Apetito
El apetito crece cuando lo alimentamos. Entre más comemos, más queremos comer. Si permitimos que cualquier apetito físico se apodere de nosotros -ya sea comida, sexo, seguridad o lo que sea-, nos convertiremos en sus esclavos.
Si no alimentamos nuestra relación con nuestro Poder Superior de manera que Dios sea la última autoridad de todo lo que hacemos y el objeto de nuestro mayor deseo, entonces uno o más de nuestros apetitos físicos nos esclavizarán. Cuando percibimos a Dios como el mayor bien y la fuente de toda alegría y satisfacción, entonces los apetitos físicos toman su lugar.
Primero buscamos el crecimiento espiritual. Nuestro deseo primordial es hacer la voluntad de Dios, tal como El nos vaya capacitando para hacerla. Cuando Él es nuestro Maestro, Su amor satisface nuestro apetito espiritual y empezamos a conocer la paz interior y la satisfacción que el mundo no puede darnos.
Que mi deseo seas siempre Tú.

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