Una emoción es un proceso que se activa cuando el organismo detecta algún
peligro, amenaza o desequilibrio con el fin de poner en marcha los recursos a su
alcance para controlar la situación (Fernández-Abascal y Palmero, 1999). Por lo
tanto, las emociones son mecanismos que nos ayudan a reaccionar con rapidez
ante acontecimientos inesperados que funcionan de manera automática, son
impulsos para actuar. Cada emoción prepara al organismo para una clase distinta
de respuesta; por ejemplo, el miedo provoca un aumento del latido cardiaco
que hace que llegue más sangre a los músculos favoreciendo la respuesta de
huida.
Cada persona experimenta una emoción de forma particular, dependiendo de
sus experiencias anteriores, su aprendizaje y de la situación concreta. Algunas
de las reacciones fisiológicas y comportamentales que desencadenan las emociones
son innatas, mientras que otras pueden adquirirse. Unas se aprenden por experiencia
directa, como el miedo o la ira, pero la mayoría de las veces se aprende por
observación de las personas de nuestro entorno, de ahí la importancia de los
padres y los profesores como modelo ante sus hijos y alumnos.
Las emociones…
• Las emociones son propias del ser humano. Se clasifican en positivas
y negativas en función de su contribución al bienestar o al malestar
pero todas ellas, tanto las de carácter positivo como las de carácter
negativo, cumplen funciones importantes para la vida.
• Todas las emociones son válidas. No existen emociones buenas o malas.
Las emociones son energía y la única energía que es negativa es la
energía estancada. Por esta razón, es necesario expresar las emociones
negativas retenidas que pueden desencadenar problemas mayores.
• No podemos desconectar o evitar las emociones. Cualquier intento por
controlarlas a través del consumo de tabaco, alcohol u otras drogas
puede generar problemas más importantes a largo plazo.
• Podemos aprender a manejarnos con nuestros estados emocional
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quererme a mi misma
5 claves para mejorar tu inteligencia emocional
enfrenta tus emociones y elimina tus pensamientos negativos
manten la calma bajo presion
lee las señales verbales y las no verbales
establece tus limites adecuadamente
comparte tus sentimientos mas intimos con alguien especial
MIEDO
ALEGRIA
TRISTEZA
AFECTO
ODIO
IRA
ASCO
SORPRESA
ENFADO
CULPA
DESPRECIO
SOLEDAD
DESAMPARO
VIGILANCIA
HOSTILIDAD
GRATITUD
VERGUENZA
RESIGNACION
TENSION
INTERES
ODIO
HASTIO
RECELO
ALEGRIA
CELOS
REBELDIA
EUFORIA
RENCOR
SUMISION
EXTASIS
ALIVIO
OPTIMISMO
FELICIDAD
DESEO
MELANCOLIA
SERENIDAD
AMOR
TERROR
INCOMPRENSION
PESIMISMO
CONFIANZA
TERNURA
PAVOR
DECEPCION
COMPASION
ORGULLO
¿QUE PIENSO?
¿COMO ME SIENTO?
¿QUE HAGO?
¿DONDE COLOCO ESTA EMOCION?
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La inteligencia emocional según Salovey y Mayer
¿Inteligencia Emocional?
Según la versión original de Salovey y Mayer (1990), la inteligencia emocional consiste en la habilidad para manejar los sentimientos y emociones, discriminar entre ellos y utilizar estos conocimientos para dirigir los propios pensamientos y acciones.
Según Mayer y Salovey (1997: 10), “la inteligencia emocional incluye la habilidad para percibir con precisión, valorar y expresar emoción; la habilidad de acceder y/o generar sentimientos cuando facilitan pensamientos; la habilidad de comprender la emoción y el conocimiento emocional; y la habilidad para regular las emociones para promover crecimiento emocional e intelectual”. La inteligencia emocional se refiere a un “pensador con un corazón” (“a thinker with a heart”) que percibe, comprende y maneja relaciones sociales.
Estos autores han ido reformulando el concepto original en sucesivas aportaciones (Mayer y Salovey, 1993, 1997, 2007; Mayer, Caruso y Salovey, 1999, 2001; Mayer, Salovey y Caruso, 2000).
