Expectativas de los demás
Nuestra labor es identificar nuestras necesidades, y luego determinar una manera equilibrada de satisfacerlas. En último término, esperamos que nuestro Poder Superior y el universo –y no una persona en particular- sean nuestra fuente.
Es irracional esperar que alguien sea capaz o esté dispuesto a satisfacer todas nuestras peticiones. Somos responsables de pedir lo que queremos y necesitamos. La responsabilidad de la otra persona es escoger libremente si va a responder o no a nuestra petición. Si tratamos de presionar o de obligar a otro a que nos apoye, eso es
controlar.
Hay una diferencia entre pedir y exigir. Queremos que el amor se nos dé libremente.
Es irracional y enfermizo esperar que una sola persona sea la fuente de satisfacción de todas nuestras necesidades. En último término, nos enojaremos y nos mostraremos resentidos, quizá incluso castigadores, con esa persona por no habernos apoyado como nosotros esperábamos.
Es razonable tener expectativas ciertas y bien definidas de nuestro cónyuge, hijos y amigos.
Si una persona no puede o no quiere ayudarnos, entonces necesitamos asumir la responsabilidad hacia nosotros mismos en esa relación.
Quizá necesitemos fijar un límite, cambiar nuestras expectativas o modificar los límites de la relación para acomodarnos a la inaccesibilidad de esa persona. Esto lo hacemos por nosotros mismos.
Es razonable comunicar nuestros deseos y necesidades y ser realistas acerca de cuánto le pedimos a una persona en particular o cuánto esperamos de ella. Podemos confiar en que sabremos qué es razonable.
El asunto de las expectativas consiste en saber que somos responsables de identificar nuestras necesidades, de creer que merecen ser satisfechas y descubrir una manera apropiada, satisfactoria de hacer eso en nuestra vida.
“Hoy me esforzaré por tener expectativas razonables en cuanto a satisfacer mis necesidades en las relaciones”.

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