Antes, no podía notar la diferencia entre lo que era mío y lo que no era mío. Sentía que debía cuidar de todos a mi alrededor hasta que no pudiera aguantar más.
Mi cuerpo trataba de decirme que le prestara atención pero yo, simplemente, no estaba preparada para escuchar.
El grupo me ayuda a «Escuchar y aprender» con mi cuerpo, mi alma y mi Poder Superior. ¿Cómo lo hago? Tratando de escuchar mi interior regularmente.
¿Tengo hambre, me siento enojada, sola o cansada? Si es así, puedo hacer una pausa y tomarme el tiempo suficiente para satisfacer mis necesidades.
Cuando presto atención a los mensajes que recibo, tengo una mejor oportunidad de desprenderme emocionalmente de otra gente y otras situaciones.
Para mí, esta es la base de la serenidad.
Puedo intentar prestar mayor atención a lo que mi voz interior trata de enseñarme.
Puedo «Escuchar y aprender
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El éxito de la comunicación se basa en la capacidad para escuchar con atención y empatía a tu interlocutor. Esta habilidad es muy importante a la hora de establecer dinámicas de grupo, para mejorar en el trabajo y, en general, ser más efectivo en nuestro día a día. Así que es muy importante diferenciar entre oír, lo que no podemos evitar, y escuchar, es decir, prestar atención sobre lo que nos están contando.
La comunicación es vital para el buen funcionamiento de toda organización o grupo. Sin embargo, en las empresas a veces suelen darse problemas en este sentido que acaban por afectar las relaciones entre empleados, entre jefes y subordinados o entre clientes y empresa.
Para que no se den este tipo de problemas, CommLab India, ha recogido cinco formas básicas para practicar la habilidad de escuchar de una manera eficiente.
#1. Demuestra interés en los puntos de vista ajenos.
Cada persona puede tener una opinión diferente y lo ideal es escuchar a las personas con la mente abierta. Dejar a un lado tus prejuicios y dirigir la atención al interlocutor son dos buenas recomendaciones que te ayudarán. Mostrar interés en lo que te explica la otra persona indicará que te importa y, automáticamente, te convertirá en una persona con la que vale la pena conversar.
#2. Concéntrate.
No divagues y presta atención a lo que te están contando. Una buena manera de no distraerte es pensar que la persona con la que estás hablando puede revelarte una información importante y no se te debe pasar por alto.
#3. No interrumpas innecesariamente.
A poder ser, no interrumpas ya que es muy desagradable y rompe el hilo de la conversación. Pero si te ves obligado a hacerlo, espera a que la otra persona haya acabado de exponer la idea que está compartiendo contigo.
#4. Presta atención a tu lenguaje corporal.
La comunicación no verbal también es muy importante. Si te muestras interesado de manera verbal pero tu mirada se desvía, pareces distraído o indicas con tu cuerpo que tienes prisa o estás aburrido, no servirá de nada. Es importante acompañar y reforzar la comunicación verbal con la no verbal.
#5. Ármate de paciencia.
A veces en la empresa hay personas que te cuentan cosas que no te interesan. Si lo que te tiene que explicar tu interlocutor se trata de algo que puede parecer una tontería o bien lo diga para provocar, no te precipites y deja que termine su explicación. Si su objetivo es desagradable, tendrás más armas con las que rebatirle y si realmente pensamos que su idea no tiene sentido, no vale la pena enfrascarse en discusiones que no llevan a ninguna parte.
Muchas situaciones no tan gratas de la vida diaria, de las relaciones de pareja, en nuestro trabajo, con los amigos y en general se podrían evitar si tan solo supiéramos escuchar mejor. Escuchar tanto a los demás, como a nuestra voz interior. ¿A poco no? Y es que la mayoría de las veces, por estar sumergidos en el caos o rapidez de nuestras rutinas , pensando en todo y en nada a la vez, no prestamos realmente atención a lo que sucede, a lo que nos están diciendo los demás y menos lo hacemos con nosotros mismos, nos dejamos llevar en automático.
