Había una isla mágica en la que habitaban todos los sentimientos: Tristeza,Alegría, Humildad, Ternura, Amor, Ilusión…, en fin, todos los sentimientos.Un día, recibieron la noticia de que debían abandonar la isla porque iba a haber un terrible maremoto que la hundiría. Cada uno de los sentimientos se apresuró a alistar su barco para abandonar la isla lo antes posible. El único que no mostraba prisas era Amor quien, aun a riesgo de su vida, quería quedarse todo el tiempo que fuera posible en esa isla que tanto amaba. Cuando ya se escuchaban a lo lejos los rugidos del huracán que se aproximaba y una lluvia feroz empezó a descargar su ira sobre la isla, Amor empezó a pedir ayuda.Afortunadamente, todavía estaban embarcándose algunos sentimientos que se habían demorado cargando sus barcos o realizando algunas diligencias personales.-Ambición, llévame contigo –gritó Amor.-Lo siento, no puedo, como podrás ver, mi barco está repleto de oro, plata y piedras preciosas. No cabe nada más. Si tú te subieras, nos hundiríamos.-Vanidad, por favor, ayúdame –suplicó entonces Amor.-No, no, estás mojado y sucio, me mancharías el barco, no puedo llevarte.-Tristeza, no me dejes solo, llévame contigo.-Lo siento, Amor, me siento tan mal que prefiero ir sola, no quiero ver ni conversar con nadie.Fue entonces cuando escuchó una voz que le llamaba: -Amor, ven conmigo, yo te llevo.Era un viejito ya arrugado, pero Amor estaba tan agradecido que se le olvidó preguntarle el nombre. Al llegar a tierra firme, el viejito desapareció.-Dime Sabiduría –preguntó entonces Amor-, ¿quién era el viejito que me trajo hasta aquí? -Era el Tiempo.-¿El Tiempo? –preguntó Amor muy extrañado, pero ¿por qué sólo el Tiempo me quiso ayudar? Sabiduría le respondió:
97-Porque sólo el Tiempo es capaz de entender y ayudar a un gran Amor.
El tiempo es para el amor como el viento para el fuego: aviva los fuertes, ymata los débiles. La pasión es pasajera, y el placer por su propia naturaleza esfrágil y perecedero. El amor verdadero, como los buenos vinos, se va añejandocon el tiempo, se va acrisolando con la convivencia compartida de dichas,alegrías, sufrimientos y problemas. Sólo el tiempo demuestra si el amor eraprofundo y real, si estaba asentado en raíces firmes y no en la ilusión, capaz porello, de sobrevivir a las dificultades, rutinas y percances. El tiempo va cincelandoel rostro del amor verdadero, permite descubrir siempre nuevos rasgos, maticesinsospechados e ignorados en la persona que se ama. El tiempo posibilita unacomunión cada vez más profunda, la vivencia de renovadas y cada vez másmaduras intensidades, más allá de los espejismos y relámpagos de la juventud.De ahí la importancia de educar el corazón, la fortaleza, la responsabilidad paraser capaces de vivir y construir cada día con nuevo entusiasmo el amor. Comodecía Saint Expupery, el autor de
El Principito
: “
Amar no es estarse mirando losdos largamente a los ojos, sino mirar los dos en la misma dirección”. El amorimplica un proyecto en común, un largo caminar juntos, una decisión de vivir parael otro y con el otro en las alegrías y en las penas
.
De ahí la necesidad dealimentar cada día el amor, de no permitir que se trivialice o rutinice. El amor escomo el agua: Si lo detienes, se pudre y se va muriendo. Sólo el agua enmovimiento tiene vida y puede darla, lleva en sus labios murmullos de cancionesque alegran corazones. Hogar tiene las mismas raíces que hoguera: El amor escomo el fuego: si dejas de alimentarlo, se apaga y sólo deja en los labios el saboramargo de cenizas.
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