La comida no es una panacea
A pesar de lo que hayamos creído nosotros, los comedores compulsivos, la comida no resuelve nuestros problemas emocionales o espirituales. La comida no puede llenar de amor nuestro corazón, no importa cuánto comamos. En vez de diluir nuestras dificultades con la familia, los amigos y con nosotros mismos, lacomida las multiplica.
Si nuestro problema fuera que no tuviéramos qué comer, entonces la comida seríala solución. Es posible que estemos excedidos de peso y mal nutridos al mismotiempo si comemos lo que no debemos. Sin embargo, para la mayoría de nosotros, el problema es simplemente que nos gusta comer demasiado. La única cura universal para ese problema es ¡comer menos!
La buena noticia para los comedores compulsivos es que ahora es posible llevaruna vida de abstinencia y de control. Nuestra enfermedad no tiene por quédestruirnos. Cuando reconocemos que hemos estado usando la comida para que haga lo que sólo nuestro Poder Superior puede hacer, estamos en camino de larecuperación. En vez de recurrir a la comida para aliviar nuestros dolores ysatisfacer nuestros antojos, nos volvemos a Dios.
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