Está comprobado que la mayoría de las personas sólo escucha cerca de un 25% de lo que dicen los demás. Una práctica frecuente es escuchar solo las palabras y no los sentimientos expresados o la intensión de lo que la otra persona trata de decir. Es más, antes de que la persona termine, por lo general, tenemos una respuesta, encimándonos y evitando permitir que externen el sentimiento o la necesidad completa.
Luis Fallas, del Centro de Superación personal, comenta que entre otras razones, esto se da porque las personas ya han tomado decisiones antes de escuchar argumentos; tienen prejuicios sobre lo que se les dirá; tienen expectativas sobre lo que quieren que se les diga; les falta concentración, pierden el interés, hay ruido en el ambiente o en su mente, tienen demasiadas presiones de tiempo.
Nos falta el hábito de entender que conversar es escuchar la necesidad de la otra persona, de prestarle la atención y ponernos en sus zapatos para entender, desde su perspectiva, qué es lo que necesita o que es lo mejor para esa persona que nos está comunicando un deseo, un anhelo, una necesidad, una situación a resolver. Es necesario dejar de ser egoístas y pensar solo en nosotros. Bien dicen que la mejor manera de salir adelante es dándonos la mano los unos a los otros y además que si quieres olvidarte de tus problemas, dedícate a ser útil a los demás.
A continuación te comparto algunos consejos y técnicas que el especialista en desarrollo personal citado anteriormente brinda. Me atrevo a sugerirte que apliques estos pasos no solo para escuchar activamente a los demás, sino para escucharte a ti mismo cuando tengas que resolver o meditar sobre alguna decisión o paso importante en tu vida.
Estos son algunos pasos para escuchar activamente según Luis Fallas:
1. Ponga mucha atención: Deje de lado lo que está haciendo. No hable, mantenga las manos lejos del teléfono, suelte el bolígrafo. Siga escuchando aunque le parezca equivocado o irrelevante.
2. Relájese y deje a la otra persona que se relaje: Si logra que su interlocutor se relaje, tiene la mitad del camino recorrido. Lo ayudará a decir mejor lo que venía a decir. No haga uso de su autoridad.
3. Utilice lenguaje corporal: Exprésele interés en lo que dice, asintiendo, sonriendo o con gestos similares.
4. No interrumpa: Escuche detenidamente sin interrumpir. De esta manera, la persona sentirá que tiene alguien en quien puede confiar, y le revelará sus sentimientos reales.
5. Muestre simpatía: Deje bien claro que está interesado. Pídale a su interlocutor que le ayude a entender el problema.
6. Repita lo que le dijeron: Hágalo repetidamente hasta que su interlocutor le diga «sí, exactamente». Parafrasear aclara el significado y estimula el entendimiento. Use las mismas palabras que le dijeron –no agregue palabras suyas.
7. No le tema al silencio: El silencio permite reflexionar sobre lo que la otra persona ha dicho. Aunque parece incómodo, no le debe temerle.
8. Enfóquese en el problema, no en la conducta: Las emociones pueden distorsionar cualquier situación.
9. Responda: Diga al menos «entiendo». (Otras técnicas para escuchar activamente más abajo.)
10. Exprese sus sentimientos: Dígale lo que siente, no sin antes entender cómo se siente la otra persona. Sin embargo, no se involucre sentimentalmente en el asunto.
11. Ponga atención a la actitud: Cualquier gesto, sentimiento o temas que evada el interlocutor pueden dar claves acerca de lo que realmente quiere decir.
Y éstas, son algunas técnicas, pasos claves, para saber escuchar:
Estimule: Demuestre interés para lograr que la persona siga hablando. Conteste «entiendo…», «ya veo…», «ajá…», o «eso es interesante…».