Una de las formulaciones que se toman como referencia es la siguiente (Mayer, Salovey y Caruso, 2000; Mayer y Salovey, 1997, 2007). La inteligencia emocional se estructura como un modelo de cuatro ramas interrelacionadas:
1) Percepción Y EXPRESION EMOCIONAL
Las emociones son percibidas, identificadas, valoradas y expresadas. Se refiere a sí mismo, en otros, a través del lenguaje, conducta, en obras de arte, música, etc. Incluye la capacidad para expresar las emociones adecuadamente. También la capacidad de discriminar entre expresiones precisas e imprecisas, honestas o deshonestas.
1.- Percibir y expresar las emociones, o sea, reconocerlas conscientemente, identificarlas, ser capaces de darles una etiqueta verbal; sea cuando las sienten otros, nosotros mismos, o en ambos casos (hay personas muy autoconscientes que son incapaces de reconocer emociones ajenas, y viceversa).
Los sentimientos son un sistema de alarma que nos informa sobre cómo nos encontramos, qué nos
gusta o qué funciona mal a nuestro alrededor con la finalidad de realizar cambios en nuestras vidas. Una
buena percepción implica saber leer nuestros sentimientos y emociones, etiquetarlos y vivenciarlos. Con un
buen dominio para reconocer cómo nos sentimos, establecemos la base para posteriormente aprender a
controlarnos, moderar nuestras reacciones y no dejarnos arrastrar por impulsos o pasiones exaltadas.
Ahora bien, ser conscientes de las emociones implica ser hábil en múltiples facetas tintadas afectivamente.
Junto a la percepción de nuestros estados afectivos, se suman las emociones evocadas por objetos
cargados de sentimientos, reconocer las emociones expresadas, tanto verbal como gestualmente, en el
rostro y cuerpo de las personas; incluso distinguir el valor o contenido emocional de un evento o situación
social.
Por último, la única forma de evaluar nuestro grado de conciencia emocional está siempre unida a la
capacidad para poder describirlos, expresarlos con palabras y darle una etiqueta verbal correcta. No en
vano, la expresión emocional y la revelación del acontecimiento causante de nuestro estrés psicológico se
alzan en el eje central de cualquier terapia con independencia de su corriente psicológica.
Esto de ponerle una etiqueta a la emoción resulta imprescindible para poder comprenderla e identificarla otro día. Si no sé lo que siento, siempre necesitaré hacer todo el proceso de reconocimiento. Etiquetar el mundo, a riesgo de reducirlo y limitarlo en demasía, nos facilita la supervivencia y el reaccionar, así como la transmisión del conocimiento. Si podemos identificar una emoción con una palabra, podremos hablar de esa emoción con otras personas, enriqueceremos nuestra definición con la suya, ampliaremos nuestra vivencia, y seguramente en otra ocasión la reconoceremos más rápidamente.
Además, cuando nombramos los sentimientos, les damos permiso para existir, y prevenimos, por tanto, que se nos escondan en la sombra.
2) Facilitación emocional del pensamiento.
Las emociones sentidas entran en el sistema cognitivo como señales que influencian la cognición (integración emoción y cognición). Las emociones priorizan el pensamiento y dirigen la atención a la información importante. El estado de humor cambia la perspectiva del individuo, desde el optimismo al pesimismo, favoreciendo la consideración de múltiples puntos de vista. Los estados emocionales facilitan el afrontamiento. Por ejemplo, el bienestar facilita la creatividad.
es la capacidad de generar sentimientos que faciliten el pensamiento.
Durante años he oído que los adultos primero pensamos (p. ej, anticipamos situaciones), luego sentimos (ansiedad, tristeza, miedo, alegría, impaciencia…) y por último hacemos (o evitamos hacer). Hace poco leí que los niños muy pequeños funcionan justo al revés, primero hacen (juegan, experimentan, comprueban), luego sienten (placer, dolor, frustración, etc.) y finalmente piensan. Aquí vendría el componente verbal, la etiqueta, ya que solemos pensar en palabras, y, como decía antes, la etiqueta es importante para poder ordenar y predecir el mundo.
Dominar nuestras emociones y hacerlas funcionar para facilitar los pensamientos que nos interesa tener (por ejemplo: motivadores, prudentes, etc.) nos va a ayudar a conseguir los objetivos que deseamos. Cuán diferente es pensar “no puedo”, “estoy cansado”, “no lo conseguiré”, que pensar “ayer pude, hoy podré también”, “me he caído pero sé cómo levantarme”, “si conseguí aprender a caminar, aunque tardé un año, cómo no voy a aprender esto, solo llevo tres semanas, voy a continuar practicando”. Las emociones positivas nos van a ayudar a tener estos pensamientos con más facilidad que las emociones negativas.
