Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

10 FEBRERO

«YO NO DIRIJO EL ESPECTÁCULO»

Cuando nos volvimos alcohólicos, aplastados por una crisis que nosotros mismos nos habíamos impuesto y que no podíamos posponer o evadir, tuvimos que encarar sin ningún temor el dilema de que Dios lo es todo o de otra manera Él no es nada. Dios es, o no es. ¿Qué íbamos a escoger?

ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, p. 53

Hoy mi elección es Dios. Él es todo. Por esto estoy verdaderamente agradecido. Cuando pienso que estoy dirigiendo el espectáculo estoy separando a Dios de mi vida. Yo oro para poder recordar esto cuando me dejo atrapar en mi egoísmo. Lo más importante es que hoy yo esté deseoso de desarrollarme espiritualmente y que Dios sea todo. Cuando estaba tratando de dejar de beber por mi propia cuenta, nunca pude; con Dios y con A.A. está dando resultados. Esto parece ser un simple pensamiento para un alcohólico complicado.

Del libro Reflexiones diarias
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Ser auténticamente generoso y comenzar a ser humilde para hacer a un lado el egoísmo y la soberbia me permiten no querer ser el director, el tramoyista, el guionista y el actor del escenario de la vida.

En la actividad muchísimas veces yo fui el causante de mi propia desgracia, mi mal juicio y mi impotencia terminaban por vencer. Entonces rogaba a Dios que me librase de todas las consecuencias, juraba que no volvería a beber y/o cometer los mismos errores, incluso sarcásticamente llegué a decir: “si con la borrachera te ofendí, con la cruda me sales debiendo”.

Mi inconsciencia y mi egoísmo sustentaban mi relación con Dios en que me ayudara a evitar cualquier problema, cualquier contratiempo, de hecho estaba seguro que precisamente los actos divinos consistían en liberar al hombre, como yo lo concebía, de su sufrimiento y de los malestares físicos, así como en prodigarle los elementos materiales necesarios.

Al fin cuando las circunstancias de mi vida no me dieron más opción que definir si quería seguir consumiendo y sufriendo, seguir lastimando a todo aquel que me rodea, destruyendo cualquier cosa que yo o mis seres cercanos lograrán tuve necesidad de derrotarme y aceptar que sólo un acto de la Providencia podía remediarlo. Al hacerlo tuve que elegir si creía o no creía en Dios, tuve que definirme a mí mismo como sería ese Dios y comprender el concepto de lo que Dios es para mí, como Poder Superior, y de esta manera encontrar una solución a mi grave enfermedad.

Efectivamente Dios es o no es, porque o lo es todo o no es nada, ya que si no acepto que Él es quien manda, pues evidentemente el que quiere mandar soy yo. Nada más que debo tener muy claro y presente, que siempre que yo tomé el volante choqué estrepitosamente.

Los principios espirituales que sustentan mi programa de recuperación han logrado que, poco a poco, comprenda que si quiero realmente sanar mi espíritu no debe caber la duda de que Dios me devolverá el sano juicio y de que para hacerlo, una vez que he creído, debo avanzar en la fe para poner mi vida y mi voluntad a Su cuidado.

Hago oración de agradecimiento por todo lo que me ha dado y me da, pido la guía para que me proporcione lo mejor para mi vida; y medito ensimismado y en movimiento para que con un mayor grado de conciencia pueda estar alerta para conocer Su Voluntad y estar dispuesto a cumplirla.

Ser auténticamente generoso y comenzar a ser humilde para hacer a un lado el egoísmo y la soberbia me permiten no querer ser el director, el tramoyista, el guionista y el actor del escenario de la vida y reconocer que Dios es el Director, el Jefe y el Padre.

Felices 24 horas bajo la dirección de Dios.

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