Reformule: Demuestre que está escuchando y entendiendo. Repita lo que la persona dijo, haciendo énfasis en los hechos. Digas cosas como «si entiendo correctamente, tu idea es…» o «en otras palabras…».
Reflexione: Demuestre que entiende lo que el interlocutor siente. Conteste «sientes que…» o «eso te tiene molesto».
Resuma: Haga un breve resumen de los hechos importantes, enfatizando el progreso hasta el momento, y estableciendo las bases para seguir hablando. Diga cosas como «en resumen…».
Si tienes problemas para hacer o mantener relaciones, puede que sea porque no sabes escuchar. Escuchar a los demás les da poder y hace que confíen en nosotros cuando necesitan a alguien con quien hablar. Además, cuando les dejas hablar la mayor parte de la conversación te conviertes en un misterio que quieren resolver.
1
Primero aprende a hacer tantas preguntas abiertas como sea posible. Las preguntas abiertas son las que no se pueden contestar con un sí o un no.
2
Tienes que recordar usar las palabras clave quién, qué, cuándo, dónde, por qué y cómo.
3
No finjas estar en una persona si no lo estás. No terminarás queriendo escuchar de forma genuina lo que tienen que decir.
4 Comienza por preguntas básicas y vete avanzando a preguntas más profundas. Ejemplo: comienza preguntando a alguien lo que han hecho ese día, o si les gusta alguien en concreto, un lugar, u otra cosa. Usa la respuesta que te dan para responder sobre lo que han dicho brevemente y luego haz una pregunta sobre ello. Ejemplo: Genial que te haya gustado la película, ¿cuál fue tu parte favorita?; Así que fuiste a ese restaurante, ¿qué platos pediste? ¿Te gustó tu plato? ¿Recomendarías el restaurante a otra personas?
5
Recuerda que cuando conozcas a alguien nuevo es mejor mantenerse en temas neutrales hasta que los conozcas más íntimamente.
6
Cuando tengas ganas de decir algo hazlo de forma breve y no creas que todo lo que tienes que decir debes decirlo en esta conversación. Recuerda que la clave es dejarles hablar la mayor parte del tiempo.
7
Asegúrate de mantener contacto visual y mostrar lenguaje no-verbal que les mantenga interesados. Si una persona cree que estás distraído puede acortar el diálogo.
8
Si la persona comienza a darle la vuelta a la conversación y te pregunta a ti, pero tú sólo quieres que sean ellos los que hables, responde a las preguntas brevemente y reitera que realmente quieres saber lo que piensan, o lo que sienten.
9
Dile a la persona al final de la conversación cuánto has disfrutado lo que tenían que decir. Esto les da un refuerzo positivo que querrán compartir contigo en el futuro.
Escucha las conversaciones de otras personas para conseguir ideas sobre qué preguntas hacer.
Practica con amigos cercanos o familiares sin decirles qué es lo que estás haciendo.
Mantente informado de las últimas noticias y los eventos de todo el mundo para tener una buena variedad de temas sobre los que preguntar a las personas.
Después de haber tenido una gran conversación con alguien, recuérdala en tu mente de forma que ni se te olvide lo que has preguntado y cómo has respondido que ha hecho a estas personas abrirse tanto contigo.
Si te gusta hablar, asegúrate de tener a alguien con quién compartir tus sentimientos y pensamientos, para que no seas siempre el que escucha.
El principio de una conversación es básico, un emisor transmite un mensaje y un receptor lo recoge, o sea uno habla y otro escucha. Pero muchas veces esto no es así, normalmente lo que sucede es que una persona habla y la otra espera, ansiosamente, su turno para hablar también. Ante esta afirmación podemos entender que la mayoría de personas no escuchan con la intención de entender el mensaje, sino de contestarlo.
La tendencia es arreglar las cosas precipitadamentecon una respuesta rápida, que puede ser una sentencia o un consejo. No analizamos ni diagnosticamos adecuadamente las palabras de la otra persona, acción que seguramente haría que la entendiésemos mejor. Tenemos que recordar, como principio básico que:Primero intentaremos comprender para luego ser comprendidos.