Sería una forma de fusionar pensamiento y emoción para generar un pensamiento más adaptado, práctico, conforme a los objetivos y deseos que hemos escogido.
La razón y la pasión parecen aspectos opuestos en nuestra vida. Durante siglos, filósofos y
científicos han puesto en duda su carácter interactivo y de ayuda recíproca. Las emociones y los
pensamientos se encuentran fusionados sólidamente y, si sabemos utilizar las emociones al servicio del
pensamiento, nos ayudan a razonar de forma más inteligente y tomar mejores decisiones. Tras una década
de investigación, empezamos a descubrir que dominar nuestras emociones y hacerlas partícipes de
nuestros pensamientos favorece una adaptación más apropiada al ambiente. Por ejemplo, nuestras
emociones se funden con nuestra forma de pensar consiguiendo guiar la atención a los problemas Fernández-Berrocal, Pablo; Extremera, Natalio:La inteligencia emocional como una habilidad…
OEI-Revista Iberoamericana de Educación (ISSN: 1681-5653)
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realmente importantes, nos facilita el recuerdo de eventos emotivos, permite una formación de juicios
acorde a cómo nos sentimos y, en función de nuestros sentimientos, tomamos perspectivas diferentes ante
un mismo problema. Por otra parte, el «cómo nos sentimos» guiará nuestros pensamientos posteriores,
influirá en la creatividad en el trabajo, dirigirá nuestra forma de razonar y afectará a nuestra capacidad diaria
de deducción lógica. En efecto, que nuestros alumnos estén felices o tristes, enfadados o eufóricos o hagan
o no un uso apropiado de su IE para regular y comprender sus emociones puede, incluso, determinar el
resultado final de sus notas escolares y su posterior dedicación profesional.
3) Comprensión emocional.
Comprender y analizar las emociones empleando el conocimiento emocional. Las señales emocionales en las relaciones interpersonales son comprendidas, lo cual tiene implicaciones para la misma relación. Capacidad para etiquetar emociones, reconocer las relaciones entre las palabras y las emociones. Se consideran las implicaciones de las emociones, desde el sentimiento a su significado; esto significa comprender y razonar sobre las emociones para interpretarlas. Por ejemplo, que la tristeza se debe a una pérdida. Habilidad para comprender sentimientos complejos; por ejemplo, el amor y odio simultáneo hacia una persona querida (pareja, hijos) durante un conflicto. Habilidad para reconocer las transiciones entre emociones; por ejemplo de frustración a ira, de amor a odio.
es la capacidad de generar sentimientos que faciliten el pensamiento.
Durante años he oído que los adultos primero pensamos (p. ej, anticipamos situaciones), luego sentimos (ansiedad, tristeza, miedo, alegría, impaciencia…) y por último hacemos (o evitamos hacer). Hace poco leí que los niños muy pequeños funcionan justo al revés, primero hacen (juegan, experimentan, comprueban), luego sienten (placer, dolor, frustración, etc.) y finalmente piensan. Aquí vendría el componente verbal, la etiqueta, ya que solemos pensar en palabras, y, como decía antes, la etiqueta es importante para poder ordenar y predecir el mundo.
Dominar nuestras emociones y hacerlas funcionar para facilitar los pensamientos que nos interesa tener (por ejemplo: motivadores, prudentes, etc.) nos va a ayudar a conseguir los objetivos que deseamos. Cuán diferente es pensar “no puedo”, “estoy cansado”, “no lo conseguiré”, que pensar “ayer pude, hoy podré también”, “me he caído pero sé cómo levantarme”, “si conseguí aprender a caminar, aunque tardé un año, cómo no voy a aprender esto, solo llevo tres semanas, voy a continuar practicando”. Las emociones positivas nos van a ayudar a tener estos pensamientos con más facilidad que las emociones negativas.
Sería una forma de fusionar pensamiento y emoción para generar un pensamiento más adaptado, práctico, conforme a los objetivos y deseos que hemos escogido.
