Control
El control era algo que, o bien temíamos, o bien no conocíamos mucho antes de empezar el programa CCA. Nos resistíamos al control porque éste se oponía a nuestra idea de lo que era vivir espontáneamente, y en particular, de comer en forma espontánea. El control era para otra gente –para nuestros hijos tal vez–, pero no para nosotros.
Sin control, mirábamos mientras que el egocentrismo causaba estragos en nuestra vida. Comíamos lo que queríamos y luego, enojados y deprimidos, decíamos y hacíamos lo que queríamos. El problema es que terminábamos sintiéndonos no “complacidos” en absoluto, sino llenos de disgusto y de desesperación. Quizá oscuramente nos dábamos cuenta de que nuestro sufrimiento se debía a una falta de autocontrol, pero no sabíamos cómo obtener aquello de que carecíamos.
Al dejar a nuestro Poder Superior aquello que llamábamos control, aprendimos lo que significa ser libres. Al usar el concepto de abstinencia de CCA para controlar nuestra manera de comer, descubrimos la espontaneidad al vivir. En ve de inhibirnos, el tipo de control que desarrollamos dentro de este programa nos libera de la esclavitud del egocentrismo.
Señor, controla mi vida.

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