Aprender a escuchar nos facilitara a tener más éxito en nuestra vida personal y profesional. Ante esta virtud desarrollaremos relaciones más profundas y mejor entendimiento de nuestra realidad profesional.
Vamos a dar unas pautas para mejorar el habito de escuchar:
1. Sé el reflejo de la otra persona: Copia la acción postural de la otra persona. Actúa como si fueras su reflejo, esto te permitirá ponerte en su lugar y entender más profundamente los sentimientos que van unidos a sus palabras.
2. Escucha activamente: Perdernos en lo que vamos a decir y no en lo que el otro dice es muy fácil. Tenemos que escuchar activamente y centrarnos en el otro:
· Repite lo que la otra persona dice en tu cabeza. Aprende el significado de sus palabras.
· Intenta resumir lo que escuchas, replantea sus frases y saca el concepto básico de ellas.
· Intenta encontrar el mensaje principal de las palabras del otro conversador.
3. Muy importante, hay que centrarse en el otro: Muchas veces nos centramos en nosotros mismos y no en el mensaje de la otra persona. Estamos pensando cual va a ser nuestra respuesta más que en lo que escuchamos. Nos tenemos que interesar por nuestro interlocutor y en lo que dice. Tenemos que ser buenos oyentes y animar a la otra persona a hablar de ella.
4. Plantea preguntas: a todos nos gusta que en una conversación nos preguntas, además de facilitar el flujo de información dan un claro referente que estamos escuchando. Eso sí, no tenemos que interrumpir el flujo de la conversación.
5. Presta atención a tu lenguaje corporal: Hay que prestar atención a lo que dicen nuestras palabras y nuestro cuerpo:
· Contacta visualmente con la otra persona, no pierdas la mirada en el infinito. Una buena técnica es centrarte en su frente o en un solo ojo.
· Sonrie, pero sin que parezca caricaturesco. Si estamos excesivamente serios, puede parecer que estamos enfadados o que no tomamos la suficiente atención.
· Utiliza “muletillas”, o sea frases que indican al otro que le estas escuchando como: …entiendo!, O asiente con la cabeza.
· Tiende a inclinarte hacia la otra persona y, sobretodo, no hables con la otra persona completamente cerrado a ella, como con las piernas y los brazos cruzados.
6. “Sin interrupciones”: No interrumpas a la otra persona, deja que hable y hazlo tu solo cuando ella haya acabado. Normalmente la tendencia es a contestar rápidamente, muérdete la lengua y espera a que te llegue el turno. Recuerda lo que siente cuando te interrumpen. No tendrás más razón por no dejar que el otro se exprese libremente.
7. No juzgues: La regla es básica, ¿verdad que no nos gusta que nos juzguen cuando hablamos? Pues no tenemos que hacerlo nosotros. La escucha tiene que ser abierta y tenemos que reconocer que la otra persona se está expresando y, por tanto, concederle la libertad que se merece.
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Aprender para escuchar -y me refiero a escuchar en serio- es la cosa más importante que puedes hacer para mejorar la comunicación en tu vida. Es increíble cuantos y que tan variados aspectos de nuestras vidas son controlados directa o indirectamente por nuestra capacidad (o más comúnmente, nuestra incapacidad) de escuchar.
Nuestras relaciones amorosas atraviesan por problemas de comunicación, todos los días.
Incluso el consumismo depende de nuestra escucha, la publicidad y las referencias nos ayudan a determinar que comprar y en donde comprarlo.
¿Qué dices? ¿Eres bueno para escuchar? Odio desilusionarte, pero eso es lo que todos pensamos. Y, como la mayoría de las veces, todos nos equivocamos.
Hay una gran diferencia entre la escucha ‘pasiva‘ que ofrecemos a otros y la ‘activa‘ que hipócritamente esperamos de los demás.