Para comprender los sentimientos de los demás debemos empezar por aprender a comprendernos
a nosotros mismos, cuáles son nuestras necesidades y deseos, qué cosas, personas o situaciones nos
causan determinados sentimientos, qué pensamientos generan tales emociones, cómo nos afectan y qué
consecuencias y reacciones nos provocan. Si reconocemos e identificamos nuestros propios sentimientos,
más facilidades tendremos para conectar con los del prójimo. Empatizar consiste «simplemente» en
situarnos en el lugar del otro y ser consciente de sus sentimientos, sus causas y sus implicaciones
personales. Ahora bien, en el caso de que la persona nunca haya sentido el sentimiento expresado por el
amigo, le resultará difícil tratar de comprender por lo que está pasando. Aquél que nunca ha vivido una
ruptura de pareja, en ningún momento fue alabado y reforzado por sus padres por un trabajo bien hecho o
jamás ha sufrido la perdida de un ser querido realizará un mayor esfuerzo mental y emocional de la
situación, aun a riesgo de no llegar a entenderlo finalmente, para imaginarse el estado afectivo de la otra
persona. Junto a la existencia de otros factores personales y ambientales, el nivel de IE de una persona
está relacionado con las experiencias emocionales que nos ocurren a lo largo del ciclo vital.
Desarrollar una plena destreza empática en los niños implica también enseñarles que no todos sentimos lo
mismo en situaciones semejantes y ante las mismas personas, que la individualidad orienta nuestras vidas y
que cada persona siente distintas necesidades, miedos, deseos y odios.
4) Regulación emocional (emotional management).
Regulación reflexiva de las emociones para promover el conocimiento emocional e intelectual. Los pensamientos promueven el crecimiento emocional, intelectual y personal para hacer posible la gestión de las emociones en las situaciones de la vida. Habilidad para distanciarse de una emoción. Habilidad para regular las emociones en uno mismo y en otros. Capacidad para mitigar las emociones negativas y potenciar las positivas, sin reprimir o exagerar la información que transmiten.
dirigir y manejar las emociones, moderarlas, sean situaciones positivas o negativas. Se considera la capacidad más difícil de adquirir y consiste en evitar respuestas descontroladas en casos de ira, provocación o miedo, pero también en no dejarse llevar por las emociones positivas, como la euforia. Una persona bien regulada emocionalmente será capaz de no dejarse llevar por el primer impulso, sopesar las situaciones aún sintiéndose muy atraído por ellas, y tomar decisiones prudentes y meditadas.
Una de las habilidades más complicadas de desplegar y dominar con maestría es la regulación de
nuestros estados emocionales. Consiste en la habilidad para moderar o manejar nuestra propia reacción
emocional ante situaciones intensas, ya sean positivas o negativas. La regulación emocional se ha
considerado como la capacidad para evitar respuestas emocionales descontroladas en situaciones de ira,
provocación o miedo. Tal definición es comúnmente considerada correcta, pero resulta incompleta. Las
investigaciones están ampliando el campo de la autoregulación a las emociones positivas. Una línea
divisoria invisible y muy frágil demarca los límites entre sentir una emoción y dejarse llevar por ella. Es decir,
regular las emociones implica algo más que simplemente alcanzar satisfacción con los sentimientos
positivos y tratar de evitar y/o esconder nuestros afectos más nocivos. La regulación supone un paso más
allá, consiste en percibir, sentir y vivenciar nuestro estado afectivo, sin ser abrumado o avasallado por él, de Fernández-Berrocal, Pablo; Extremera, Natalio:La inteligencia emocional como una habilidad…
OEI-Revista Iberoamericana de Educación (ISSN: 1681-5653)
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forma que no llegue a nublar nuestra forma de razonar. Posteriormente, debemos decidir de manera
prudente y consciente, cómo queremos hacer uso de tal información, de acuerdo a nuestras normas
sociales y culturales, para alcanzar un pensamiento claro y eficaz y no basado en el arrebato y la
irracionalidad. Un experto emocional elige bien los pensamientos a los que va a prestar atención con objeto
de no dejarse llevar por su primer impulso e, incluso, aprende a generar pensamientos alternativos
adaptativos para controlar posibles alteraciones emocionales. Del mismo modo, una regulación efectiva
contempla la capacidad para tolerar la frustración y sentirse tranquilo y relajado ante metas que se plantean
como muy lejanas o inalcanzables. Tampoco se puede pasar por alto la importancia de la destreza
regulativa a la hora de poner en práctica nuestra capacidad para automotivarnos. En este sentido, el
proceso autoregulativo forma parte de la habilidad inherente para valorar nuestras prioridades, dirigir
nuestra energía hacia la consecución de un objetivo, afrontando positivamente los obstáculos encontrados
en el camino, a través de un estado de búsqueda, constancia y entusiasmo hacia nuestras metas.
