Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.
10 JULIO
«HACIA LA PAZ Y LA SERENIDAD»
… al haber mirado algunos de estos defectos honradamente y sin pestañear, después de haberlos discutido con otra persona y al haber llegado a estar dispuestos a que nos sean eliminados, nuestras ideas referentes a la humildad empiezan a cobrar un sentido más amplio.
— DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 71
Cuando se presentan situaciones que destruyen mi serenidad, frecuentemente el dolor me motiva a pedirle a Dios claridad para ver mi papel en la situación. Admitiendo mi impotencia, humildemente le pido aceptación. Me esfuerzo por ver cómo mis defectos de carácter han contribuido a la situación. ¿Podría haber sido más paciente? ¿Era intolerante? ¿Insistí en salirme con la mía? ¿Tenía miedo? Según se van revelando mis defectos, pongo a un lado mi independencia y humildemente le pido a Dios que me libre de mis defectos de carácter. Puede que la situación no cambie, pero cuando practico la humildad, disfruto de paz y serenidad, que son los beneficios naturales de poner mi confianza en un poder superior a mí mismo.
Del libro Reflexiones diarias
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Me doy cuenta del daño que he causado a través de mi vida y de que fácil es que un momento de desajuste termine con la paz y serenidad en mí y de los demás.
Cuando tengo algún contratiempo, contrariedad, conflicto, adversidad, percance o suceso que no es de mi agrado y que vaya en contra de mis muy egoístas deseos o expectativas es muy fácil que pierda la paz y la serenidad. Lo grave de esto es que la tranquilidad personal y de quienes viven conmigo se ve muy afectada por mi reacción, incluso cuando la contengo y la reprimo para que no explote. Sin embargo, el hecho simple de que se note en mi rostro, en mi manera de hablar y en mi actitud es suficiente para perturbar a los demás y cuando dejo que mis pensamientos sigan por esa ruta para desajustarme a mí mismo. En esos casos recurro insistentemente a la oración porque siento dentro de mi ser como vienen las oleadas, cada vez más grandes, de la frustración que me lleva a la ira, de los pensamiento de desquite, de las ideas de que “debo poner límites”, mis racionalizaciones de que tengo que “poner las cosas en su lugar”; y dejo de ver que precisamente son los momentos en que no debo hacer nada; y aún cuando no despliego ninguna acción concreta mi actitud es suficiente para causar mucho temor a quienes me rodean porque invariablemente se van al recuerdo de que “algo va a pasar” lo que yo entiendo quiere decir que ven que mi ingobernabilidad se apoderará de mí y entonces después viene el temor de que la impotencia haga de las suyas.
Cuando observo estas reacciones, me doy cuenta del daño que he causado a través de mi vida y de que fácil es que un momento de desajuste termine con la paz y serenidad en mí y de los demás, Entonces más de una vez he recurrido a la lectura del Décimo Paso y sobre todo ha releer enfáticamente: “Hay el inventario que se hace en el momento y a cualquier hora si es que uno se halla confundido. …
… Es duro aceptar y comprender que cada vez que nos alteramos, no importa cuál sea el motivo, hay algo que no está bien en nosotros. Si alguien nos lastima y nos molestamos, también andamos mal… Una explosión de cólera puede echarnos a perder todo un día, y basta un solo resentimiento escondido para hacernos infelices e incompetentes. Otra clase de disturbios como los celos, la envidia, la lástima de nosotros mismos, el amor propio lastimado y otros mas, también nos llevaron a lo mismo: a la botella o a ser infelices.”
Y al hacerlo presente, comienzo a darme cuenta de la gran realidad que encierran estas palabras fruto de la experiencia, porque sólo en mí está la capacidad de responder a estas circunstancias de una manera más adecuada sin que surjan disturbios emocionales; y en el caso de que se presenten, detectarlos, admitirlos y corregirlos para poner un freno a este alud que solamente me lleva a perder la paz y la serenidad para hacerme sentir infeliz y que rompe mi equilibrio emocional.
El Séptimo Paso dice: “¿Cómo podemos hacer acopio de la resolución necesaria para librarnos de esos deseos y compulsiones tan abrumadoras?… tenemos que esforzarnos con buena voluntad, o caeremos en el camino por donde vamos. En esta etapa de nuestro progreso, estamos fuertemente presionados y restringidos en nuestros esfuerzos para obrar como es debido. Estamos obligados a escoger entre el dolor que produce el tratar de hacerlo, o el castigo que resultara si no lo hacemos…. Cuando hemos mirado de frente a algunos de estos defectos, cuando los hemos discutido con otra persona, y cuando hemos estado dispuestos a que Dios nos librara de ellos, nuestra manera de pensar sobre la humildad empieza a tener un significado más amplio.”