La escucha activa consiste en dedicarte a mejorar tus habilidades para escuchar. Y eso incluye ponernos alertas respecto a nuestras reacciones, y más aún sobre nuestras tendencias.
Oír es fácil. Todo lo que necesitamos es un par de oídos. Todos los tenemos, o al menos la mayoría (una disculpa adelantada a los que no).
Escuchar requiere de tus oídos y tu cerebro. Desafortunadamente esto no sucede con toda la gente.
“Pregúntale a un voluntario de las líneas de crisis como es escuchar. O mejor aún, conviértete en uno. Estas personas practican el arte de escuchar diariamente, y haremos bien en seguir sus enseñanzas.”
Con todo esto, es razonable pensar, que al aprender a escuchar mejor, todos nos beneficiaremos. Es triste el hecho de que la mayoría de la gente de este mundo le gusta hablar más que escuchar. Yo soy así. Es difícil no serlo; la naturaleza y el desarrollo mismo, trabajan juntos para asegurar dicha situación.
Pero incluso cuando estemos predeterminados para interesarnos sólo en nosotros mismos, no hay razón para no poder aprender a escuchar mejor.
Como todo en esta vida, mejorar nuestra capacidad para escuchar requiere ir paso a paso.
1.- Trabaja en tu lenguaje corporal
Practica mirar de frente a la persona que estás escuchando, mantén contacto visual, incluso podrías inclinarte para estar más cerca de la persona. Es sencillo para tu lenguaje corporal dar la impresión de que no estás escuchando, lucha contra ello dando a la otra persona tu total atención. Si haces esto, las personas responderán de manera muy positiva, ya que les estarás dando lo que todos quieren, un terapeuta gratis.
2.- Analiza el lenguaje corporal de hablante
Mientras te mantienes alerta sobre tu propio lenguaje corporal, es importante que también observes el lenguaje personal de la persona con quien hablas, esto es una herramienta poderosa para mejorar tu capacidad de escuchar. Una parte muy importante de ser bueno escuchando es tener la habilidad de empatizar, de hacerte preguntas como: ‘¿Cómo me sentiría yo en esta situación? ¿Podría ponerme en su lugar?’
Al concentrarte en su lenguaje corporal, te darás cuenta que tal vez los demás no son tan diferentes a ti después de todo. Cuando eso suceda, la gente comenzará a abrirse más contigo, porque los haces sentir seguros y a la vez, importantes.
3.- No interrumpas
En serio, deja que la gente termine. Si tu odias cuando la gente te interrumpe, ¿en verdad crees que a otros les gusta cuando tú lo haces? Deja de tratar a las otras personas como si no les importara. Incluso si tú crees que no haces esto, mira un poco hacia atrás y examina nuevamente tu tendencia a interrumpir.
Esto es algo contra lo que he luchado, — y seguiré haciéndolo estoy seguro — por mucho tiempo. Incluso ahora cuando estoy consciente de ello, me encuentro algunas veces interrumpiendo a otras personas. O peor aún, comienzo a ignorarlos porque me concentro sólo en interrumpirlos.
Cuando otras personas se dan cuenta que los estás invitando a hablar o expresarse, su primer instinto será abrirse más. Es un ciclo recíproco positivo: tu ayudas a la gente convirtiéndote en un recipiente donde vuelcan sus ideas o sentimientos, y de esta forma ellos confiarán más en ti, lo que lleva a mejores relaciones.
4.- Alentar a otros a hablar
Si tu alentas a otras personas a que hablen, tarde o temprano verás los resultados de esa acción. Asiente con la cabeza cuando otros hablen, o utiliza palabras como ‘bien‘, ‘continúa‘, etc. Al hacer esto ellos responderán de manera positiva, lo que realmente haces, es recordarles que ellos están siendo escuchados, lo cual significa que apreciarán tu confianza y a la vez tu interés en ellos.
