¿Hambriento o aburrido?
Cuando comíamos compulsivamente, a menudo interpretábamos el aburrimiento como hambre. Cuando parecía que no teníamos nada que hacer, ¡siempre podíamos comer! Quizá el tiempo sin estructurar nos ponía ansioso y pensábamos que podíamos llenarlo con comida y calmar nuestras ansiedades.
Ser ególatra es estar aburrido. Si siempre somos el centro de nuestra atención, pronto nos cansaremos de nosotros mismos, ya que nadie es tan fascinante. Para poder escapar del aburrimiento, necesitamos volver nuestra atención hacia fuera y concentrarnos en otras cosas que no sea uno mismo.
Cuando le damos nuestra vida a nuestro Poder Superior, estamos haciendo un compromiso de servicio. Le estamos pidiendo que se haga Su voluntad, que nos use como a Él le convenga. Al aliviarnos de nuestra obsesión, Dios nos libera de la esclavitud de nuestros apetitos. Si vamos a permanecer libres de ellos, necesitamos servirlo a Él en vez a nosotros mismos. Día a día, Él nos muestra nuestras tareas, y a medida que nos absorbemos en ellas, se nos quita el aburrimiento junto con nuestra falsa hambre.
Que conozca yo el verdadero alimento que es hacer Tu voluntad