Y al reflexionar sobre ello entiendo porque es importante poner en acción las sugerencias del Programa de recuperación referente a que cuando tenga duda no haga nada, a hacer un inventario inmediato cuando estoy confundido o cuando tengo un disturbio emocional porque si no me esfuerzo con buena voluntad, estando enteramente dispuesto y le pido a Dios que elimine la ira, la frustración, el orgullo que me invaden en determinado momento dejo de actuar de manera correcta y seguramente sufriré por no haberme puesto en acción, de una manera mayor que el dolor que pueda causarme ir contra mis propios y exagerados instintos naturales.
Desmantelar y renunciar a los estados de ansiedad que me invaden y vivir de una manera más pacífica, tranquila y serena, mediante la puesta en práctica de los Pasos, es el sendero para obtener una vida útil y feliz, una existencia más plena. Y el poner en acción los principios espirituales del Programa, muy especialmente el de la humildad, hacen que pueda tener un gran y constante trabajo interno para evolucionar y progresar mi pensamiento (juicios) y forma de ser (actitudes), lo cual es una tarea de un día a la vez.
Descubrir e investigar que es lo que hace que mis estados de insatisfacción, ansiedad, frustración o molestia arriben al extremo es un primer inicio para poder mejorar, conocer mis detonadores emocionales para analizar cuáles son mis debilidades o defectos de carácter, que me los produce y poder iniciar un cambio interno, lo cual es un trabajo para toda mi vida y de una gran constancia. La serenidad proviene de mi interior y es mi responsabilidad que nada exterior llegue a afectarla o destruirla. Los Pasos, cuando los aplico, me ayudan a aprender a colocar las situaciones, las cosas y las personas en una medida correcta y otorgarles el auténtico valor que tienen, para poder activar un adecuado camino dirigido a una vida con serenidad.
Aunque un día o una circunstancia causen caos, incoherencia y confusión, si pongo los pies sobre la tierra, si realmente me pongo en el lugar del otro, le presto la razón y además lo acompaño, siendo humilde, paciente y tolerante, es posible que estas herramientas espirituales me permitan hacer frente a las situaciones de una manera más eficiente y eficaz sin tener que salirme de mis casillas, sin sufrir esos desajustes emocionales, buscando reducir la tensión y hallar paz interior y serenidad, como un principio de vida.
Mis compañeros y los Doce Pasos me han enseñado que quien goza y conserva la actitud de la serenidad consigue disfrutar de la vida aún en medio de las adversidades. Aunque muchas veces la dificultad estriba en que quiero progresar en todas las áreas de mi vida, mas no estoy dispuesto a pagar el precio del verdadero sacrificio y reducción del ego que ello implica.
La Serenidad y la Paz son estados de ánimo positivos y para llegar a ellos debo estar en sintonía con mi Poder Superior a través de mi espíritu, poniendo en acción la compasión, la comprensión, la caridad, la paciencia, la tolerancia, la humildad y el amor y así compartir las posibilidades divinas que hay en mí y en los demás.
La tranquilidad (paz y serenidad) personal es ese sentido interior, etéreo, de bienestar emocional y espiritual, esa tranquilidad profunda que me llega cuando soy capaz de desconectarme de los pensamientos inquietantes, inútiles o amenazantes, y alcanzar a comprender la realidad de los innumerables bienes y dones que me ofrece y me da mi Poder Superior.
La paz y serenidad interiores son el conocimiento de que todo está bien, la compresión de que Dios lo tiene todo bajo control, aun cuando mi mundo y los asuntos de índole puramente humano quieran decirme lo contrario y todo aparente que va a estallar. La tranquilidad me llega cuando logro alejarme mental, emocional y espiritualmente, e incluso físicamente, de todos los problemas de índole puramente humana, de las situaciones de conflicto y muchas veces de mis responsabilidades mal entendidas.
Cuando me aplico que la Serenidad es la realidad de aceptar y reconocer las situaciones y problemas que no puedo resolver ni cambiar, estoy en posibilidad de tener una visión más enaltecida de comprensión, puedo quizá alcanzar a vislumbrar el porqué de las cosas y trascender las tristeza, el enojo, las preocupaciones y ponerme en disposición de obtener la gracia de la paz y la serenidad.
A la hora en que tengo que hacer frente a mis desbocadas emociones negativas y pierdo la paz y la serenidad, así como no encuentro el camino hacia ellas e insisto entonces en “ser el peor” comienzo por escribir y repasar las sugerencias y la experiencia que me ha sido compartida y entonces para no auto-flagelarme leo: “En todas estas situaciones necesitamos de moderación de un honrado análisis de cada una de ellas, de buena voluntad para admitir nuestra culpabilidad, cuando la tenemos y de igual voluntad para perdonar cuando la culpabilidad es de otros. No debemos desanimarnos cuando caemos en los errores de mis antiguas costumbres, porque esta disciplina no es fácil. Debemos procurar el progreso y no la perfección.” [Décimo Paso]
Felices 24 horas hacia la paz y la serenidad.