5.- “Espejo”
Vuelve a mencionar lo que estás escuchando de la otra persona, pero hazlo con tus propias palabras. O al menos, precede tus respuestas con frases como, “escucho que dices…” o “a mi me parece que tú…”.
Esto nos ayudará a evitar malentendidos, lo cual es especialmente útil en situaciones potencialmente hostiles. Aprende el momento justo para usar “el espejo” con los demás. O mejor aún, aprende a hacerlo tan bien que ni siquiera noten cuando lo hagas. Notarás que tus conversaciones se vuelven más envolventes y productivas, cuando le haces saber a la gente de manera ‘literal’ que los estás escuchando.
6.- Evita las discusiones
Por mucho que algunos disfrutemos de discutir, no podemos ir por ahí buscando pelea a cada momento, o incluso involucrarnos en una. Busca catarsis en la moderación y la calma. Si tratas de evitar las discusiones, dejarás de preocuparte tanto por ti mismo y por lo tanto, podrás centrarte en las preocupaciones de los demás, y a la vez te será más fácil comunicarte en igualdad de condiciones.
7.- Nota los pequeños detalles
La llave para el corazón de cualquier persona, son los detalles. Los humanos tienen una inclinación natural a los pequeños detalles más que a las grandes cosas. Esto se debe a que los detalles causan más impacto en nosotros -cuanto más sabemos sobre algo, más capaces seremos de empatizar con ello.
Esto es particularmente cierto para la publicidad. Diariamente somos bombardeados con más de 3000 anuncios diferentes, entonces, ¿cómo es posible que los publicistas hagan notar su producto entre toda esta avalancha de anuncios? Muy sencillo, tratan de agregar un detalle en su producto que nos permita humanizarnos, y a la vez hacerlo más personal.
8.- No trates de solucionar los problemas de otros (a menos que te lo pidan)
Muchos somos culpables de tratar de solucionar problemas ajenos, y tal vez yo sea uno de los más culpables en este mundo. Fui criado para ser un ‘resuelve-problemas’. En mi familia, el resolver tus propios problemas sin ayuda era motivo de orgullo. Es una forma de probar tus habilidades para enfrentarte a “la vida real”. Y eso es genial, hasta cierto punto. Pero al aventurarte a resolver problemas ajenos, deberás tener cuidado de no cruzar la línea, e ir tratando de brindar ayuda no solicitada.
Todos tenemos problemas. No tiene nada de malo pedir ayuda. Sólo trata de no ir por la vida ondeando tu capa de un super héroe ‘resuelve-problemas’ cada vez que alguien trate de hablar contigo. Algunas veces, la gente solo quiere hablar… y hablar… y ser escuchada. Así que recuerda dejar un poco de espacio en tu corazón y tu cabeza, y moderarte un poco a la hora de ‘estar ahí’ sin tratar de resolverle todos sus problemas.
9.- No juzgues
Si alguien no es honesto contigo, es porque probablemente siente que lo juzgarás y lo harás sentir mal. Tal vez en el pasado has caído en este error, si así ha sido, eso debe terminar. Los humanos tenemos un miedo natural al rechazo, así que es vital que brindemos a otros la misma aceptación que deseemos para nosotros mismos.
Asegurarles a las otras personas que poseemos una mente abierta es una buena forma de evitar juzgar y a la vez establecer una relación de confianza.
10.- Se honesto
La honestidad lo es todo. Si antes he dicho que no hay nada más importante que escuchar, no hagan caso, la honestidad lo es más aún. La verdad engendra verdad, pero ser totalmente honesto a veces puede asustarnos, porque a veces significa confiarle a otros aspectos importantes o privados de nuestra vida. Pero no podemos esperar honestidad, si nosotros mismos nos negamos total y brutalmente a ella.
