotentes para sostenernos solos con nuestro propio esfuerzo. ¡Qué alivio no tener que depender de nuestro ego! Si cuando estamos perplejos y tristes dejamos de luchar y nos tomamos tiempo para estar quietos, sentiremos la paz interior y el apoyo que provienen de nuestro Poder Superior. Los brazos eternos están siempre ahí, abajo de nosotros.
Señor, te necesito.