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INTELIGENCIA EMOCIONAL
ELIAS, M.; TOBIAS, S., y FRIEDLANDER, B. (1999): Educar con inteligencia emocional. Barcelona,
Plaza y Janés.
– FERNÁNDEZ-BERROCAL, P.; SALOVEY, P.; VERA, A.; RAMOS, N., y EXTREMERA, N. (2001): «Cultura,
inteligencia emocional percibida y ajuste emocional: un estudio preliminar», en: Revista Electrónica
de Motivación y Emoción, 4.
– FERNÁNDEZ-BERROCAL, P., y RAMOS, N. (2002). Corazones Inteligentes. Barcelona, Kairós.
– GARDNER, H. (2001): La inteligencia reformulada. Barcelona, Paidós.
– GOLEMAN, D. (1996): Inteligencia emocional. Barcelona, Kairós.
– GOTTMAN, J., y DECLAIRE, J. (1997): Los mejores padres. Madrid, Javier Vergara.
– GÜELL, M., y MUÑOZ, J. (1999): Desonócete a ti mismo. Programa de alfabetización emocional.
Barcelona, Paidos.
– SHAPIRO, L. E. (1997): La inteligencia emocional en niños. Madrid, Javier Vergara.
– STERNBERG, R. (1997): La inteligencia exitosa. Barcelona, Paidós.
– VALLÉS, A., y VALLÉS, C. (2000): Inteligencia emocional: Aplicaciones educativas. Madrid, Editorial
EOS.
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Pau Ekman definió seis gestos universales, aunque años más tarde los amplió a 17. Estos fueron los primeros:
- Alegría: se produce mediante la contracción del músculo que va del pómulo al labio superior y del orbicular que rodea al ojo. Las mejillas se elevan.
- Tristeza: se manifiesta cuando los párpados superiores caen y las cejas se angulan hacia arriba. El entrecejo se arruga y los labios se estiran de forma horizontal.
- Ira: mirada fija, cejas juntas y hacia abajo y tendencia a apretar los dientes.
- Sorpresa: los párpados superiores suben, pero los inferiores no están tensos. La mandíbula suele caer.
- Asco: ligera contracción del músculo que frunce la nariz y estrecha los ojos. El gesto de la nariz arrugada es simultáneo al de la elevación del labio superior.
- Miedo: sigue a la sorpresa. Párpados superiores elevados al máximo e inferiores tensos. Las cejas levantadas se acercan. Los labios se alargan hacia atrás.
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LA CASA DE LAS EMOCIONES
OIKOS = CASA
LOGOS = CONOCIMIENTO
Ecología Emocional = Conocimiento de nuestra casa emocional
LOS HABITANTES DE NUESTRA CASA
Te proponemos que hagas el ejercicio de cerrar los ojos y reflexionar sobre tu casa emocional. A estas alturas de tu vida eres responsable de lo que en ella ocurre. Es importante que conozcas bien sus habitantes, estas emociones, sentimientos, pasiones y afectos que entran y salen de ella, que se relacionan entre ellas y nos mueven a la acción.
¿Te gustan estos habitantes de la casa? ¿Predominan las emociones agradables o las desagradables? ¿Tienes habitantes que se han apalancado en tu casa?
Recuerda que las emociones son un lenguaje valioso útil para ir más orientado en tu vida. Te aportan datos sobre cómo te relacionas contigo mismo, con los demás y cómo evoluciona tu proyecto de vida. Si las entiendes, les das nombre, si una vez escuchadas incorporas la información a tu mapa mental y las dejas partir, las estarás gestionando ecológicamente y serán tus aliadas.
Emociones: llegan, nos habitan, traducimos su informacion y las dejamos partir.
Todo acontecimiento que produce una resonancia afectiva en nosotros es importante por algún motivo. Por eso, el hecho de no considerar estas informaciones o traducirlas incorrectamente puede reducir nuestra calidad de vida y niveles de satisfacción vital. Soler&Conangla
Una persona siente, y aquello de bueno o de malo que ocurra a continuación dependerá en buena medida de su destreza para reconocer, traducir y gestionar esas emociones, y de hecho de quedar anclado en ellas o de saber desprenderse de ellas y canalizarlas. Soler&Conangla
¡HOGAR SI QUE TENEMOS!
