Caridad
Necesitamos tener límites sanos en lo que se refiere a recibir dinero, y a dar dinero.
Algunos de nosotros damos dinero por razones inadecuadas.
Quizá nos sintamos avergonzados porque tenemos dinero y no creemos merecerlo. Podemos pertenecer a una organización que usa la vergüenza como una forma de control para obligarnos a soltar nuestro dinero que la organización quiere.
Podemos quedarnos atrapados en darles dinero a nuestros hijos, familiares o amigos por sentimientos de culpa justificados o injustificados. Permitimos que nos chantajeen económicamente, a veces la que amamos.
Este no es dinero que damos libre o sanamente.
Algunos de nosotros damos dinero por una necesidad de cuidar en exceso. Podemos tener sentimientos de exagerada responsabilidad económica. Podemos estar dando simplemente porque no hemos aprendido a adueñarnos de nuestro poder para decir no cuando la respuesta es no.
Algunos de nosotros damos porque tenemos la esperanza o creemos que la gente nos amara si cuidamos de ella económicamente.
No tenemos porque darle dinero a nadie. Dar dinero es una elección que hacemos. No tenemos porque permitir que se nos victime, se nos manipule o se nos obligue para sacarnos dinero. Nosotros somos económicamente responsables de nosotros mismos. Parte de estar sano es permitir que los que nos rodean sean económicamente responsables de ellos mismos.
No tenemos por qué sentir vergüenza de tener el dinero que hemos ganado; nos merecemos el dinero que se nos ha pagado, cualquiera que sea la cantidad, sin sentirnos obligados a regalarlo todo, o culpables porque otros quieren lo que nosotros tenemos.
La caridad es una bendición. Darla es parte de vivir sanamente. Podemos aprender a desarrollar límites sanos en cuanto a dar dinero.
“Hoy me esforzaré por empezar a desarrollar límites sanos en relación con dar dinero. Comprendo que el dar es una elección mía”.