Lo que hago me hace sentir bien
Hacer algo mientras eso nos haga sentir bien es una trampa. Nos gusta comer por el mero placer sensual de la experiencia, aunque nos gustaría seguir haciéndolo bastante después de que ha quedado satisfecha nuestra necesidad de nutrirnos. Una vez que nuestro apetito está fuera de control, no podemos detenernos, incluso cuando el placer se ha convertido en dolor.
La sensualidad desenfrenada, incontrolable, puede destruirnos. Saber racionalmente cuándo detenernos no basta. Con la menta podremos saber que no deberíamos estar comiendo, pero aun así, podremos seguir siendo incapaces de detener la acción de nuestro cuerpo. Si no somos capaces de controlar nuestra sensualidad con la mente, entonces, ¿cómo hacerlo?
Los miembros de CCA dan testimonio de que hay Uno que tiene todo el poder, incluyendo el poder de iluminar nuestras tinieblas y prevenir nuestra autodestrucción. Por medio del contacto cotidiano con nuestro Poder Superior desarrollamos una fortaleza espiritual que controlará y dirigirá nuestros impulsos físicos de modo que éstos no terminen por controlarnos y destruirnos.
Señor, toma mi sensualidad y contrólala