Se cuenta que en una ocasión un reportero fue a hacer el reportaje del incendio de una casa que había quedado totalmente consumida por el fuego. Delante de la casa estaba la familia: el padre, la madre y el niño pequeño mirando cómo todo había sido devorado por el fuego. Con voz amigable, el reportero dijo al niño:
– Hijo, parece que te has quedado sin hogar…
El niño miró al reportero y con una sabiduría que superaba su edad le respondió:
-No. Hogar sí que tenemos. Lo que no tenemos es una casa donde ponerlo.
Emociones: Las razones que la razón ignora Ed. Obelisco. Soler & Conangla
EL CURSO. LA CASA DE LAS EMOCIONES ( Daniella garcia desde Bolivia)
La Ecología Emocional lleva a cabo un proyecto de formación emocional virtual (e-learning). Un espacio diseñado para sentir, es el curso virtual: “La casa de las emociones” un territorio afectivo donde conocí los diferentes hábitats emocionales, especies emocionales y su correspondiente gestión.
La casa de las emociones funciona como un ecosistema emocional estimulante, protegido y sostenible, dentro de él están delimitados territorios afectivos con sus hábitats emocionales, en los que crecen diferentes especies emocionales como son: miedo – confianza, tristeza – alegría, ansiedad – ternura, generosidad – envidia, amor – odio, compasión – indiferencia, responsabilidad – culpa, celos – desprendimiento. Estas especies, aun siendo diferentes y en cierta medida, opuestas, pueden vivir en equilibrio sin invadirse unas a otras. Siempre y cuando hagamos gestión de ellas.
Importante aclarar que estas especies emocionales crecerán en la medida que las sembremos, cultivemos y las cuidemos, que es lo que aprendemos con el curso. Ellas necesitan de espacios apropiados (hábitat – territorio), sus recursos (tiempo, energía, dedicación, y atención), y sus cuidados (gestión emocional).
Si algo me quedado muy claro es que, somos los únicos encargados de sembrar, abonar, cultivar y cuidar nuestra “casa emocional” lo que es hacer gestión emocional, es nuestra tarea y nuestra responsabilidad. Somos, como bien expresa la ecología emocional, los únicos “jardineros de nuestro mundo emocional interior“ y si en este territorio afectivo hay especies que favorecen nuestro equilibrio, como si hay especies que nos desequilibran, dependerá solo de nosotros.
Esto es apenas una mirada de lo que encontré en el curso la casa de las emociones; para conocer y profundizar más, les animo a ser parte del proyecto e-learning este 15 de abril en su tercera edición.
Motivada por el camino generoso de la ecología emocional, finalizo estas líneas compartiendo con ustedes una presentación en power point sobre los hábitats emocionales. Un abrazo lleno de emociones!
Daniela García.
UN PLANTEAMIENTO CREATIVO PARA GESTIONAR LAS EMOCIONES
Este novedoso proyecto pretende animar a los padres, maestros y a los niños y niñas de entre 7 y 12 años a que se conviertan en «ecologistas emocionales», personas que trabajen de forma decidida y responsable para ser mejores, para dejar un mundo mejor a los que les seguirán y que ayuden a crecer a los demás.
Es una invitación a la reflexión, al debate, al desarrollo de la creatividad y a compartir experiencias que permitan pasar a la acción de mejora. Sólo si somos conscientes de que algo es valioso lo protegeremos, lo cuidaremos, le ayudaremos a crecer y lo respetaremos.
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Como ya comente en el artículo de la semana pasada no hay emociones buenas o malas, todas las emociones tienen una finalidad… lo que si es cierto es que hay emociones más agradables y/o más desagradables dependiendo de su finalidad, las emociones agradables nos invitan al acercamiento y las desagradables a que realicemos un cambio.
Tendemos a evitar las emociones denominadas “negativas” y las tapamos cuando realmente deberíamos prestarles mucha atención ya que son señales que nos quieren decir que cambiemos una situacion.
No es la Emoción de Ira, Tristeza o Miedo lo negativo… es su mala gestión emocionalla que hace que veamos esas emociones como negativas, por lo que tenemos que aprender a gestionarlas de manera positiva.
