Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

10 JUNIO

«¿IMPACIENTE? TRATA LA LEVITACIÓN»

Reaccionamos más fuertemente que la gente normal ante las frustraciones.

— COMO LO VE BILL, p. 111

La impaciencia con otra gente es una de mis principales fallas. Ir detrás de un auto lento en una línea de “no adelantar”, o esperar la cuenta en un restaurante me vuelve loco. Antes de darle a Dios la oportunidad para que me tranquilice, exploto, y eso es lo que yo llamo ser más rápido que Dios. La repetición de estas experiencias me dio una idea. Se me ocurrió que si yo pudiera mirar estos eventos desde el punto de vista de Dios, podría controlar mejor mis emociones y mi comportamiento. Lo traté y cuando me encontré con el siguiente conductor lento, me elevé por levitación y miré desde arriba al otro auto y al mío. Vi a una pareja de abuelos conversando alegremente acerca de sus nietos. Yo iba detrás de ellos —el ceño fruncido y la cara roja— sin siquiera tener que cumplir con un horario. Me vi tan tonto que bajé a la realidad y disminuí la marcha. Ver las cosas desde el punto de vista de Dios puede ser muy tranquilizador.

Del libro Reflexiones diarias
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Siempre me estoy creando expectativas, sueños grandiosos y fantasías de lo que quiero, de lo que voy a lograr, de lo que voy a conseguir, de la relación que me va a tocar y una serie de deseos insatisfechos porque siempre los ubico en la consecución de lo material (dinero, poder, sexo, prestigio, éxito, reconocimiento).

La abundancia material nunca ha precedido a la abundancia espiritual, mas es común que lo confunda y crea que puedo tener tranquilidad y paz sólo cuando tengo lo suficiente y es ahí donde me pierdo en mi verdadero objetivo primordial como ser humano, incluso comprometo el equilibrio emocional, la armonía personal y familiar, el progreso personal en un afán de ambición de lograr objetivos materiales, aún y cuando la vida y Dios me hacen evidente que por ahí no es el camino pero sí el sendero de la frustración.

La Frustración, en mi caso personal, nace de que siempre me estoy creando expectativas, sueños grandiosos y fantasías de lo que quiero, de lo que voy a lograr, de lo que voy a conseguir, de la relación que me va a tocar y una serie de deseos insatisfechos porque siempre los ubico en la consecución de lo material (dinero, poder, sexo, prestigio, éxito, reconocimiento).

Este tipo de pensamientos y conductas me dictan que siempre tengo la razón, que lo mío es primero, que mis ideas y satisfacciones son precedentes y primordiales de las de los demás, incluso de mi esposa, de mis hijos, de mi familia, de todo lo que me rodea, es una demostración muy clara de mi egoísmo porque solamente estoy pensando en mí, incluso cuando creo que pienso en el bienestar de mi familia, de mi esposa, de mis hijos, de mi trabajo y de quienes laboran conmigo, porque en realidad ese bienestar lo quiero para mí, para no sufrir yo, para no tener presiones yo, para no recibir peticiones ni reclamaciones yo, para proveer yo, siempre yo.

He aquí la verdadera causa de “mi pobreza” porque hoy tengo muy claro que sólo es pobre aquel que desea siempre más, y en esto hay una gran identificación con la necesidad de consumir: “una copa es mucho y cien no son suficientes; un consumo es mucho y cien no bastan”, una muestra de insatisfacción constante, incluso hasta cuando económicamente me va bien considero que no tengo lo suficiente, o me entra el temor de perderlo o menoscabar lo que tengo, vivo en un estado de frustración porque nunca es bastante lo que logro, lo que tengo, lo que adquiero, lo que guardo, en fin soy un pozo y barril sin fondo o como dijera mi abuela “no tengo llenadera”.

Y cómo voy a ser capaz de valorar lo que tengo, lo que logro, lo que avanzo si mi enfermedad de la adicción se caracteriza por esa compulsión de pedir siempre más y de la obsesión de encontrar la satisfacción que me dio al inicio y nunca más vuelvo a encontrar y en esa búsqueda errónea y estúpida de mi mente requiero más tiempo y más sustancia y entonces cada vez resultan peores y más graves consecuencias en mi vida para mí y los que tienen el valor de rodearme.

En la actividad de mi enfermedad, mi soberbia es una hinchazón del espíritu que de ninguna manera es grandeza; y confundo que lo que está hinchado es grande sin darme cuenta que en realidad no es sano; y así es como me he comportado para aumentar mi frustración y con ello alimentar mi ira, mis resentimientos y mi descontento con la vida porque no pienso en lo demás, mucho menos reflexiono en cual es la Voluntad de Dios.

En la actividad y cuando dejo que mi enfermedad de las emociones negativas sea la que presida mi forma de ser y con ello mis reacciones en la vida, pues siempre estaba dispuesto a averiguar sobre las vidas ajenas pero me daba pereza incluso temor conocerme a mí mismo y corregir mi propia vida, por eso tan complicado para mí el inicio de mi recuperación que me lleva a esa admisión y humildad.

Mi enfermedad de la actividad de la adicción es una que se sostiene en la ignorancia supina, que consiste en ignorar que soy ignorante, por eso cuando comienzo a conocer el Programa mi soberbia y mi tendencia a creer que tengo la razón no me dejan ver la totalidad del buen vivir que me regalan los Doce Pasos y entonces vuelvo a caer en la frustración porque entonces quiero hacer, leer y manejar el Programa “Tal y como lo veo yo”.

Con el Programa y con la práctica de los Doce Pasos he tenido que ir aprendiendo y experimentando la necesidad de unificar mi intención a la Voluntad de Dios para ir por el camino correcto y aprender a ser verdaderamente tolerante (ponerme en el lugar del otro) pues de otra manera no tengo la visión correcta ni la perspectiva que me permita distinguir el bosque para no ver simplemente el árbol; y sobre todo para aprender que debo tener cuidado con lo que pido ya que creer que puedo manejar y controlar mi destino puede causar mi ruina causándome frustración al rehusarme el cumplimiento de mis deseos o cumplírmelos plenamente, porque en realidad no sé ni lo que quiero.

Si no sé lo que busco no comprenderé lo que encuentro, por ello la necesidad de la buena voluntad de tener una visión nueva surgida de un cambio profundo de personalidad que me otorgue una nueva conciencia o en mi caso, conciencia porque era inconsciente.

El Programa me sirve para dejar de consumir, importantísimo para poder tener la posibilidad de estudiarlo, entenderlo y vivirlo, mas lo trascendente es que me ayuda a armonizar en unicidad de objetivos mi fuerza de voluntad a la Voluntad de Dios.

Cuando me gana la grandiosidad de dar lo pasos, intento recordar y tener muy claro que es mejor cojear los Pasos por el camino de la recuperación que avanzar a grandes zancadas fuera de él, pues cojear en el camino, aunque avance poco, me acerca a la meta de la perfección de mi espíritu a través del progreso espiritual, mientras que quien va fuera de este camino, cuánto más corre, más se aleja.

Cuando logro hacer mío el ejercicio cotidiano de que se haga en mí y a través de mí la Voluntad de Dios es que puedo levitar para ver lo que sucede a mi alrededor y mirar realmente a los demás, dejo de prejuzgar, de exigir, de fantasear y con ello puedo accionar para que Dios elimine de mí la frustración.

Felices 24 horas mirando los eventos desde el punto de vista de Dios.

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