Cierto, en algunas ocasiones las mentiras blancas son buenas, o incluso en el peor de los casos son la única y mejor opción, pero en situaciones en las cuales exiges la verdad, sería bueno que comenzaras por decir tu mismo la verdad. No hay sentimiento más bello que el saber que puedes confiar ciegamente en alguien. Bueno, tal vez el saber que alguien puede confiar ciegamente en ti.
Mantén estas enseñanzas en mente. Ponlas en práctica a diario y cada vez que puedas. No hay cosa que la gente ame más que ser escuchado (realmente escuchado). Tal vez sea por eso que muchas personas visitan a los terapeutas y consejeros. Entre más objetivo, activo y comprometido seas a la hora de escuchar, más productivas y agradables serán tus conversaciones.
Todo lo que necesitamos es un par de oídos, un cerebro, un poco de esfuerzo y empatía hacia la otra persona.
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Escuchar a las personas (en especial a tus clientes y empleados) te entregará una retroalimentación valiosa para ser mejor líder y empresario.
Algunos de los emprendedores más exitosos no han potenciado sus habilidades para escuchar –y esto podría estar jugando en su contra. Y es que si te tomas el tiempo para escuchar lo que los demás tienen que decir -en especial tus clientes y empleados, cuya retroalimentación es muy valiosa- construirás una base de seguidores leales para tu marca. Pero ten cuidado: evita juzgar y procura simplemente escuchar.
Te compartimos cinco técnicas para hacerlo más efectivamente:
1. Abre tu lenguaje corporal. Tu lenguaje corporal revela si estás o no interesado en una historia. Cuando escuchas activamente a alguien, te inclinas un poco hacia adelante y haces contacto visual. Una simple sonrisa y un asentimiento ocasional mostrarán que estás interesado e involucrado con lo que la otra persona dice.
En situaciones en las que te sientes incómodo (como en un evento de networking) podrías tener la tendencia de cruzarte de brazos, poner tus manos en los bolsillos o exhibir otras formas de comportamiento nervioso. Estas pequeñas barreras físicas pueden desmotivar a otras personas a acercarse a ti.
2. Mantente involucrado. Si estás en un lugar muy lleno y ocupado, enfócate más en la persona con la que estás hablando y menos en lo que sucede a tu alrededor. De la misma manera, cuando estás hablando por teléfono, dale la espalda a tu computadora y bríndale a la persona toda tu atención. Cuando te distraes con la tecnología, haces sentir a las personas que son poco importantes.
3. Resiste la necesidad de interrumpir. Puede serte tentador terminar la oración de la otra persona para demostrar que entiendes el mensaje, pero esto puede parecer grosero de tu parte. Escuchar construye confianza. Si interrumpes a alguien -aunque tus intenciones sean buenas- se le niega la oportunidad de expresar sus sentimientos y emociones. Para asegurarte que no interrumpirás, siempre páusate unos cuantos segundos antes de responder.
4. Haz preguntas. La palabra más poderosa en una conversación es: “Cuéntame”. Las personas se sienten bien cuando les haces preguntas pertinentes y escuchas activamente sus respuestas. Si tomas un interés activo en la vida de los demás, se te regresará el favor.
Las preguntas abiertas proveen la mejor oportunidad para que las personas se expandan en un tema y ayudan a mantener la conversación fluida. Si no entiendes el punto que alguien trata de hacer, pide por clarificación y ejemplos específicos.
5. Practica el escuchar empáticamente. Escucha no sólo con tus oídos, sino también con tus ojos y corazón. No tienes que estar de acuerdo con la persona, pero sí imagina cómo se siente. Ponte en los zapatos de tu interlocutor para comprender completamente su punto de vista.
Desafortunadamente, la mayoría de las personas no escuchan para comprender, sino simplemente para responder. No te enfoques en lo que dirás después; esto te distrae de la conversación. Más bien, enfócate en la historia de la persona. Pregúntate: “¿Cómo me sentiría si esto me pasara a mí?” Y una vez que hayas absorbido lo que la persona ha dicho, responde acorde.