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DIFERENCIA ENTRE EMOCION, SENTIMIENTO Y ESTADO DE ANIMO
LAS EMOCIONES
En palabras de Daniel Goleman, “las Emociones son impulsos para actuar, planes instantáneos para enfrentarnos a la vida”.
La Emoción surge como respuesta a un estímulo, son señales que nos preparan para la acción. En las Emociones influye más la impulsividad que los pensamientos. Son reacciones psicofisiológicas ante un estímulo…
Recuerda esto siempre!!!… Las Emociones no las podemos evitar… Podemos gestionarlas mejor o peor… pero nunca Evitar!
Por tanto, es muy importante que nunca niegues a tu hijo la expresión de una Emoción porque lo único que conseguirás es que la reprima.
Como las emociones son señales que no podemos evitar tener, a medida que siguen apareciendo,si reprime su expresión y gestión, a la larga probablemente tu hijo tenga problemas para identificar lo querealmente siente en determinados momentos. Sabrá que no se siente bien, pero no será capaz de identificar por qué o qué le pasa exactamente. Esto hará que tenga una probabilidad elevada de desarrollar síntomas físicos, es decir, que somatice las emociones.
LOS SENTIMIENTOS
Los sentimientos son los pensamientos de nuestras emociones. Son el resultado de lasemociones, pero de forma más subjetiva… aquí intervienen nuestras interpretaciones. Es el resultado de la emoción.
Es un proceso más mental, donde influyen más los pensamientos, las evaluaciones conscientes y cómo guardamos en nuestra mente esa experiencia (emoción).
En los sentimientos sí que podemos influir, es aquí donde se trabaja la gestión emocional y donde podemos aprender a gestionar la Emoción experimentada (la que no podemos evitar).
EL ESTADO DE ANIMO
El estado de ánimo, se diferencia de las Emociones y los Sentimientos en que es menos dado a ser activado por un determinado estímulo. Son los sentimientos mantenidos en el tiempo, aunque el estímulo que activó la emoción y el sentimiento haya desaparecido.
El estado de ánimo se alimenta mayoritariamente de nuestro pensamiento y comportamiento y aquí si podemos actuar… cambiando nuestros pensamientos, nuestra manera de hablarnos a nosotros mismos, nuestro comportamiento, nuestros postura….
Aunque en la teoría es un poco más complejo, el proceso sería el siguiente seria el siguiente:
1º. Ante un determinado estímulo, aparece una Emoción… ¡que no se puede evitar sentir! ¡Nunca!
2º. Vienen los Sentimientos resultado de Emoción + Pensamiento… Aquí podemos actuar aprendiendo a Gestionar nuestras emociones de forma positiva, influyendo en la interpretación que hagamos de la Emoción.
3º. Cuando mantenemos un Sentimiento en el tiempo… aparece el Estado de Ánimo…. El Estado de Ánimo se alimenta únicamente de nuestro pensamiento, pasando la Emoción inicial a un segundo plano.
rina: Papá.
Papá: Dime, mi amor.
Irina: ¿Qué estás mirando?
Papá: Un vídeo de una cantante.
Irina: ¿Y qué canta? Nunca había oído una canción como esa. Es muy bonita.
Papá: Se llama ópera, preciosa.
Irina: ¿Y por qué pone esas caras tan raras? A veces, parece que vaya a llorar o a reír. No sé… es muy raro, ¿no?
Papá: Pone esas caras porque está emocionada.
Irina: ¿Y qué significa estar emocionada?
Papá: Significa que la persona está sintiendo algo muy intenso en ese momento. Y, a veces, cuando te sientes emocionado, puedes expresarlo con tu cara o con tu cuerpo.
Irina: No lo entiendo.
Papá: Pues es como cuando te llevo en la moto, acelero y te abrazas a mí con fuerza. O como cuando te tiras por el tobogán del parque, ése que es tan largo, y notas cómo tu tripita se encoge. O como cuando es tu cumpleaños y te hago un regalo que te gusta mucho y te pones muy contenta. O como cuando la mamá te hace cosquillas y te ríes sin poder evitarlo. Eso es emocionarse, Irina.
Irina: ¿Y para qué sirve emocionarse, papi?
Papá: No es que sirva para algo, cariño. Simplemente, nos ocurre a veces a los seres humanos, y nos hace sentir vivos; intensamente vivos.